Esta es la ventana a la que me asomo cada día. Este es el alfeizar donde me apoyo para ver la ciudad, para disfrutarla, para sentirla, para amarla. Este es mi mirador desde el que pongo mi voz para destacar mis opiniones sobre los problemas de esta Sevilla nuestra

viernes, 28 de junio de 2013

Otra vez la indignación y el espanto

No hay ni siquiera que pensarlo. No se puede ni se debe comer viendo el telediario, aunque ahora lo denominan noticias, magazine de información, como ya no hay diarios hablados, aquéllos solemnes partes que al menos no te revolvían el estómago o te quitaban el apetito por indignación o tristeza, y si sucedía esto último significaba que habría fallecido algún personaje de la tragicomedia española de las medianías del siglo o alguna tragedia natural. Desde luego no lo que vemos o nos informan hoy en día, que cuando no es el desvalijamiento de las arcas nacionales, por estos nuevos bucaneros que tienen la poquísima vergüenza de llamarse políticos, en claro detrimento de la honradez e integridad de la mayoría, es una cruenta masacre de un loco en una escuela o de un fanático religioso que se vuela por los aires llevándose por delante a decenas de inocentes.
Pero lo de ayer tiene que conmover, de una puñetera vez, a quienes son responsables de la situación de precariedad física, moral y espiritual por la que está atravesando este país, que a mí el resto del mundo me empieza a dar igual. ¿Hay algo peor, más triste, que tener que dejar a tus hijos porque no puedes darles de comer, porque no puedes las necesidades básicas para el aseo y la vestimenta? ¿Hay algo que pueda considerarse más infame? Claro que sí, hombre. La permisividad e impasividad de los promotores de estas situaciones que además no siquiera son capaces de buscar alternativas para que las familias no se desintegren por mor de la destrucción, si alguna vez existió, de la sociedad del bienestar que comenzaron a vendernos sin explicarnos que la prosperidad, la ventura y fortuna era su propio beneficio, que a los ciudadanos nos esperaban el auxilio social –sí, no utilizo esta denominación de manera arbitraria ni sin mala intención-, las casas de beneficencia y las colas en los comedores sociales, que por cierto, y aun a ser repetitivo y hasta cansino, todo estos estamentos, que están evitando revueltas y agitaciones callejeras, están regidos por la Iglesia o por sociedades anejas a ellas.
¿Qué sentiría este matrimonio cuando se despidieron de sus hijos? Estoy seguro que una tristeza enorme arrasaría su corazón, que un profundo dolor recorrería sus entrañas. ¿En qué lugar del averno habitan y placen estos politicuchos que miran para otro lado cuando suceden estas cosas? Lo mismo ni se enteran porque viven en sus particulares paraísos, en sus mundos hermosos y rosados ¿Serán capaces de mirar a los suyos sin sentir un atisbo de remordimientos? Cuando una sociedad es testigo de hecho como éste significa que algo comienza pudrirse en los escasos valores que guarda, que se está descomponiendo el germen principal y básico de la estructural emocional y que solo es capaz de mirar a sus adentros y deshacerse de cualquier signo de solidaridad.
Aquí como llegue un listo, enarbolando la demagogía, blandiendo proclamas populistas pero que aseguren, protejan y cubran las necesidades básicas, se queda con el cotarro. Primer paso para reimplantar y promover el fascismo más oscuro. No hay más que retrotraer páginas en el gran libro de la historia. A cualquiera de esta personas que se ven obligadas, incluso a dejar sus hijos, en estas nuevas esclusas que ahora denominan servicios sociales, le prometen pan, y si me apuran hasta circo, y hecha a los leones los idearios y hasta la libertad, y le importará tres pitos que la bandera lleve un águila, una cruz gamada o una hoz y un martillo. Lo que le hará feliz es poder ver crecer a sus hijos, sin escasez ni penurias, ofrecerle una educación digna y una formación humana que le haga sentir la dignidad que a veces nos hacen perder. Poder vivir tranquilamente. Estamos muy cerca del vacío y nadie le gusta despeñarse.
Yo, desde luego, procuraré no comer más viendo y escuchando los partes, qué me gusta esta acepción derivada para denominar los espacios de noticias televisivos o radiofónicos, porque me retrotrae a la infancia, cuando aún mi madre mesaba mi pelo y posaba sus labios en mi frente; echo de menos sus manos y sus risas y sus besos.

