Esta es la ventana a la que me asomo cada día. Este es el alfeizar donde me apoyo para ver la ciudad, para disfrutarla, para sentirla, para amarla. Este es mi mirador desde el que pongo mi voz para destacar mis opiniones sobre los problemas de esta Sevilla nuestra

lunes, 31 de octubre de 2011

DON JUAN TENORIO o HALOWEEN

No entiendo, ni llego a comprender, por qué ha tomado tanto arraigo este fenómeno extranjero, que muchos llaman fiesta, de Halloween. Hemos presumido siempre del acervo cultural que mantenemos y defendemos, de las arraigadas tradiciones que se desarrollan, desde siglos, en esta hermosa tierra, de las fiestas populares que se repiten y hasta copian en otros lugares del mundo. No estamos huérfanos de tradiciones seculares tampoco. Desde hace siglos se celebra la festividad de Todos los Santos. Los cementerios se abarrotan para honrar la memoria de los muertos, de los seres queridos que han traspasado la frontera terrenal pero que siguen viviendo en el recuerdo y la memoria de sus descendientes. Desde hace algún tiempo hemos visto como la colonización anglosajona no se contenta con exprimir económicamente a sus países satélites, sino que exportan con grandioso éxito sus relativamente jóvenes tradiciones. Debe ser esto que están llamando globalización, también cultural. Hace muy pocos años, en la víspera de la festividad de Todos los Santos, las casas se ungían de un halo de misterio familiar y la memoria devolvía las imágenes de los seres queridos que habían fallecido. No importaba el tiempo, sólo el recuerdo. Se encendían mariposas, unas pequeñas luminarias que sustentaban su existencia sobre un poso de aceite, y que daban luz a las viejas fotografías que retenían la inmensidad de las miradas, como una cariñosa intención de dotar de luz los espacios que ahora habitaban, de procurarles las señas de un camino de amor en esta tierra. Era una forma de invocar el amor de las ánimas, de mantener la certidumbre de que aún continuaban con nosotros. Una ancestral tradición que se pierde la noche de los tiempos, tal vez cuando los primeros cristianos dignifican las truculentas muertes de los mártires. Pero había signos que delataban la melancólica grandiosidad de esta celebración. Era la aparición, casi fantasmagórica, casi irreal, de la figura de don Juan Tenorio, el noble y libertino sevillano, que quedara inmortalizada en la teatral obra de Zorrilla y que ha sido motivo de inspiración para novelas, cuentos y óperas. Todo el romanticismo de la primera parte de esta grandiosa representación venía a desprenderse en las últimas escenas. Todas las tretas amorosas, las truculentas engañifas para obtener los favores de la joven doña Inés, vienen a sucumbir en la cruda realidad de un fin igual para todos. De sirven las pendencias, ni acaparar inmensas fortunas, ni la obtención de favores esporádicos de jóvenes y doncellas, pues todo viene a resumirse en el final de la vida, sin distinción de clases. Todo tiene límite y precio y nadie escapa a su retribución. La inspiración de esta obra y el cónclave en el cementerio de don Juan y las fantasmagóricas presencias de sus ajusticiados y donde el burlador sevillano hace acto de contrición y arrepentimiento ante los sepulcros de D. Luis Mejía y D. Gonzalo de Ulloa, es la mejor muestra de la antigüedad de la tradición y el respeto a los antepasados, al cuidado y guardia de la memoria. Son los muertos el referente de la vida de los vivos. Por eso sigue extrañándome mucho que nuestra mejor tradición, la heredada no la impuesta por las modas y modismos de otras culturas, se vea relegada al ostracismo y se haya beneficiado a otra exterior, casi sin sustento religioso, paganizada y desenraizada de sus orígenes, por una generación que comienza a mostrar signos de banalización cultural, de desarraigo de sus costumbres, centradas y originadas en un conjunto de profundidad espiritual, y prefiera éstas otras que no tienen sentido en nuestra sociedad, tal vez porque tienen un carácter más festivo y lúdico, sin ningún elemento para la elevación del ánima, a la que tal vez deseemos recuerden nuestros hijos cuando posemos el espíritu en el seno del Creador.

sábado, 29 de octubre de 2011

LA MISERABLE BAJEZA HUMANA

La noticia no puede causar más que estupor y la más unánime y sentida repulsa por los lamentables hechos que están acaeciendo en el campo santo sevillano. Al parecer, unos desaprensivos y repugnantes –por no utilizar otros términos más groseros- se dedican a desvalijar cuentos enseres, adornos y piezas de las estructuras metálicas de las sepulturas. El miserable comportamiento viene produciéndose desde hace algunos meses y ha saltado a la luz pública con la denuncia presentada por una familia que ha visto como le despojaban de una lápida de bronce, de más de doscientos kilogramos, y dejaba al descubierto los restos familiares que se contenían en el panteón. No es el único caso, al parecer, pero sí el de más notoriedad. Que un elemento de estas características, con tan elevado peso y volumen, no puede pasar desapercibido ante quienes tienen la obligación de mantener y vigilar los límites del cementerio de San Fernando. Si la responsabilidad del mantenimiento y cuidado de los sepulcros, tumbas y panteones corresponde a sus legítimos propietarios, es decir a los familiares de las mismas, algún compromiso tiene que contraer la empresa municipal para preservar de estos bárbaros e inmisericorde ataques que se producen en la tierra donde deben reposar quienes ya cumplieron con todos sus deberes terrenales. Los propietarios saben de sus obligaciones pero bien es cierto que la debida vigilancia para evitar situaciones como las descritas corresponde al ayuntamiento. Es lamentable que se permita jugar con los sentimientos de tantas personas y que se profanen sepulcros con esta impunidad. Quienes acometen estas vilezas, rastreros personajes sin el menor reparo en procurarse su sustento vulnerando las más elementales normas de respeto, deben poseer un índice de moralidad subterráneo. No están sustrayendo el valioso metal están arrancando los sentimientos de muchas familias, están arrastrando la memoria de quienes están en el descanso eterno y están procurando una sensación de impotencia a cientos de personas. La evidencia del género sustraído no puede pasar desapercibida en las empresas que se dedican a la compra venta de metales nobles. Pocos escrúpulos debe tener el industrial que se hace cargo de este material, conociendo la procedencia del mismo. Deben poseer alguna dignidad que les hagan sentirse personas, seres humanos que habrán llorado la pérdida de algún ser querido y que maldecirían a quienes osaran profanar las tumbas de sus padres, hermanos o hijos. Estas miserables acciones tienen que ser resultas a la mayor brevedad posible y tener su reparación monetaria y moral. ¿Cómo se puede cuantificar el dolor? ¿Cuántos euros serán necesarios para compensar las heridas del alma? Habrá personas que no podrán dormir, en estas noches de frío, lluvia y viento, pensando en la desvalida posición que se encuentra ésos a quienes amaron tanto, con los que compartieron tanta vida, tantas ilusiones, tantas alegrías y tantas penas. Porque nuestro recuerdo las mantiene vivas y todavía corren por los campos de la memoria, alborotándonos los sentimientos. Seres indefensos ahora que esperan el arropo y la misericordia. No son restos óseos, ni fragmentos de un tiempo pasado. Son vida de nuestras vidas pues nos dieron las nuestras sin dudar, sacrificaron sus sueños para que pudiéramos cumplir los nuestros y ahora se ven desposeídos de los lechos en los que debieran descansar. Miserables unos y otros, los que permiten con su desidia y despreocupación que se despojen los más preciados bienes del hombre: la memoria y la honra debida a los muertos. Y los otros, los que no tienen escrúpulos ni sentimientos. La bajeza de su acción tiene denominación. Voy a evitar pronunciarme en los calificativos que les describen. Poco tienen que saber de nuestra tradición quienes obran esta deprorable manera. Lo mismo, si les nombramos a sus muertos se rebelan. Cosas de la condición humana de cada uno, y ojalá el dinero obtenido con sus miserias sirvan para ocupar un lugar en el infierno.

viernes, 28 de octubre de 2011

LA ÚLTIMA LLAMADA DE MIGUEL LORETO

Son las ilusiones ajenas las comenzamos a descubrir en la lágrima que rueda por una mejilla o el entrecejo, ese campo donde los años aran para descubrirnos la vida que se embosca en la profundidad de sus surcos, que se encoge conmovido por la emoción que difícilmente se contiene. Es la vida ajena, contemplada desde la propia añoranza, la que se muestra desde el ocre de una mirada que comienza a perderse en el infinito, en el futuro sin la devoción ni la entrega desmedida, pues hay vivencias que comienzan a fundirse en el azul de la nostalgia, que se elevan por las escalas del tiempo que las conduce hasta la senda por donde transitarán deshechos en recuerdos, en fugacidades que retornarán en espasmódicas proyecciones, cuando menos se esperen, cuando más se necesiten. Son cosas del alma. Es la voluntad alterada por la contrición la que araña los sentidos desvirtuando la realidad y lo concreto es ficción, relato de las esencias que pasaron aromatizando los instantes, perpetuando los sentidos en las miradas de otros que las convierten en eternas. Es un momento tan sólo y parece que se va a perpetuar. Es un gesto, un movimiento, un ir de delante hacia atrás, de arriba hacia abajo, es sostener el metal que bruñe su nobleza sobre el duro cabezal, donde se alertan los sentidos de lo que está por llegar. Es la noche transfigurada, convertida en soledad, la que se muestra contigo, la que se va acompañando el sereno caminar, la que agasaja tu voz, la que trae cantes profundos donde poderse alimentar de los ecos y los cantes de otros tiempos. Son los pasos contados que van desde el oro del frontal hasta la línea horizontal donde aparecen de pronto los ojos de la Verdad, esa que cruzó los límites de la deidad para plantarse en la tierra, para hacerse acompañar por tu presencia, para dejarse guiar por tu voz. Es observar cómo se va ejecutando la partitura sin par sobre los pliegues del aire para tornarse en un rezo, es dejar escapar la vida y no volverla a encontrar hasta la muerte del suspiro que se eleva desde el mar de corazones plantados, en la estuosidad, tan solo por Verle pasar contigo de la mano. Es el tiempo que nos invita al sosiego y a la paz, al encuentro de la esencia que se muestra en el soñar de un Niño; son las luces de la tarde que comienzan a cambiar para acunar los sentidos, para arrullar y velar a quién siendo Rey se transmuta en diminuta presencia, que se aferra a la cintura de su propio ser maternal. ¿Dónde se instauran sus sueños, dónde la paz placerá? ¿Qué será de nosotros cuando nos deje de soñar?¿a dónde iremos sin sueños, cual será nuestro fin, que fatal suerte correremos si El que nos ha de soñar despierta de su letargo? ¿Es la entelequia del fin o será un nuevo resurgir en la ventura y la dicha de una vida de eternidad? No es engaño del tiempo, no es pasado fútil, ni presente concretado, ni futuro por devenir. Es pasado que fue vida, es presente que se dejó sentir y es futuro porque lo etéreo se hizo verdad, en tus manos y en tu voz, en tu recio parecer, en tu entrega y en tu amor. Como hace tres decenios volvió a temblar la emoción cuando asistes el martillo y convocaste a la unión, ésa que hace la fuerza del sentir, la que cincela la fe y transmite la emoción, tan sólo por ser macarenos, como tú, oneroso privilegio que concede sólo Dios por acercar a sus cielos a la Madre que lo engendró. No fue un suspiro del tiempo, ni una fatua ilusión, ni un espejismo pagano, el que se nos mostró. Todo el que quiso lo vio, todo el que lo vio sintió como se transfiguraba el martillo del amor porque ofrece la mejor oración. Primero en argénteo dragón que vela y escolta a la Madre de Dios, la que irradia la Esperanza, La que ilumina las calles aún con la ausencia del sol. Y después en perfil de centuria, en casco de pretor romano, en recuerdos y en nostalgias que se fueron proyectando sobre un lienzo de aspilleras, costaleros del Divino Redentor, del humilde sentenciado, El que encendió corazones con el fuego del amor. Como aquel primer día, de un amor primero, soltaste el llamador para pasar a la gloria, Miguel Loreto, por haber sido confidente de Dios, capataz de la ilusión, anclaje de macarenos, que buscaron y compartieron en tu voz, la mejor de las condiciones, ser costalero del Señor, difusores de Esperanza y de amor. Dictó la plata el pregón, traspasó un canto el faldón, se elevó a la gloria la Virgen y todo se paralizó para dejar eterno el momento. Fui testigo de excepción cuando Miguel Loreto hizo de su sangre flor y la ofrendó al olimpo macareno, donde su nombre inscribió.

