
Numerosas
personas se unieron a estas protestas pacíficas e inundaron las calles con
lemas reivindicativos, y que exigían la toma de medidas inmediatas para
solucionar, de una vez, este gran problema que está destruyendo la sociedad con
más de seis millones de parados. Se está eternizando esta situación y muchas
familias ya no tiene donde acudir, si no son centros de beneficencia, que
curiosamente no están regidas por estamentos o instituciones políticas, que
parece ser solo tienen preocupaciones por cuestiones baladíes, sin importarles
lo más mínimo, que el desempleo consiga cotas históricas, que los jóvenes
tengan que marcharse para poder labrarse un provenir o que las atenciones
médicas y la enseñanza pública no consigan las inversiones necesarias para
poder ampliar, a los ciudadanos, estos necesarios servicios, que si no dejan de
mantener la calidad, es gracias a los profesionales que se esfuerzan en atender
y procurar lo que las instituciones son incapaces de sostener.
Los
recortes, que a veces me pregunto si de verdad se están llevando a cabo en
donde debieran efectuarse y no en los de siempre, están propiciando la falta de
inversión. Los bancos siguen sometiendo a sus clientes, les imponen condiciones
leoninas en el cobro de comisiones y tienen paralizada la concesión de préstamos
a los inversores, a los emprendedores, que son los que reactivan la situación
económica con su valentía y su decisión.
Comentaban
ayer en el diario El País, que un empresario catalán, Edu Sentís, había
obtenido la concesión, para la fabricación, instalación y mantenimiento, del
servicio de bicicletas Copenhague,
ciudad modelo para este tipo de transporte, licencia a la que presentaron
proyectos más de treinta empresas de todo el mundo, a la que optaron con una
propuesta innovadora, en la que los velocípedos se fabricarían en nuestro país,
lo que generaría nuevos empleos, y potenciaría un mercado y nuevas expectativas
económicas en este sector industrial.
No contaba el empresario, a pesar de
la atractiva operación para cualquier entidad financiera, en otra parte del
mundo, claro, que estamos en España en donde poco menos hay que ser
multimillonario para poder avalar un negocio de esta envergadura, un estado
donde los bancos necesitan garantizar los préstamos a la inversión con el 120%
del valor de la transacción. Para ejecutar el proyecto, que además tenía
probada la liquidez con dos millones de euros de beneficios –los daneses se
obligan a pagar al empresario conforme se van ejecutando los plazos de obras-
necesitaba tres millones. Ninguna entidad financiera ha querido “invertir”,
casi sin riesgo, en la idea de este emprendedor. Pero lo peor es que las instituciones
establecidas por el gobierno para concretar ayudas, tampoco han querido proporcionar
y reconducir las soluciones para que una empresa española, repito, con margen
de beneficio estimado de antemano, pueda contribuir a frenar el descalabre de
una situación que se está enquistando de manera peligrosa, en el tejido más
sensible de su cuerpo. Así
no hay manera de regenerar la situación económica.
Si
el dinero que se inyecta a los bancos solo sirve para nivelar sus balances y
resultados positivos, el país va al desastre. Y no me refiero al éstos, sino a
los ciudadanos que cada vez cuentan con menos derechos, con más impuestos y con
una sustancial rebaja en el bienestar.
Ayer
volvimos a manifestarnos. Y no éramos perrosflautas, sino gente que estamos pasándolo
muy mal, gracias a la presión de este gobierno –señor Rajoy, ¿los españoles
somos sólo los ciudadanos? ¿Son los bancos una casta especial a los que tenemos
que engordar a costa de nuestra sangre?- y de la inutilidad del anterior – ¡jóder
con la sociedad del bienestar que nos prometían!-. Había médicos, profesores de
universidad, licenciados, profesionales, amas de casa, niños con ropa de sus
hermanos mayores y hasta abuelos, que son los que están manteniendo con sus
pensiones a familias enteras. Dios sabe qué puede pasar cuando empiecen a
faltar. Que sea dentro de muchos años. Y lo peor, es que nos estamos
acostumbrando a la necesidad.
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