Entre
unos y otros, la casa sin barrer. Éste problema de Santa Catalina parece no
tener solución, al menos a medio plazo. La pelota va de un tejado a otro sin
que nadie mantenga la habilidad de pararla, echarla al suelo y disponer el
mejor pase. El símil no es mío sino de un amigo, que busca solución a cualquier
problema emulando tácticas futbolísticas. Y a fe, que en la mayoría de las
ocasiones, pone el balón en la escuadra.
Hace
ya más de tres mil días que permanece expuesta al libre albedrío de los
dirigentes eclesiales y políticos de turno, que se pierden en razonamientos
burocráticos mientras las bóvedas corren gravísimo peligro de derrumbe, y eso que
el invierno pasado fue muy suave, los artesonados están en situación de ruina,
bien declarado de interés cultural, y sus retablos permanecen expuesto a la desolación
del olvido, al ninguneo ignorante de quienes debían procurar reponer al culto y
a la exposición cultural de quienes así lo vean. Esta obra ejemplar del mudéjar
se perderá si no se toman medidas urgentes –habrá que explicar el significado
intrínseco, semiológico y semántico del vocablo, porque parecen manejar un
diccionario distinto-, ante el analfabetismo y displicencia que demuestran los
valedores de los sentidos de la ciudad que no ven en ella sino una moneda con
la que obtener méritos sociales y réditos políticos ante una ciudadanía que empieza
a hastiarse de tanta palabrería vana, en propuestas que nunca se resuelven, ni
terminan, ni concretan, que permanecen sordos a los clamores populares y a las
soluciones que se plantean.
Las
administraciones y la Iglesia ya han tenido tiempo suficiente para entroncar
sus propuestas, para instaurar una comisión en la que todas las partes
estuvieran representadas, coordinar las propuestas y habilitar la solución más
adecuada. Incluso podría contemplarse la posibilidad de completar los
presupuestos, con una aportación anexa, de alguna empresa que patrocine los
trabajos. A eso no pueden negarse si la participación repercute el bien recuperado.
Nadie puede oponerse ni aturdirse ante una propuesta cómo la señalada.
El
primer edil de nuestro ayuntamiento ya anunciado la concreción de un
patrocinador para la construcción, o remodelación, del palacio de deportes y
acondicionar nuevos espacios que permitan la celebración del próximo mundial de
Basket 2014, un evento importantísimo que aportará a la ciudad ingresos
extraordinarios que tan necesarios son y que revertirán y favorecerán la economía
devastada que hemos heredado y que ahora algunos explican como un hecho
espontáneo, sin ningún antecedente.
Está claro el
orden de prioridades que se marcan en la Plaza Nueva, porque también podría
centrar sus esfuerzos en conseguir un mecenas para un monumento que es
patrimonio de la ciudad, situado en primordial enclave turístico esencial.
También
hemos tenido constancia, en estos días, las subvenciones millonarias otorgadas
por la junta de Andalucía, a algunos países islamistas -¿pero no pregonan éstos
dirigentes socialistas la laicidad de sus acciones o es una medida para joder a
los católicos?- para la construcción de mezquitas.
También
es preclara la intencionalidad y el compromiso adquirido por los políticos que
gobiernan el cortijo. Favorecer los sentimientos, las creencias y las
convicciones religiosas de gente foránea… con los impuestos de los andaluces, a
los que se les niega el pan y la sal en sus peticiones, en sus necesidades, así
como mostrar el mayor desinterés por conservar el valioso patrimonio
monumental, con siglos de existencia y configurando un paisaje habitual y
familiar entre los sevillanos y entre quienes nos visitan.
La
Iglesia también podría mostrar mayor interés, preocuparse y buscar los apoyos
necesarios para mantener los edificios que son de su competencia, los lugares
donde se le da culto al Santísimo, donde se congregan los fieles para hacer
protestación de la fe que profesamos, para mayor gloria de Dios.
Lo
dicho, que entre unos y otros, la casa sin barrer y Santa Catalina cayéndose ante
el mayor desinterés de quienes deben preservar su integridad. Luego vendrán las
lamentaciones y las exculpaciones.
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