jueves, 27 de octubre de 2011

Y APARECERÍA MARTA

Hay momentos en la vida de los hombres en los que la desesperación, ante la impotencia de ver cercenados todos tus derechos jurídicos y morales por quienes han invadido las costas del dolor y han dejado en sus playas las huellas de la maldad, se torna en resentimiento y deseos de venganza al comprobar que los asesinos de sus hijos o familiares pueden obtener la libertad por el mero hecho de no haberse podido reunir las pruebas suficientes por el delito cometido. Este ultraje, a los sentimientos y a la bondad, se ve ennegrecido además cuando los imputados se confabulan para montar y desmontar versiones de los hechos según sus propios intereses, una burla al estado de derecho y a la jurisprudencia consentida por los políticos que decretan las leyes con tan graciosa benevolencia. Lo que ignoran es que están vulnerando los derechos fundamentales del ser humano y admitiendo la voracidad sangrienta y sádica de los animales que empiezan a poblar una jungla y a imponer en ella la ley del terror. Está demostrándose, con casos como los de Sandra Palo y Marta del Castillo –por poner los últimos y sanguinarios casos- que las medidas judiciales tomadas son insuficientes. Hace años que los asesinos, incluso estando en prisión, disfrutan de los placeres de la vida, toman su café, van al cine y comparten sus execraciones y violencias con sus amigos. Hay quienes los consideran héroes, crean club de fans y, lo más terrible de todo, los tienen como modelos vitales. La degeneración del ser humano en sus últimos extremos. Que el cuerpo de Marta no haya aparecido aún es síntoma inequívoco de que algo está fallando en la ejecución de las leyes. Se ha perdido el respeto y la consideración a la ley. No hay miedo porque saben que las penas no se cumplen, que les ampara incluso, cuando el cadáver no aparece, aún cuando admiten y confiesan el criminal acto. Pueden teatralizar sus declaraciones, cambiar las versiones, tergiversar los hechos y hasta desafiar a los jueces y abogados porque saben, y si no lo saben ya se encargan de aleccionarlos, que despacharán sus culpas con unos años de prisión, en el peor de los caso. Esta incapacidad manifiesta de poder forzar la declaración y, por consecuencia, localizar el cuerpo de la joven, no es más que la propia alteración de los fundamentos racionales del hombre que prefiere acomodarse en la consecución de fines ignorando y desoyendo el dictado de los valores. No se aplica justicia si las víctimas tienen que mantener el dolor y suplicar a los verdugos, apelar a la caridad momentánea de estos especímenes, para que confiesen el lugar donde arrojaron el cuerpo de Marta para al menos mantener la certeza palpable de los hechos y sentir ante los restos –los que queden, decía la madre- la fuerza maternal que le han arrancado de sus entrañas. Y no son las autoridades policiales ni los jueces, que sólo aplican lo que poder político judicial pone ante ellos, los que tienen que ejecutar la maquinaria necesaria para corta, de una vez por todas, estas acciones que dejan en entredicho el estado de derecho. Sucedió en los primeros años de la década de los treinta, del pasado siglo veinte. En el cuartel destacamento de la guardia civil, ubicado en la zona de la Macarena. Allí prestaban sus servicios, entre otros muchos, dos oficiales que fueron adquiriendo fama por los expeditivos y efectivos métodos que practicaban con el fin de conseguir las declaraciones de los delincuentes. Voy a obviar sus nombres, pero entre quienes tienen cierta edad sabrán identificar a los famosos guardias civiles que tantos casos resolvieron y que evitaron también que se perdieran algunas famosas imágenes Sagradas del entorno, precisamente gracias a sus expeditivos medios para lograr la confesión. Resultó que unos compañeros habían detenido a uno de los cabecillas de una banda de delincuentes especializados en la falsificación de dinero. Cuando llegaron los dos guardias civiles al destacamento, enseguida fueron abordados por sus compañeros que les explicaban cómo el cabecilla se negaba a confesar quienes eran sus cómplices y mucho menos ubicar el lugar donde mantenían el laboratorio. El mayor se dirigió a la sala de interrogatorios y transmitió al compañero que custodiaba al reo que le vendara los ojos, no sin antes advertirle que iba a dar un paseo con los referidos agentes. Al delincuente comenzó a temblarle las piernas pero hizo de tripas corazón e intentó disimular su miedo. Cegado por la venda, perdido cualquier signo de orientación, le introdujeron en el coche y, sin dirigirse ninguno la palabra, comenzó a dar vueltas por las calles del barrio de la Macarena, sin salir de sus límites. Pasados unos larguísimos minutos, el oficial de más rango se dirigió a su compañero –José, antes de entrar en el Cuartel del Sacrificio, párate en el bar de la esquina que vamos a tomar café- y éste detuvo el vehículo. El pobre hombre, aterrado por donde suponía iban a trasladarle, se hizo sus necesidades encima, empezó a llorar y a suplicar, y dijo donde se encontraba el taller, nombre y apellidos de cada uno de los integrantes de la banda, y hasta los de los mecánicos que montaron las máquinas, por si querían saber donde las adquirieron. Y sin ponerle una mano encima. Bastó la fama de los agentes y como se las jugaban quienes intentaban reírse de la ley. Estoy seguro que en aquel tiempo hubiera aparecido el cuerpo de Marta del Castillo y unos padres podrían llorar sobre sus restos, es lo único que piden ya. La aplicación de la justicia les trae al pairo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

ENSEÑANZA PÚBLICA y EDUCACIÓN PRIVADA

Explica José Antonio Vieira, secretario general del Partido Socialista Obrero Español de Sevilla, en un artículo que publica hoy Diario de Sevilla, que la enseñanza pública tiene dos objetivos fundamentales y distintos: formar buenos ciudadanos y, consecuencia de ello, que el nivel académico sea el más alto posible. Sin duda alguna, no descubre nada nuevo, ni aporta solución al gran conflicto que educacional que en este país se viene padeciendo desde que se instauraron las Lodes, las Logses y otras que han degradando el nivel educativo en España. Cuando se instauró la democracia, muchos creímos que la educación pública iría mejorando al mismo ritmo que las ilusiones, que la cultura se implementaría como necesidad básica en la formación, que se implantarían nuevos métodos de estudio para complementar el modelo existente hasta el momento. Pero entonces nos sorprendieron y se dictaron leyes y normas para barrer cualquier signo –en todos los aspectos- que hubiera sido instituido y fomentado por el régimen anterior, aunque ello conllevara la destitución de métodos totalmente válidos y compaginables con la mejoras que debieron introducirse y no eliminar de un plumazo instituciones y grupos académicos que estaban formando a miles de ciudadanos, en profesiones y materias para el futuro. Quede como ejemplo, la supresión de las Universidades Laborales y los sistemas de enseñanzas como la EGB, BUP y COU, que funcionaban y cumplían con la necesaria preparación de ciudadanos en todas las materias y en todos los aspectos. El cambio vino a modificar comportamientos en el alumnado y restricciones en los claustros de profesores que se han visto incapacitados para absorber el trepidante y caprichoso ritmo de cambios en los métodos educativos. Se formalizó, incluso, el avance de cursos de alumnos incapaces de reconocer la diferenciar entre una “b” y “v”, para no hacer distingos emocionales con aquellos que esforzaban y estudiaban, por mor de no traumatizarlos. Se instauró oficialmente la vagancia y la desobediencia, siempre en pos de la debida libertad y el respeto. Señala el Sr. Vieira que las instituciones privadas vienen beneficiándose de las subvenciones que se destinan a educación si bien no observa, ni hace ninguna referencia, al alto grado de solicitudes de ingresos que tienen que atender porque la sistema de enseñanza pública es incapaz de absorber o porque hay centros en los que el nivel de formación deja mucho que desear, y no precisamente por los profesionales que atienden estos centros, sino por el desánimo y la falta de motivación ante las actitudes y aptitudes violentas y educacionales del alumnado hacia ellos, que ha motivado y derivado en muchos casos en procesos patológicos psíquicos. Debería recordar el Sr. Vieira que los ciclos formativos que se imparten, tanto en la pública como en la privada, es la misma y afecta a todo el sistema educativo del país y que vienen impuestos por la presente legislación en materia formativa, desde el ministerio de Educación. Si hay mayor número de solicitudes en centros privados será por la mejor consideración, entre padre y tutores, de sus planes de enseñanza, sin olvidar que la mayoría de los políticos, sin distingos de signos, prefieren escolarizar a sus hijos en centros religiosos católicos donde se imparten y compagina todavía nociones y valores. Los que sostienen que la Iglesia católica es una institución retrógrada y clasista, acuden a sus escuelas buscando precisamente la formación y la instrucción en los valores fundamentales de la vida. Es que ni siquiera son congruentes con su pensamiento. Esperemos que la enseñanza pública encuentre el camino por el que transiten los jóvenes para su adecuada formación. Los paupérrimos planes conformados hasta el momento sólo nos han traído niveles culturales muy bajos y universitarios escasamente formados, poco incentivados y con las miras puestas en la consecución de una plaza funcionarial que le reporte grandes beneficios con el mínimo esfuerzo. Claro que eso es lo que han venido aprendiendo con los últimos sistemas educativos. Así nos va. *Yo he estudiado siempre en escuelas públicas y soy partidario de la educación gratuita.

martes, 25 de octubre de 2011

Ayer pasó por su puerta y los balcones continuaban cerrados, ciegos al amor y a la belleza, eclipsados por el velo de un añejo dolor, por las angustias y las lágrimas de las viejas piedras que son olvidos en la voluntad de algunos, y pesadumbre y desesperación en las ansias de otros. Gritan las viejas piedras la aflicción de los siglos que lo observan y custodian, cuando fueron esplendor. Mientras, los mármoles de las solerías resplandecían el albor de su pureza y eran pisados por las botas engastadas de los nobles que blandían y presumían de sus ancestrales orígenes, de la limpieza de su sangre que los distinguía en su condición, estirpe de conquistadores que vencieron las miserias para convocar a los duendes de la opulencia y las riquezas, y la alegría trepaba por las enredaderas que subían hasta las balaustradas del claustro superior para confesar a jóvenes princesas que nublaban sus sentimientos con suspiros de amores imposibles, de afectos impuestos. Hidalguía que surcaba los pasillos velocidad como si el tiempo los retara para extraerles sus vidas. Ha resonado, en el olvido de sus espacios, el redoble de la piel y los palillos, esos que son pregones de redención cuando la luna se ensancha en la primavera, para anunciar la llegada de la ilusión, el Amor de los amores dormido sobre el hombro de la Madre que recoge en su cintura la pasión de un sueño que devuelve al hombre su condición de libertad. Han llegado los sonidos anclados en la tradición para recuperar el idilio de lustre y magnificencia que comparten en la nostalgia, cuando aún el lacerante paso de los años no había provocado las úlceras que dejaban al descubierto sus entrañas, el escarnio y la vergüenza público de saberse abocado a la podredumbre y al despojo de su gloria, al desprendimiento de sus vivencias y secretos para regocijo de las manos que extraen sus verdaderos valores a la ciudad para beneficio propio, para llenar arcas y vaciar dignidades. Ha temblado la voz de la memoria y el eco de las tinieblas sucumbe al estrépito de la gran dicha. Hay una conversación oculta que resarce las heridas, que purifica y restituye la verdad que no se inmola, esa que permanece aferrada a la cercanía y que se hace fuerte en el recuerdo. Vienen a ondear las ramas de los álamos que vierten su verdor clorofílico para resarcir la pureza del aire que comenzaba a enviciarse, a envenenarse con las ausencias, para ofrecer una senda por la que pueda discurrir y esquivar las saetas de las tristezas, para quebrar la amargura que se viene ya advirtiendo en los recodos de un sueño -porque para amar hay que morir y volver a vivir para amar- y asentar toda su gloria en el dogma de las cuentas de un hilera inmaculada que cuando se nombran, en la escalonada oración que reclama la gracia y la protección de quien es Madre de Dios, convierte las palabra en sonoras alabanzas. Vino el mar de su alegría a llenar toda la plaza, ésa que guarda mi esencia, ésa que guarda la historia de los míos, de los que fueron y son, de los que viven y de los que son sueños en el sueño del Redentor, los pasos de mis abuelos buscando la suavidad de su perfil, la alegría de su cara, porque en su rostro sabían que encontrarían la calma, el sosiego y la Esperanza. Las columnas del palacio de los Pumarejo son los fieles guardianes que defienden la memoria del viejo barrio, casas, patios y azoteas que son arcas donde se recoge el esplendor de su historia, del secreto que comparte con María, la que se llenó de la más grande Gracia cuando por Dios fue reclamada, y la Macarena se iluminó con su cara para postrarse a sus pies y elevar la gran plegaria que restituye la fuerza y nos otorga confianza para llamarla Madre Nuestra, Señora de nuestra vida, Esperanza que nos abraza, Vida y Dulzor, Luz de nuestra existencia y bendita Soberana, que con sólo pronunciar tu nombre se purifica toda alma. Rosario de la Alegría, dueña de nuestra existencia, ruega por nosotros y si tienes a bien, descúbrenos al sueño de tu Hijo cuando reclames la vida y procures el reposo de nuestras almas.

sábado, 22 de octubre de 2011

A UN LECTOR ERRADO

Gracias querido lector por esos consejos que me transmite a través de mi correo electrónico, por intentar corregirme de mis equivocaciones, de mis errores y señalarme como un fascista retrógrado e involucionista, términos que en absoluto pueden definirme, aunque es su opinión y yo hasta la respeto dado su desconocimiento sobre mi persona. Le reitero mi agradecimiento por el seguimiento que hace a diario de mi blog, y por la deferencia que ha tenido hacia mí perdiendo su valiosísimo tiempo, como usted mismo subraya, en trasladarme su pensamiento y que no han conseguido más que reafirmarme en los míos. Como muy bien explica usted, en su desatenta carta, hace tiempo que no confío ni en el partido que actualmente nos desgobierna ni en los políticos que lo dirigen, y haciendo un juego de palabras, diría yo hacia el precipicio de su propia extinción, si Pablo Iglesias levantara la cabeza. Entiendo, y lo que es más importante, respeto su decisión de seguir creyendo en ese ideario burocrático y premioso, nada que ver con el promulgaron para la defensa y asentamiento igualitario en los derechos de todos los hombres, ejercicio que nunca se ha cumplido, ni siquiera por quienes lo implantaron y divulgaron. No hace falta referenciar nada, verdad amigo. Yo he tenido la suerte de haber cumplido cincuenta años, y dejado por el camino a familiares y amigos muy queridos. Algunos compartimos ilusiones juveniles intentando cambiar el mundo, convenciéndonos de que las utopías, los ideales que se nos presentaban como salvíficos, como la panacea para consecución de las igualdades en todos órdenes de la vida, eran posibles. Y fíjese usted todavía guardamos algún recuerdo de cuando corrimos delante de los “grises” con proclamas en las que creíamos y por las que fuimos expedientados en los centros de bachillerato y universitarios donde estudiábamos. Teníamos puesta nuestra esperanza en la formación, y experiencia en las trincheras, de aquellos políticos que se nos presentaron en la transición –supongo que habrá al menos oído hablar de este importantísimo hecho histórico- y que inició un camino nuevo en este país y en donde todos cedieron para la implantación de la democracia. Se dejaron atrás rencillas y revanchas, muertos de un lado y de otro, para que los nuevos españoles pudieran gozar de las libertades que a nuestros padres les fueron arrebatadas. No sabe usted con la alegría e ilusión que recibimos todos esos cambios que iban a posibilitar la erradicación de la miseria, de las penurias, de la lacra del paro, de la socialización de los bienes de consumo para su reparto equitativo, de la violencia terrorista, ¿le suena algo? En fin, un retorno al edén. Y una vez engatusados y en la jaula, con un poder de maniobra política extraordinaria, ofrecida en la confianza que diez millones de españoles pusieron en sus manos, fueron desviando todos los recursos patrimoniales hacia sus propios intereses, primero para asegurar las estructuras de sus partidos; segundo para acrecentar sus patrimonios personales. Defraudaron, mintieron y jugaron con la única y gran fortuna que nos queda al común de los ciudadanos: la ilusión y la honra. Y ésa es la gran propiedad de los hombres y cuando la intentan sustraer, tan vil y rastreramente, nos rebelamos. Cedimos demasiado porque teníamos ilusiones y no dudamos en que las administraran pero no que las usaran como moneda de cambio para obtener sus propios beneficios. No estoy intentando convencerle a usted, ni nadie, de nada. Escribo así –lo siento, no lo sé hacer mejor- porque me lo dicta mi corazón, porque no quiero renegar de mis creencias, mis raíces ni mi historia, porque necesito creer que mis esfuerzos posibilitarán un mundo mejor a mi hija, porque no quiero que asesinen a honrados ciudadanos con un tiro por la espalda o lo desmiembren con una bomba lapa bajo su automóvil y luego cuando la sociedad, o los medios que ésta articula para luchar contra los canallas, los acorrala pretenden que olvidemos y borrón y cuenta nueva, aquí no ha pasado nada y echa otra copa que la pagas tú. Creo en la honradez y la valentía de las sociedades, en las ideas y en las utopías, todavía y a pesar de todo. Si ahora me pronuncio y alabo a otra opción política es porque ha sabido crear en mí nuevas expectativas, nuevas ilusiones, y porque viene ondeando la gran bandera de la verdad. Eso creo yo y es tan respetable como su propio ideario. En una cosa coincido con usted: el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Tenga cuidado no se vaya a volver a caer. Su juventud le hace impulsivo. Los años le serenarán las ideas.

viernes, 21 de octubre de 2011

ETA y LA HISTORIA INTERMINABLE

Escondiendo sus rostros bajo las escafandras que les hace irreconocibles ante el mundo, incapaces de ofrecer sus facciones y plantar cara, nunca mejor dicho, al anuncio del cese definitivo de su actividad asesina con la dignidad que merecen tantas víctimas inocentes, así han aparecido en nuestros hogares los mensajeros del terror, pronunciado este elocuente discurso que nos hace, de alguna manera, más felices en el día de hoy. Son portada de todos los diarios nacionales, son cabecera de noticias de los programas informativos de televisión, son sonidos inundando los salones de los bares y hogares desde los aparatos de radio. Son los protagonistas de esta película de terror que empezó a rodarse hace cincuenta y cuyo rodaje finalizó ayer. Bien han jugado sus bazas para aparecer y pronunciar el discurso apelativo de la media verdad. El cese de la actividad criminal no deja de ser una mera concesión, muy importante para el logro de la paz y la tranquilidad social, a la galería pues quedan en el aire las más significativas decisiones, los silencios sobre el arrepentimiento, el perdón y la necesidad imperiosa de desmembrar toda la infraestructura logística, armamentística y financiera de la banda terrorista. La entrega sin concesiones. Es espeluznante que en la declaración del cese de su actividad armada no hagan mención al sufrimiento de los familiares de las víctimas, algo imprescindible para poder empezar a vislumbrar el final del túnel que conduce la verdadera paz, y no me estoy refiriendo a la física sino a la espiritual. Ni una nota de condolencia insinuada, perdida por la amalgama de palabras del comunicado. Sin embargo bien que expresan el dolor por el que han pasado en su “lucha” por la independencia de las Vascongadas, por la crudeza del combate al que han sucumbido “muchas compañeras y compañeros” -¿se estarían refiriendo a Yoyes y a otros a los que coartaron y procuraron una vida de terror con amenazas cuando decidieron dejar la violencia?- y rindieron homenaje por la valentía de sus acciones. Ni una frase, ni una sola palabra, para mostrar arrepentimiento, para pedir perdón por las ochocientas veintinueve víctimas de su imposición del terror como justificación de sus reclamaciones territoriales e independentistas. Ninguna tierra vale una mera gota de sangre, ninguna idea compensa la posibilidad de su entendimiento con el asesinato. Ninguna referencia al lugar donde dejarán todo el armamento que poseen todavía, ni donde se entregarán para ser juzgados por los crímenes que aún están pendientes. Las cuentas no se saldan con una mera declaración de intenciones. Porque en esta lucha, como ellos la llaman, ha habido dos partes mu y diferentes. Los que han puesto los muertos y los que apretaban el gatillo. La posibilidad de alterar este anuncio con otro comunicado en el que exijan la liberación de todos sus asesinos encarcelados es algo que podemos esperar en cualquier momento. Como si no hubiera pasado nada. Ahora pretenden establecer mesas de negociaciones con el estado. Ahora lo importa que los gudaris vascos salgan de rositas y puedan convivir, pasear y hasta tomar unas cañas con los familiares de quienes ejecutaron sin darle ninguna acción de defensa, sino ejecutándolos sumarialmente por el mero hecho de pensar igual que ellos. El tiempo, cuando repose y las aguas dejen de bajar turbias, nos pondrá a cada uno en el lugar que nos corresponda en la historia. Cuando se lleve a cabo el balance veremos en qué libro de cuentas aparecen los números rojos y quién puso más en la consecución de las verdaderas libertades. Será necesario poder ejecutar una memoria de actividades y que los asesinatos no queden impunes porque estaríamos faltando a la justicia, a los valores que ésta entraña y a la posibilidad de construir un mundo donde la vida significase el principal valor y fundamento del respeto sobre hombre.

jueves, 20 de octubre de 2011

LA NEGOCIACIÓN DE LOS NECIOS

Es increíble que la vida, la existencia física de las personas, el más preciado don que nos es concedido por la divina Providencia, pueda tomarse como moneda de cambio, como valor para mercadear por la falsa paz que están intentado vender los dirigentes batasunos, esos que esconden sus mentiras tras la sangre que rodea sus acciones “políticas”, y que pretenden ahora que traguemos con la puesta en escena que ha realizado en Ayete, un circo donde se han prestado a participar como principales figurantes los ex primeros ministros de Irlanda y Noruega y, éste es el más doloroso de todos, Kofi Annan, ex secretario general de la ONU, tras aceptar los pertinentes cachés, por supuesto, billetes que vienen impregnados por la tinta de extorsión y la violencia, sin que al parecer les importe demasiado la viscosa y sanguinolenta procedencia de sus honorarios. Pero ese es otro tema. No me extraña que vayan aflorando diferencias y divisiones en el Partido Socialista de Euskadi. La razón, como dice ilustradamente mi madre, tan dada a las explicaciones de las situaciones más truculentas con la presciencia que esconden los refranes, sólo tiene un sentido en el único camino de la verdad. Muchos se empiezan a desligar de la dictadura a la debida obediencia de lo que dictaminen los gerifaltes de los partidos, pues es mucha ya la sangre contemplada, demasiadas las lágrimas derramadas en funerales que acaban siendo aplaudidos, como si el asesinado se erigiera en triunfador de los deméritos políticos de esa clac. La desmembración de los poderes fácticos, racistas y despóticos implantados en el País Vasco, desde el adoctrinamiento impuesto por Sabino Arana, tiene que producirse sin ningún tipo de concesiones pues este país ya ha puesto sobre la mesa su dolor de esas familias de los centenares de muertos que la banda terrorista ha ejecutado. Este no sólo tiene que manifestar y exigir la rendición de los asesinos sino mostrar su la más absoluta contundencia contra quienes permanecen pagando sus fechorías. Me sobrecogió, hace unos días, la fotografía del asesino de un niño presidiendo una de las mesas reivindicativas, montadas ex profeso para estas jornadas circenses. Y me dolía porque hace tiempo que se ha erigido en voz de los presos, de sus compañeros en el terror, para firmar en su nombre el manifiesto en el que piden, como exigencia para la entrega de armas, la liberación de los valientes gudaris que cometieron acciones tan nobles como dejar morir a un niño reventado por un artefacto explosivo, con el agravante de poder evitarlo, pues no era el objetivo a abatir, pero prefirió cerrar los ojos y no verse descubierto. Total era cegar una vida, un proyecto de futuro, unos besos tirados a la más infame oscuridad. Sin embargo, es aún más doloroso, contemplar cómo el gobierno de la nación no desmiente ni contrarresta estos movimientos del terror. Mucho me temo, que vistos los resultados de las encuestas formalizadas desde todos los segmentos políticos, que días antes de los comicios nos bombardeen con la tan manida rendición de ETA, como un logro de la política de conciliación. ¿Pero a qué precio? ¿Se seguirán manteniendo los presos en las cárceles, cumplirán sus condenas sin remisión alguna? ¿Dejarán en la calle a estos individuos, que un día instauraron el terror y la violencia en sus propios pueblos, para que sean jaleados como victoriosos héroes de una guerra que nunca ha existido? ¿Se volverá a hurgar en las llagas de tantos y tantos y tantos ciudadanos vascos que perdieron a sus padres, a sus hijos, a sus hermanos, a sus parejas? ¿Veremos los españoles la promulgación de la victoria del terror por el mero hecho de afincarse el poder? Esperemos que se imponga la cordura, que por una vez desarrollemos la valentía de enfrentarnos a estos asesinos y sepamos decir NO, y no asentir tanto para conseguir fines, máxime cuando el intercambio que proponen es vivos, los criminales, e inocentes, los que fueron asesinados.

miércoles, 19 de octubre de 2011

JUICIO POR EL CASO MARTA DEL CATILLO: LA SOCIEDAD INOCENTE

Estamos otra vez todos pendientes de lo que unos desalmados tengan a bien decir, sin más juicio que el que su propio capricho le dicte. Sabemos a ciencia cierta que Marta ya no está con nosotros, que su vida la mutilaron estos niñatos producto de la inadecuación cultural que se ha implantado en nuestra sociedad y que extendiéndose de la misma manera que la gran mancha de azufre y lava tras la erupción del volcán submarino en Tenerife. Avanza pausadamente hasta que logre su objetivo. Claro que una cosa es la naturaleza y otra la perversión de las fuerzas naturales por el hombre. Con demasiada frecuencia nos vemos asaltados por cabeceras de periódicos escupiendo noticias sobre desapariciones, sobre violencia y maldad, y que casi siempre –por no decir siempre- concluyen de la peor y esperada manera. No estamos acostumbrando a la perversidad generada por el hombre, sin darnos cuenta que nos estamos embruteciendo. Unos porque no conocen otra forma desprenderse de sus complejos, no hacen más que generar violencia; los otros, hartos de ser víctimas de los primeros, invocan a los más bajos instintos humanos, los menos apreciable de la condición racional, para tomar parte de la situación y ejercer de ejecutores una justicia selvática. Es el signo de este tiempo, la voracidad despótica de los malos sentimientos que imponen la supremacía de la fuerza sobre la bondad congénita con la que Dios nos premia para transformar esta enorme gracia salvífica en depravación de los instintos. Esta metamorfosis viene a demostrar que las sociedades, en todos los tiempos, en todas épocas, las conforma y moldea el propio ser humano con sus propias actuaciones, en la mayor de las veces observando siempre su propio interés en vez de soliviantar su inteligencia y esforzarse en la construcción de un mundo mejor. No estoy intentando justificar ni enalteciendo la dionisiaca proyección de la maldad, ni elevándola a la condición de evacuación de los instintos naturales que estos desalmados están intentando promover, conjurándose en sus cambiantes declaraciones con el fin de imposibilitar la localización del cuerpo de Marta del Castillo. Los hechos ya han sido demostrados y hasta confesados y cada uno de los implicados tiene su parte de responsabilidad y culpa. Si la justicia es ecuánime, y golpea con su espada, con la contundencia que merecen estos asesinos, impondrá penas para que algunos no vuelvan a pisar la calle. Mucho me temo que no será así, y el tiempo da y quita razones. Pero sigo ratificándome en mis principios y razonamientos, en que los únicos que han sido ya condenados son los padres y familiares directos de la niña. Los han confinado en las celdas de la desesperación y son alimentados con la ración una ración diaria del agua de la tristeza y el pan de la impotencia. El sol, que antes solía brillar en la mirada de Marta, oscila por un perenne ocaso en el que sólo se cimbrean las tinieblas desde que sus párpados quedaron cerrados contra su voluntad. Y todo porque estos elementos, amparándose en los derechos legislativos de las personas de bien, se niegan a que una madre pueda abrazar, por última vez, el cuerpo de su hija, una necesidad natural ya que decidieron inmisericordemente alterar el orden lógico de la vida y los sufrimientos. Les están negando el reposo del alma, la tranquilidad de saber donde encaminar sus pasos para soñar que está cerca, que su proximidad la reconfortará en el sueño eterno. Esta miserable estrategia vendrá a ratificar la necesaria y urgente revisión del orden jurídico en este país. No son las víctimas las que tienen que cargar con la pena sino quienes infringen la ley y no demuestran más que brutalidad y animadversión por la vida ajena. Sobre ellos ha de caer, con toda su contundencia, la ciega espada de la justicia. Solo de esa manera se conseguirá una sociedad ecuánime y realmente libre, saludable en su pensamiento. De otra manera sólo conseguiremos el embrutecimiento de la condición humana y tenemos muchas posibilidades de caer en la bíblica sentencia del ojo por ojo.

lunes, 17 de octubre de 2011

CINE DELICIAS

Con los años uno se va encontrando como desubicado en sus propios recuerdos, como si el tiempo fuera nublando las imágenes que se configuran en la memoria para presentárnosla en blanco y negro, como las viejas televisiones que fueron impregnando, con la visión de los programas, nuestras fantasías de aquellos momentos. Pero hay cosas ineludibles, instantes que no se pueden alterar ni siquiera con el poder de la imaginación, con la fuerza de la nostalgia. Hay situaciones en las que uno cree poder regresar al tiempo de un instante de felicidad, al reencuentro de la ilusión de un primer beso o una caricia subrepticia en la butaca de un cine, mientras la música del nodo se convertía en cómplice de la inocente maldad, en el convencimiento de que nos alejábamos, con aquellos gestos, de la adolescencia y nos aproximábamos a la madurez. ¡Qué tiempos! Me alegré de volver a una sala de cine, al espacio decimonónico que conserva el ambiente, el color, las paredes y el telón de una verdadera sala cinematográfica. El mero hecho de traspasar aquellas puertas, con sus ojos de buey que nos avisaban del momento en el que se encontraba la proyección, abriendo nuestras almas al desasosiego si el films ya había comenzado, desplazando el pesado cortinaje que nos separaba de la oscuridad de la sala, desencadenó en mí sensaciones que desbordaron los límites del tiempo, cuando ir al cine era un hecho casi litúrgico, porque tal vez no intuíamos los despropósitos que nos esperaba al cabo de unos pocos años. Vivíamos el momento como si fuera la eternidad la que se nos descubría en cada segundo, porque cada segundo era un viaje que terminaba en el asombro. Le descubrí ya cuando su esplendor comenzaba a perpetuarse en la memoria de la ciudad. Allí vieron mis padres “Lo que el viento se llevó” y compartieron la felicidad de una tarde de domingo mientras Siete rudos hermanos emulaban, con hermosas melodías y extraordinarias coreografías, el rapto de las sabinas. Allí entendí que el arte tenía movimiento y color, que se oía y hasta prestando atención, podíamos oler las flores de un valle irlandés, o aterirnos de frío en las estepas siberianas. Allí nos refugiábamos de los primeros calores del verano, cuando en los institutos se impartían clases vespertinas, y sus atrayentes neones nos secuestraban la voluntad y soñábamos con semejarnos a los héroes del oeste que se batían tan sólo por el amor de una joven o la defensa del honor. De allí salimos bailando y mesando nuestros cabellos con brillantina, encantados por el descubrimiento de una forma de vida que había dejado de ser en su tierra, pero que venía a nosotros como novedad de la juventud inconformista y rebelde que comenzamos a ser. Un día tal como hoy, empezamos a descubrir los primeros síntomas del fracaso y el desengaño amoroso, la certidumbre de que la vida se nos venía encima aplomada y gris, que empezaría a sernos robada la ingenuidad alegre que prendía de unos tirantes y un pantalón corto, que se abría una distancia entre vidas que juraron jamás separarse. Un día tal como hoy, con el otoño arreciando y hojas regando calles de melancolías, dejándose pisar por la furia de una desbandada sentimental, cerraron las puertas del cine Delicias, el cine de mi barrio, para desposeerle el alma y trastocar todos los sentimientos que vagaban desde la sala de butacas al paraíso, desde sus pasillos hasta la sala de proyección. Venía anunciando su muerte la modernidad y las necesidades por rentabilizar los espacios, aunque ello supusiera el asesinato de los sentidos. Cada vez que paso por lo que fue acceso y puerta principal del cine de mi barrio, ascienden por mis venas un escalofrío y viajo a mi memoria para verme, en Technicolor, en aquella cola de horas para sacar una entrada y ver el estreno de Grease.

sábado, 15 de octubre de 2011

HONORES y PENSIONES PARA ASESINOS

Ya nada puede resultarnos extraño en un país donde la mentira se ha institucionalizado y ha pasado a formar parte de la cotidianidad. No hay titular de periódico en el que no se señale o ponga de manifiesto las maniobras de los políticos para llenar bolsillos, propios y de agasajadores y aplaudidores que les rodean, que los jalean como a los corruptos emperadores romanos. Es el signo de la evolución de la sociedad occidental, cuánto más se pueda desnaturalizar la verdad más relevancia se cobra en los medios de divulgación. Todo en la vida política parece tener un precio. Todo es factible, a nada se hace ascos, si se obtiene un fin. La vida de los mortales ciudadanos parece importarles poco a quienes manejan los hilos de la política. Alteran sus niveles de vida, retuercen las economías domésticas saturando los productos básicos con impuestos para sufragar los desmadres y los desequilibrios que ellos mismos ha provocado para atender a sus “necesidades básicas”. La dictadura del dinero se ha instalado, en las estructuras políticas, para esclavizar los pensamientos, para desnaturalizar las ideas y la voluntad de las personas. El poder de la avaricia y el consumismo ha dinamitado las bases provocando el derribo y la destrucción de los armazones que sustentaban los valores. De esta manera ha ido sucumbiendo la dignidad, la honradez y la integridad. Hasta ahora ha prevalecido, en la disposición y la mente del ciudadano, una actitud más o menos tolerante con las mentiras y los ejercicios dictatoriales de los políticos en sus apropiaciones, prevaricaciones o conductas irregulares porque lo que se intentaba sustraer era dinero, un valor metálico que jamás puede elevarse a la condición de otros, como el honor o lo sentimientos, las únicas posesiones que creíamos jamás podrían despojarnos. Pero estos políticos que nos gobiernan, a nivel nacional, parece que hace mucho tiempo que tiraron por la borda, no ya sus vidas que nos viene a importar muy poco, sino cualquier escrúpulo con el fin de afianzarse en sus poltronas. Y ahora pretenden, con engañifas, con maniobras tan viles como el asalto a las emociones, desposeernos del único bien que realmente nos pertenece: el alma. Eso es lo que pretende conseguir el gobierno de la nación, para seguir manteniendo su hegemonía, con las conversaciones que vienen manteniendo con los asesinos de ETA para la obtención de la entrega de las armas –obsérvese que nunca hablan de rendición- de esta banda de maleantes, extorsionadores y criminales, sin consideración alguna hacia quienes han visto cómo le quitaban sus seres más queridos con un tiro en la nuca o simplemente los destrozaban con la colocación de un artefacto explosivo en los bajos o al paso de sus vehículos. Es más, de atender las imposiciones que realizan los partidos batasunos, esos que ellos han alimentado y dado gloria, será igualar a los verdugos y víctimas en el dolor, significará la asunción de la doctrina de la violencia como consecuencia para que otros la adopten y consigan sus propósitos. Sostengo y mantengo que nuestra sociedad no sólo ha estancado su progreso, muy al contrario de lo que pregonan los voceros del partido gubernamental, sino que está en clara involución, tan sólo permitiendo las manifestaciones de los asesinos reclamando dignidad para sus actos, exigiendo que se reconozca el “sufrimiento que se le ha causado a Euskal Herria durante todos estos años y que debe asegurar que ese sufrimiento sea honrado, reparado y compensado económicamente”, y todo en perfecto castellano para que no quepa ninguna duda y con la poca vergüenza, y la desconsideración al referirse a los han matado, de querer equiparase a quienes han asesinado, “no negamos que la otra parte también ha sufrido, pero nosotros exigimos justicia para el sacrificio de nuestro pueblo en la lucha por la libertad”. Tal vez debiéramos retomar la memoria y sondear en la literatura sobre la exaltación de los valores humanos, que están muy por encima de miserable cuantificaciones económicas, y tomar las palabras Calderón de la Barca puso en boca de D. Pedro Crespo, el indignado y vejado alcalde de Zalamea, cuando responde a las cuentas que se han de pagar por estar al servicio del Rey: “Con mi hacienda, pero con mi fama, no; al Rey, la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios”.

viernes, 14 de octubre de 2011

LA JUSTICIERA VARA DE LA LEY

Por lo visto, uno de los mayores y más lacerantes crímenes que se pueden ejecutar hoy en día, es salir de nazareno en la Madrugada del Viernes Santo. Así lo ha dictaminado el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, una vez observadas las gravísimas pruebas y las contundentes y dolosas conclusiones presentadas contra el juez Francisco Serrano por acceder a la petición de un menor para poder efectuar la estación de penitencia con su hermandad, en la madrugada del Viernes Santo, en Sevilla, y alterar el régimen de visitas del mismo, en unas horas, en un caso de presunta prevaricación. Aún con la retirada por parte de la fiscalía de la acusación, el juez ha sido condenado a dos años de inhabilitación profesional, que podemos estar seguros cumplirá en su totalidad, mientras criminales confesos salen a la calle y terroristas con sanguinarios historiales viven en la opulencia, a costa de nuestros impuestos, con la mayor impunidad. Este juez de familia, que ha tenido la valentía de cuestionar la vigente Ley de Violencia de Género, que propicia la prisión incondicional de hombres inocentes ante las falsas denuncias de sus mujeres por presuntos malos tratos, Código que ha sido incapaz de frenar el sangriento goteo de asesinatos, ha sido víctima de su propia valentía, del poder de la lógica que debe amparar, en derechos y obligaciones, a los progenitores y no, como es caso, declinar el fiel de la balanza hacia uno de ellos. Ignoro si el proceder de la madre viene dado por un deseo para vengarse de la actitud de su ex marido o simplemente su halo de maternidad le alteró los niveles de protección sobre el hijo. Pero está claro que en ningún momento antepuso los deseos del niño por participar en la procesión del Silencio, la voluntad manifiesta de ser parte de una tradición que en nada podría perjudicarle, y sí los oscuros intereses que ha presentado ante los tribunales, en donde ha mostrado siempre una actitud trágica, casi histérica y acompañada de exposiciones denigrantes para con el juez y su esposo, con relatos inverosímiles y preguntas que faltaban al rigor. ¿Si no a qué el desmesurado interés por conocer si se permitía la salida de mujeres en su cortejo, o si se podía beber agua durante el mismo? ¿Qué subyace en este ataque directo a este juez precisamente? ¿Se aplicará esta misma vara de medida contra otros letrados imputados en delitos de mucha mayor envergadura? Si es así, y se nivelan los raseros judiciales y las penas se proporcionan a los actos, que se vayan preparando algunos y reconocidos legados para su internamiento en un nuevo Guantánamo. Mucho me temo que la actitud de los magistrados en la toma de esta decisión ha venido precedida por un desmesurado atosigamiento mediático, por un deje de cobardía para afrontar y desligar esta cuestión de intereses de un falso feminismo que ha querido castigar la valentía de este juez, que ha puesto en tela de juicio la necesidad de revisar la ley para castigar a padres torturadores y esposos que denigran y maltratan infame e impunemente sus conyugues, pero también es cierto que la ambigüedad de la ley da pie a muchas situaciones de desigualdad y desamparo de hombres que se ven apartados de sus hijos e incluso ingresan en prisión por delitos que jamás cometieron. Esta desquiciada sentencia no es más que otro nuevo despropósito que viene a acrecentar la necesidad de una profunda revisión de las leyes que rigen en nuestro país para tratar de equiparar los delitos a las penas. El amparo constitucional, el derecho a la igualdad y la presunción de inocencia ha de prevalecer para todos y en todos los casos, sin diferencias marcadas por las ambigüedades de criterios personales, ni la falsedad de una modernidad que se deshace en su primer contacto con la realidad. Si ésta situación se llega a desarrollar en otras circunstancias, la madre se lleva la niño al Disney París aún correspondiendo el tiempo de custodia al padre, muy distinto hubiera sido el veredicto final.

jueves, 13 de octubre de 2011

DE CÓMO LA BUROCRACIA COARTA A LOS EMPRENDEDORES

Hasta hace poco tiempo, exactamente hasta la pasada semana santa, esa que nos trajo la soledad al espíritu y calles anegadas y aluviones de agua como si del profundo invierno se tratara, mantenía la creencia de que Milwaukee era la capital de Wiconsin, el estado que se sitúa en las orillas del gran lago Michigan. Tan seguro estaba que así lo hacía llegar a mis allegados cuando me refería a mi amigo Federico Romero Santotoribio, que recién terminada su carrera de filología hispánica, ante las dudas laborales que suscitaban los primeros de la década de los ochenta, decidió enrolar su petate y dirigirse a este estado norteamericano para probar fortuna. Y a fe que lo consiguió. Tanto es así que ancló su vida profesional en aquella hermosa tierra –fue profesor de literatura hispánica de la Universidad de Wiconsin-, formando familia con una bellísima aborigen que le dio tres hijos. Hacía ya quince años que no visitaba esta tierra a la que tanto ama. Siempre la lleva en su recuerdo y gracia a los adelantos técnicos e informáticos se mantiene al día de cuanto viene sucediendo en esta Sevilla nuestra. En su despacho afloran sus recuerdos sevillanos por las paredes, recogidos en fotos y pinturas donde aparece, hermosa y sublime, la Virgen de la Estrella su devoción mariana. Él fue quien me sacó de mi error, la noche del miércoles Santo, en las inmediaciones de San Bernardo, mientras esperábamos el paso de la Virgen del Refugio y dábamos cuenta de dos papelones de pescaíto frito. La capitalidad del estado de Wiconsin la ostenta una pequeña ciudad, Madison, que es además donde se sitúa su selectiva universidad, su centro de trabajo durante dos décadas, pues ahora se dedica a labores empresariales. Es socio de una pequeña industria de fabricación de calzado deportivo y de un restaurante de comida española, “una mina”, me decía mientras se introducía un trozo de cazón con adobo y a un nazareno se le salían los ojos de sus órbitas observando cómo Federico deglutía y empujaba el trozo de pescado con un prolongado sorbo de cerveza. Volvía a reencontrarse con su esencia, con la razón de su ser. Es inaudito que una persona regrese a su ciudad de origen y no la encuentre cambiada en su propia condición. Esperaba que los años hubiesen obrado el milagro y se hubieran transformado y modernizado sus estructuras sociales, burocráticas y económicas. Pero la burra siempre tira al trigo. El negocio de las zapatillas deportivas iba viento en popa y habían pensado expandir el negocio por Europa e implantar en Sevilla la fábrica, que daría trabajo directo a sesenta personas, y desde aquí ir introduciendo su producto en el continente. Pero todo fueron trabas burocráticas y administrativas, viajes de un departamento a otro, de una mesa a la del al lado para volver a la puerta. Así un día y otro, y una semana y otra, y cuando conseguían dar un paso enseguida se izaba una valla con una ley o con un decreto. Los coste de las tasas locales, provinciales y autonómicas se sobreelevaban haciendo inviable el proyecto. Algún funcionario incluso llegó a comentarles que la licencia de apertura, corriendo mucho, tardaría siete y ocho meses, una vez la nave pasase todas las inspecciones necesarias. Estimaron en dos años el inicio de la actividad. Se fueron aburridos. Hoy la planta de producción se levanta en una región de Marruecos donde no sólo le han facilitado su implantación sino que el mismo gobierno ha otorgado subvenciones inmediatas –al socio norteamericano de mi amigo tuvieron que explicarle qué era una subvención- para acelerar el proceso. Lástima de país donde la burocracia campa por su respeto. Al menos Federico pudo enseñarle a sus hijos la belleza de la Semana Santa de su tierra. Al montarse en el avión las lágrimas corrían por sus mejillas. Algunas por la nostalgia del reencuentro de sus sentidos y sentimientos, otras por la desilusión de encontrarse con una ciudad que ha evolucionado tan poco administrativamente.

miércoles, 12 de octubre de 2011

EXCREMENTOS y ANIMALES

Tener como mascota un perro es un ejercicio de responsabilidad y un compromiso con la ciudadanía mantener las calles limpias de las defecaciones y orines que los pobres animales realizan, una necesidad fisiológica natural en todo ser vivo. Quienes poseen un perro –hay otras mascotas pero por lo general resuelven estos problemas en sus propias estancias, véanse peces, ratitas, gatos, arácnidos y serpientes, que ya son ganas de mantener un bicho en una casa- debieran proceder al adiestramiento y educación de éstos para que sus excrementos no regaran las vías de la ciudad convirtiéndolas en verdaderos pudrideros o motivando el endemoniamiento de los sufridos ciudadanos que se ven sorprendidos maldiciendo, pública y estentóreamente, cuando una esas mierdas –hay algunas que parecen depositadas por elefantes- se adhieren pegajosamente a las suelas de los zapatos. Evidentemente el problema es de civismo, de educación, pero no del animal sino del otro que va tirando de la correíta y va pensando en las musarañas sin importarle la falta de respeto hacia el común de la ciudadanía. Sí ya sé que los ayuntamientos han elaborado leyes y edictos que procuran evitar estos anómalos comportamientos con la imposición de sanciones económicas para quienes no retiren de la vía pública los excrementos de sus mascotas. Con esta regulación sólo se consigue que el propietario mantenga la distancia sobre el bicho y amplíe su campo de observación, prospección ocular que le asegure la no presencia de una dotación policial, hecho que es más que probable como todos sabemos, pues la principal ocupación de los munícipes agentes de la autoridad se centra en castigar las infacciones circulatorias haciendo caso omiso a otros compromisos de legalidad que vienen ocurriendo en la vía pública, como el caso que nos refiere ahora. *Tan tranquilo iba el hombre, concentrado en la lectura del periódico, cuando un chasquido le hizo perder su ensimismamiento. Pausadamente retiró el diario de su visión y durante unos segundos quiso que su presentimiento, sobre aquella onomatopeya, no fuese más que el producto del aplastamiento de algún desperdicio desubicado, o mejor aún, la proyección de sus miedos en su imaginación. Pero no. Acaba de pisar la defecación, esponjosa y parda, de algún perrito. Los improperios –los cuales no voy a reflejar en este artículo por deferencia a quiénes me leen- fueron dignos de ser recogidos en el manual del perfecto blasfemiador. Relucieron maldiciones, imprecaciones y hasta juramentos que promovían violentas represalias contra el propietario del can. Pero ¿sobre quién? En seguida se iba acercar, de encontrarse en las proximidades, el interfecto. El colmo de la mala suerte, para el pobre y sufrido viandante, vino cuando en su deseo de desprender, de la suela de su reluciente zapato, del maloliente excremento, el trozo de papel de periódicos con el que realizaba la maniobra de desacople se rompió impregnando de heces sus dedos y hasta el borde de la manga de su camisa. La escena, propia del mejor guión de Berlanga, concluyó cuando se acercó otro pobre hombre, preocupándose por el estado colérico, casi de shock, e intuitivamente y en su ánimo de desprenderse por fin de aquella asquerosa maldición, restregó sobre la camisa los restos de aquella inmundicia. Cuando el conflicto casi llega a las manos, apareció una dotación de la policía local y se llevó a los dos individuos. Ignoro cómo habrá terminado el suceso, pero estas situaciones podrían evitarse. De lo que sigo estando seguro es que falta aún mucha educación cívica y respeto hacia a la libertad de los otros. Me estoy refiriendo a esos animales que salen a la calle y van tirando de los pobres e irracionales perritos, evidentemente. *Situación real y contemplada en la avenida de Eduardo Dato

martes, 11 de octubre de 2011

EL CONVENTO DE SAN LEANDRO

Aleteaban los días en el almanaque de pared, cuando una brisa fría se colaba por los resquicios de la ventana mal encajada e iniciaba a declinar diciembre, y que parecía incrustado en la reverso de la puerta. Desde que tuve uso de razón ví aquel calendario con San Francisco Javier oteando el blancor del techo con esa mirada dulcemente mística que embaucaba a mi tía Angelita. Era una sensación mágica la de aquel anuario que parecía mantener vida propia. Reconozco que a veces me asustaba contemplándolo pues el misticismo de sus ojos parecían buscarme por cualquier lugar de la estancia a la que me desplazara. Por eso, en aquellos mañanas de invierno en las que mi madre me dejaba a su cuidado, permanecía en total quietud y con mis piernas colgando de la silla. En los quehaceres domésticos pasaba aquella mujer, toda energía y vitalidad, el tiempo. Desde la cocina se extendía, por el partidito de la vieja casa de vecinos, un suculento y denso aroma a potaje o puchero recién elaborado, y cuya observancia bastaba para alimentar el deseo de transgredir el pecado capital de la bula. Pasaba mi tía Angelita con la fregona emulando a Juana Reina entre dientes y al situarse a mi altura me obsequiaba con una sonrisa. Yo le respondía con otra y seguidamente bajaba la vista para seguir concentrado en la lectura de aquello tebeos que adquiría sólo para entretenerme. La tranquilidad de la rutina diaria serenaba mis infantiles inquietudes y mancomunaba los sentimientos familiares, los lazos de sangre que nos unían en el afecto y el cariño. Hacía algún tiempo que había regresado de Alemania, donde dejó su juventud, la salud y algún amor, para reconstruir su vida, para reencontrarse con sus orígenes y formalizar el contrato que la ligaría al dolor y a la resignación de aquella maldita enfermedad, aunque a veces su orgullo y altanería la enfrentara duramente. Tras el almuerzo, mediada la tarde y cuando la radionovela concluía y descubría la sentimentalidad y bondad que se retenía en aquel espíritu libre y rebelde, nos adentrábamos en el laberinto callejero que era San Julián, aquel trazado urbano que está horadando ahora mi memoria y me devuelve la sensación táctil de sus manos conduciéndome para descubrirme los hermosos parajes de esta ciudad encantada que era Sevilla en mi infancia, y correteábamos por aquel tamal urbano que nos hacía desembocar en Santa Catalina, enfilando luego la calle Alhondiga para encontrarnos de improviso con la majestuosidad de la Iglesia de San Ildefonso, tras haber sorteado el gran laurel de las indias y la pila de los patos que pulverizaba y humedecía los aledaños de sus bordes y convertía a la plaza de San Leandro en un sombrío espacio becqueriano. El tintineo arrítmico de la campanilla, que nos anunciaba al silencio y avisaba de nuestra presencia al recogimiento que se guardaba tras aquellos muros que custodiaban el secreto del dulzor de sus yemas, producía un efecto sorprendente y alertó a mis sentidos por la gran maravilla que había de descubrírseme cuando las dos hojas de la puerta se abrieron y se me mostró el convento en todo su esplendor. Aún resuenan los suaves cantos de las novias de Dios y el eco de las pisadas de un niño profanando el ensolado que nos conducía a las cocinas. Aún conservo la visión del claustro, de las blancas paredes que guardaban salmos de siglos glorificando al Señor, de la pulcritud y limpieza de aquellas mesas de mármol donde se disponían las yemas de San Leandro y el cuidado con la que eran introducidas en las cajitas. Cuando salimos ya había caído la noche y un coro de campanilleros niños alegraban los silencios de la plaza cercana. Hoy, como al poeta Rafael Montesinos, la memoria ha buscado el camino más corto para herirme y los medios locales de información me muestran aquel grandioso convento sacudido por olvido y en ruinas y necesitado de nuestra ayuda, de una mano, como la de mi tía Angelita, que nos conduzca a la solidaridad para la salvación de este espacio que es parte esencial de la ciudad y por ende anclada en la memoria de todos.

lunes, 10 de octubre de 2011

DEVOCIÓN y OBLIGACIÓN

Los tiempos van cambiando al mismo ritmo que los avances tecnológicos van definiendo las nuevas estructuras de los comportamientos sociales. Gracias a las nuevas y revolucionarias técnicas científicas podemos disfrutar de una existencia más cómoda, menos sufrida, proporcionándonos además tiempo libre para gozar de la familia o de aficiones lúdicas que sin estas modificaciones en las conductas y especialidades mecánicas nos sería imposible disponer, beneficios procurados por situaciones que hace apenas unas décadas no podíamos imaginar. Si a todo eso añadimos que los promedios vitales se sitúan en torno a los ochenta años podemos destacar que la humanidad se halla en uno de los mejores y más esplendorosos momentos de su existencia. Las redes sociales mantienen en alerta a millones de seres que se comunican entre sí de manera casi instantánea, que nos acerca a personas cuya distancia física alcanza los miles de kilómetros y nos posibilita la expansión y la comunicación con otros pueblos, uniéndonos en la diversidad, ampliando nuestros conocimientos, acrecentando la cultura y la sabiduría. Pero relativamente curioso observar cómo nos distancia de las personas a las que tenemos junto a nosotros y cómo altera los comportamientos cotidianos incluso para con nuestros familiares directos y cómo puede a llegar a distorsionar los sentimientos y hasta los valores religiosos. Quienes me conocen saben que no soy precisamente un ser al que se le haya otorgado el don de la santidad, ni lo pretendo ni lo quiero, que como el resto de los mortales mantengo mis debilidades y mis inseguridades, que a veces suelo vacilar de mis propios ideales cuando no veo las actuaciones correctas y que son estas alteraciones las que me sitúan precisamente en la raíz de la normalidad. Creo en el orden social y en el respeto y hasta en la educación y en las buenas maneras, lo que no creo que suponga activar conductas inmovilistas. Pero me entristece mucho la utilización que algunos proceden en esos instrumentos de comunicación cuando se refieren a sus sentimientos devocionales. Supongo que lo hacen con la mejor voluntad, sin ninguna mala intención y hasta con propósitos de afinidad cariñosa. No tengo la menor duda pero están haciendo un flaco favor a la religiosidad popular y al verdadero y único sentido para el que fueron concebidas las Sagradas Imágenes. Denominarlas como si fueran piezas de museo, o como a un bailador de flamenco, y que salen a la calle para alegrar los instintos folklóricos de algunos, es vulgarizar la fe, situar su condición en el rango de lo humano, desvirtuar su origen de santidad anteponiendo un apodo inadecuado e insólito, desprendido de cualquier condición sobrenatural. Estas nominaciones, que ni siquiera son originales, sólo provocan alterar y minimizar el gran poder de las Imágenes. No hay que olvidar que las hermandades son parte indisoluble e inconmovible de la Iglesia y que las Imágenes están bendecidas por ella. Cumplen un fin primordial, concebido en sus orígenes, de catequizar y acercar el mensaje redentor de Cristo al pueblo, que no es lo mismo que desacralizarlas con adjetivaciones como el príncipe de la Resolana, el bonito de San Gil, el niño de mis ojos, el rey de la calzá. No debemos seguir con esta desvaluación del sentimiento religioso de nuestras Sagradas Imágenes porque estamos dando pié, a quienes tanto nos critican y ponen en tela de juicio la Divinidad a la que rendimos culto, para justificar su ateísmo y lo que es peor, dar argumentos al agnosticismo reinante de que nuestros sentimientos se desperdigan en el folklore puro y duro. Tras las imágenes hay mucho servicio a quienes menos tienen, a quienes necesitan compañía o se ultrajados en sus pensamientos. Y no olvidemos que en muchas regiones del mundo continúan martirizando a católicos por defender los dogmas y la palabra de Nuestro Señor Jesucristo Utilicemos estos foros para propagar las verdaderas y magníficas enseñanzas de Cristo, la unción mediadora de su Bendita Madre, con las bellas advocaciones que instauraron nuestros antepasados –no conozco a ninguna mujer mayor que llame a la Virgen “mamá” y sí Esperanza- y por las que muchos padecieron persecución e incomprensión. No tratemos de alterar la originalidad ni la profundidad teológica con apodos seudoagnósticos porque estamos hablando, nada más y nada menos, que de nuestros referentes devocionales, de Jesús de Nazaret y de su Madre, la Virgen María.

viernes, 7 de octubre de 2011

ROSARIO DE LA ALEGRÍA, ROSARIO MADRE DE DIOS

Es el jardín florido que perfuma las estancias del templo. Es el silencio adquirido en la devoción y en el amor para no alterar el sueño del Niño ungido con la Gracia del Padre. Es una letanía de oraciones perdidas por los rincones, que son las cuentas engarzadas en el argénteo hilo que se fruñe y ensarta en el hilo de la memoria. Es el rezo apagado que cruza los espacios santificados por Su mirada, por el resplandor que irradian sus ojos absortos en la alegría que La llena. Es soporte materno que abraza y sostiene mis sueños, la ilusión de la vida eterna que se proyecta en el sentimiento onírico que viene y va en el descanso que procura el Hijo a quien se deja apresar por sus sueños, es la quietud que reposa en el hombro y se proyecta hasta el alma para conformar la historia de la gran verdad de la humanidad. Es la Imagen que nos ofrece al Amor, que nos llena el espíritu, que nos sustrae de la tibia cotidianidad para ahogarnos en el inmenso mar donde se ondula la alegre marejada de su mirada, ésa que transmite el gran mensaje de la fraternidad, la que pregona la Gracia de la bondad. Es el candor de su rostro asomándose al balcón de la nostalgia que se prendió un día en el corazón de los hortelanos, es el frescor de sus manos, recién adornadas por el rocío, el que revitaliza el impulso que nos acerca al Bendito. Es el dulzor de sus labios que musitan la nana que nos eleva a la gloria, la entonación salvífica que proclamaron los profetas cuando se aventuraron a vaticinar la grandeza de su espíritu, el reinado de su servidumbre cuando el Verbo se encarnó en su vientre y La bendijo por los siglos de los siglos. Es la atemporalidad que nos trastorna su contemplación, ese enfrentamiento que nos disloca los estadios del tiempo, que logra alterar el normal discurrir de las horas y nos desdibuja la naturalidad hasta el enturbiamiento de los sentidos. Son las flores que La rodea las que protestan de su belleza, las que se encelan con el aroma que se desprende del propio Ser, las que se ven denostadas y vencidas por la luz que irradia. Son las sombras que huyen y se pliegan por no fenecer ante la exultante luminosidad que brota del pecherín donde empieza a adivinarse el misterio de la redención, playa de finas y albeas arenas donde se orillan y reposan los diminutos pies que marcarán el discurrir del linaje humano. Es todo el poder de nuestros ancestros retornando para signarnos el camino que hemos de seguir, toda la antigüedad de los sentimientos, esos que planean por los cielos de la historia para que los hombres no olvidaran, ni dejaran de ver la Esperanza, las horas perdidas que se buscan ahora para reencontrarse con el premio de la eternidad, con el triunfo de la vida. Es dejarse prender, como idealizara y sentara Unamuno, por el sueño del Creador, para que soñándonos nos otorgara la placidez de una existencia cierta y verdadera, real y sustancial. Sueño de Dios que nos hace feliz y nos centra y concreta en el universo como seres privilegiados porque nos fue legado el amor. Hoy el espíritu se transfigura, se nubla y se asienta, recordando el Bendito sueño del Niño sobre el hombro de la Virgen María. Hoy los silencios se tornarán rezos, aleluyas susurrados para encomendarnos y acercarnos a la Mediadora entre Dios y los hombres. Hoy podemos engarzar nuestras oraciones entonando el canto más hermoso, la nana más sublime, el rezo del Santo Rosario, la oración que nos acerca a María que es puente y vínculo para encontrar a Dios. Rosario es signo de la alegría, Rosario es muestra del más puro candor, Rosario es victoria segura que se prende del amor, Rosario es Reina del Cielo y en la Macarena tiene asentado el honor de ser custodia materna del sueño del mismo Dios.

jueves, 6 de octubre de 2011

COPA DAVIS: DEL MANGAZO A LA ILUSIÓN

En otros días, en otras horas, en otras épocas en las que todo era enajenable y hasta se montaban comisiones para hacer fabulosos juegos de prestidigitación con dineros e inmuebles propiedad del ayuntamiento, ya se estarían frotando las manos los grandes chatarreros ante el anuncio de la designación de Sevilla como sede la final de la Copa Davis, ya estarían sopesando cómo disimularían las piezas de la majestuosa estructura que se montó para el mismo evento de hace siete años, cuando el equipo nacional de tenis levantaba la famosa ensaladera, capitaneado por un jovencísimo Rafa Nada, que ya comenzó a amedrantar sus deportivos enemigos desde las eventuales pistas que se instalaron en el estadio de la Cartuja. Supongo que casi al mismo tiempo que el capitán levantaba el galardón que los proclamaba como campeones, alguien ya estaba elucubrando cómo convertir en negocio aquellas estructuras, cómo asegurarse unos ingresos atípicos detrayéndolo de la grandiosa inversión que acometió el ayuntamiento de la ciudad. Vamos, que sin costarle un duro, el listo de turno, el que nos tomó a todos por tontos, se forró, con solo la exposición a ser descubierto durante la requisa y el traslado de aquellos elementos metálicos, que dieron forma y acogieron la gran victoria del tenis español. Cuando se descubrió la desaparición –sustantivo que adormece en su significado la contundencia del robo por descaro- los munícipes gobernantes se sorprendieron por tan colosal hazaña e incluso alguno llegaría a lamentar aquello tan manido pero tan cierto, de “cómo no se le habría ocurrido a él”. Un negocio tan redondo dejado escapar. Ayer se designó a Sevilla como la sede que acogerá la final de la Copa Davis y los responsables ya se han apresurado para anunciar el alquiler de la majestuosa obra de ingeniería que cubrirá el sector del estadio que albergará la pista. Una decisión de lo más venturosa y que, de momento, ya evita que los sesudos especuladores de turno comiencen sus maliciosas elucubraciones. Un nuevo acierto del equipo de gobierno de la ciudad, que pese al escaso tiempo que lleva administrando los valores de esta ciudad ha conseguido una victoria excepcional, para la promoción y el acercamiento de inversores, ya que pondrá a Sevilla, durante los días que dure el evento deportivo, en el centro de la atención mundial, hecho que repercutirá muy positivamente en la reivindicación para la instalación de nuevos motores que dinamicen los valores industriales y económicos de una ciudad tan necesitados de ellos Si con eventos de la relevancia e importancia, a nivel mundial, se logra atraer la atención sobre las especiales características de esta tierra, y su repercusión económica incide positivamente en la vida de los ciudadanos, bienvenidos sean. Son estas inversiones las que hacen rentables las gestiones, las que hacen posible el avance de las ciudades. Hay que saber competir con otras que no tiene, ni por asomo y aproximación, el atractivo turístico, social y cultura de la nuestra. Hay que saber manejar nuestras cartas y vender la gran marca que es Sevilla para atraer cualquier industria. Hay que luchar en cuántos frentes se pongan a nuestro alcance porque no hay peor gestión que la que no se realiza. La valentía que está demostrando Juan Ignacio Zoido, junto a su equipo de gobierno, en estos primeros meses de su mandato, es digno de encomio. Solo hay que querer trabajar y no esperar a pegar el pelotazo, echado a la sombra de una parra, mientras cantan las aduladoras cigarras para conseguir prebendas, sin doblar el espinazo. Cabezazos se estarán pegando algunos al comprobar que se alquilarán las estructuras y las gradas para la final del Copa David, un evento de primer orden que expondrá a Sevilla frente al mundo. Sepamos aprovecharlo.

miércoles, 5 de octubre de 2011

PERO ¿EXISTE ESPAÑA?

Lo dijo Juan Manuel de Prada en la conferencia –magnífica y soberbia- que ofreció ayer, en la inauguración del curso del Aula de Cultura de ABC. En su disertación “Pero ¿existe España?”, dejó muy claro que España es patria de antiguos valores que están intentando denostar y que éstos, inexorablemente están ligados a la religión católica, que ya viene inscrito en el gen del español. Intentar desligarlo es acabar con la propia historia de la patria, aniquilar la esencia misma del entendimiento del símbolo patria. Lamentablemente su alocución estuvo llena de grandes verdades, especialmente cuando hizo referencia a la pretensión de algunos por desnaturalizar nuestra propia historia, desvinculando a nuestros principales héroes y personajes de la formación y construcción actual de la nación, desposeyéndolos de sus virtudes y del papel con el que contribuyeron a conformar un estado con identidad propia, con peculiaridades regionales que las diferencia de otras y por la implantación de la religión católica como inexorable cordel de unión entre los pueblos. No faltaron, en la esplendida y locuaz disertación de este escritor vasco las llamadas a la anécdota, como la referida a Agustín de Foxa, a su entender uno de los grandes genios de la literatura del siglo XX, cuando ofreció una conferencia sobre el Siglo de Oro, en el Santiago de Chile de Salvador Allende, y recordó el escritor madrileño que en España se moría por honor, a lo que un chileno le replicó que ellos morían por la democracia, Foxá le contestó que eso era lo mismo que morir por el sistema métrico decimal. La reivindicación de la recuperación de los valores que nos están siendo sustraídos por la implantación del estado laico, hace de José Manuel de Prada un escritor comprometido con su país, con sus gentes y con su cultura. Es más, adquiere una condición de valentía frente a quienes, pudiéndolo hacer porque tienen tribunas desde donde elevar su voz, deciden continuar vendiendo sus conocimientos por un plato de lentejas, y no toman conciencia de la importancia de una implicación para restituir la grandeza de un país que siempre se distinguió, excepto en algunas virulentas etapas históricas, por enhebrar su conciencia al honor. La posición del autor de “Las máscaras del héroe” haciendo frente a quienes están intentando convertir el suelo español en una empresa de servicios, ante los intereses particulares de sus actuales gobernantes, es digna de encomio. No necesita méritos ni halagos este escritor que ha demostrado un uso de la lengua española extraordinario, que ha conseguido el reconocimiento de la crítica y de los lectores españoles. Sin embargo ha toma la lanza en esta nueva cruzada por revitalizar la vida del español de a pié, de recobrar la firmeza y el valor para enfrentarnos y revolvernos contra el robo de la identidad en pos de una moderna globalización que nos lleva al empobrecimiento de cultural y a la decadencia. En la enfatización, constante y perenne de ciertos políticos, sobre la necesidad de desmembrar un país con constantes mensajes independentistas, subyace el gran interés del odio, promovido por la derrota de sus grandes pensamientos políticos, socialistas que no han sabido digerir la gran mentira de unas ideas, y que ahora utilizan ácidamente sus eslóganes para corroer las estructuras y cimientos sociales que se han venido construyendo, desde hace siglos, con el fin de sustentar a este país. Estoy de acuerdo con Juan Manuel de Prada -creo que tengo muchos escritos en los que hago referencias en este sentido- en que España está viviendo un momento crucial, una situación peliaguda, en la que corremos el riesgo de aniquilar cualquier conocimiento que nos lleve a los orígenes de la grandeza y que no seamos capaces de transmitir a nuestros hijos y que desaparezca esta la hermosa verdad que fueron escribiendo en letras de oro, con gestas y sus actos de heroicidad, nuestros antecesores en el gran libro de la historia de España.

lunes, 3 de octubre de 2011

¡¡VIVAN LOS OTROS!!

Mucho me temo que algunos se irán quedando en la nimiedad, que irán apartándose del camino que emprendieron, con una ilusión forzada cuando todo estaba por hacer, y tomarán el sendero de la protesta y la controversia por el mero hecho de que las luces pequeñas del árbol de Navidad del Ayuntamiento no parpadeen. Quienes tratan y analizan la situación, política, económica y social, por la que atraviesa esta Sevilla nuestra, tras el bárbaro paso de la caballería de Alfredito el Grande asolando los campos y desvalijando las arcas, saben la dificilísima situación por la que atravesamos. La actual Corporación municipal antes de tomar posesión de sus cargos mandó fiscalizar y auditar todos los libros de cuentas con el fin de mostrar a la ciudadanía la afrenta a la que debían oponerse, una actuación que puso de manifiesto los escasos recursos económicos con los que podía contar el nuevo gobierno municipal. Excepto en el Área de Fiestas Mayores, que dejó solventada todas sus deudas y el fondo para afrontar los pagos pendientes, gracias a la magnífica gestión que desarrolló Rosamar Prieto y su fiel caballero Carlos García Lara, las demás las arcas mostraban una aparatosa desolación, con una tristeza propia de un domingo de Resurrección, y en donde hasta las arañas presentaban facturas para cobrar. A la cola, que está sola. Pero lo que realmente me sorprende es que, con tan escaso tiempo en el mando de esta ciudad que izaba el blasón del descontrol y el desgobierno, haya voces instigando ya las primeras actuaciones acometidas, o mejor dicho, en según qué casos, no afrontadas. Respaldan sus críticas en la no paralización de la torre Pelli, obra que se está ejecutando en la entrada de la Isla de la Cartuja, en la antigua Chapina, y que va a cegar las hermosas panorámicas de la capital; o en las campañas de información a los ciudadanos para que, de una vez por todas, impongamos nuestro derecho para aparcar con libertad y sin la coacción de los innumerables gorrillas. En el primero de los casos, el gobierno de la ciudad, bien podría haber contratado una escuadrilla de mineros dinamiteros de Chile –en España ya no quedan- y volar las incipientes estructuras. En el segundo, dejar de impulsar cualquier iniciativa, dado los escasos medios con los que se cuentan, y que todo siga igual, que los que forman el gobierno se lancen a las calles, mientras nosotros seguimos en las gradas para aplaudir y levantar y bajar el pulgar, según se cumplan o no nuestras particulares y exclusivas conveniencias. Yo hace ya tiempo que decidí no dejar en manos de ningún gobierno –de ninguno- el uso de mi libertad, que es compromiso con mi ciudad, mi región, mi país, de mi gente, y procuro, aunque sea mínima y atomizadamente, aportar mi grano de arena para lograr un sistema social donde la convivencia y el respeto se superpongan a mis intereses particulares, por los que suelo velar también, evidentemente. Intervenir y participar para poder enjuiciar. Los toros desde la barrera son muy bonitos. No me gusta quienes pregonan sus adhesiones incondicionales y retiran cualquier confianza adscrita a las primeras de cambio y berrean como niños mimados cuando no se atienden sus súplicas –ahora me voy, ea-, en vez de enfrentarse, si hay que hacerlo, y solicitar responsabilidades. Esto es lo fácil, apuntarse al colectivo “VIVAN LOS OTROS”, unos tipos muy sui géneris. Es un espécimen muy sevillano, aunque tiene su origen en Cádiz, y cuya historia se remonta a finales de la década de los setenta cuando un grupo de estudiantes hispalenses se formaban en la facultad de medicina de la Tacita de Plata y cohabitaban en un piso, desde cuya terraza podían ver todos los partidos que se disputaban en el estadio Carranza. Tuvieron la idea de situar una pancarta en la balconada alentando siempre al equipo contrario, por lo que eran objetivo de las iras de los futboleros gaditanos. Viva er Betis, viva er Sevilla, viva el Madrid, viva el Barcelona –el giro lingüístico catalanista actual no estaba en uso fuera de los límites de la región-, todos los domingos una pancarta distinta, lo que conllevaba un gasto económico que empezaban a no poder sufragar. A uno de ellos se le ocurrió, para mostrar aquel aliento al equipo rival del Cádiz, utilizar un único lema que los aglutinara a todos. Así confeccionaron una pancarta con la leyenda “VIVA EL OTRO”, el que fuera, sin distingos de colores, que podían quitar y poner todas las jornadas. Hasta en una chirigota salieron. Pues eso es lo que algunos pretenden, hostigar a los que estaban –desde luego en nuestro particular caso, con toda la razón del mundo- y luego ejercer el atosigamiento apenas han pasado unos meses con los nuevos, los que ellos mismos han puesto, cuando no se tiene margen de maniobras por la situación heredada, y donde sólo es posible adecuarse a los estrictos poderes de la imaginación. El voto es depositar confianza, dar tiempo a que trabajen, a que realicen las empresas delegadas. Sin esa confianza poco podrán hacer y los que están enfrente intentarán hasta jalear, para mejor poder manejar luego, a quienes forman parte del colectivo “VIVAN LOS OTROS”.