Es preferible conversar con tu familia sobre las incidencias de la jornada a que te vacíen el corazón con tanta tristeza o enerven tus sentimientos, solivianten tu alma y cojas la pica de la palabra y la razón y te tires a la calle en busca de justicia.

jueves, 27 de junio de 2013

La eternidad en una hora

           Es como si se empezara de nuevo. Cada mañana observo como se marcha, como encauza el camino que siempre es nuevo aunque cada centímetro de la calle reconozca su andar de tanto como lo ha cruzado. Vuelve a enfrentarse al destino, a recuperar la dignidad que la vida y los hombres se obstinan en querer arrancarle. Pasa junto a la cafetería y mira a través de las cristaleras a esos seres que son tan distinto a él, que leen la prensa, las noticias y acontecimientos que se le escapan, que tal vez sea mejor ignorar, mientras dan cuenta de un suculento desayuno, viviendo en la comodidad que las circunstancias de la vida le han arrebatado.
           Quienes se encuentran en la burbuja de lo que creen la sociedad del bienestar ni siquiera ven a este fantasma que deambula de acera en acera, buscando ahora las sombras como antes, apenas hace unos días, buscaba el amparo de los aleros y los balcones donde refugiarse de la lluvia y el frío, de la humedad que laceraba la fibra de su escasa musculatura corporal.
          A pesar del anuncio de su abandono físico, a pesar de los signos de descuidos inherentes, propios de su situación, que asoman a su fisonomía, procura mantener el aseo y la decencia corporal. Desaparece por la esquina con su jergón y el perrito bodeguero que le acompaña siempre y que es un apéndice más de sus piernas. Volverá al caer la tarde buscando el auxilio que la calle no puede proporcionarle. Hace unos meses fue apaleado por unos desaprensivos y pasó unos días en un hospital, donde vuelve cada día para pasar las horas de la siesta, huyendo de la calima vespertina y del rigor del sol, que deja la ciudad vacía y ausente de signos vitales. Llamará a la puerta. La mujer abrirá la ventanilla y sonreirá. Casi no cruzan palabras. Le entrega un bocadillo y la lata de refresco que servirá de cena. Aún se le saltan las lágrimas. Es un gesto que considera y al que otorga el valor que merece, desconociendo que en ese hogar también empieza a surgir la escasez. Pero es bueno compartir lo poco cuando lo poco es mucho. Asienta y da tranquilidad al alma. Es la forma de conseguir paz y aunar la solidaridad con la felicidad. Saltará la reja de la casa abandonada, se tenderá en el jergón y mirará las estrellas de estas noches de verano.
          Hoy ha vuelto a pasar como cada mañana, desandando el tiempo, dando los buenos días, recién peinado para iniciar este periplo por el olvido, un fantasma que deambula por las calles batallando con las horas que para él no tienen sesenta minutos sino sesenta eternidades.


miércoles, 26 de junio de 2013

Servir a las Hermandades o como ser friki y morir en el intento

Hay que empezar a poner pie en pared. Desde hace unos años viene significándose, de manera muy especial en un sector muy determinado de la sociedad, el otorgar más importancia a lo superficial que a lo intrínseco y profundo de la religiosidad popular. Pululan delante de los pasos, que no cangrejean siquiera, unos personajes que fantasean la realidad, desvirtuando el sentido y el origen de la devoción y la piedad. Tergiversan el verdadero significado de la oración y el recogimiento a las que debe guiarnos la contemplación de las imágenes en la calle. Les importa un carajo todo esto. Lo que verdaderamente sienten, a lo que verdaderamente dan valor es a la ostentación, a la pompa y suntuosidad de un arreglo floral, dotar de materiales nobles coronas y varales y pavonear de estos logros, y lanzar proclamas y verborreas más idóneas de un evento deportivo o musical, que de una procesión de raigambres cristianas.
            La formación es un hecho esencial en todos los órdenes de la vida. Con ella se adquieren valores, se alcanza la cota del respeto y hasta da presencia y significancia a la personalidad. Y hay mucha deficiencia en la formación y demasiadas redes sociales y de información, de mala información, cuando no es manipulada para la obtención intereses particulares. Hace unos años, un niño nos dijo, con toda la naturalidad del mundo, y parte de Oceanía, cuando le reprendíamos por su escaso interés por acudir al colegio, “para qué ir a las clases cuando en la tele me dicen y ponen todo lo que tengo que saber”. Desgraciadamente esta es la mentalidad que prima en un sector de los jóvenes que prefieren la facilidad en la consecución de bienes materiales, la comodidad de una existencia vacía y rutinaria, a la dificultad y trabajo que presenta la responsabilidad y el compromiso que se contrae cuando uno se proclama seguidor del pensamiento y obras de Cristo.
            Lo que se está viviendo, en algunas hermandades, es reflejo de las actuaciones y movimientos de ese sector de la sociedad que sobrevive en la superficialidad y que entronca con los comportamientos inauditos, que estamos padeciendo en los últimos años, motivados por la irreligiosidad que se poltrona en las cargos de responsabilidad y en las juntas de gobierno. Gente que no ve más que espectáculo donde debe primar la piedad, elevación y consideración de su propio ego donde debe elevarse la humildad y la entrega al servicio de la comunidad que les ha situado en estos lugares prominentes del gobierno de las cofradías. Son lobos con piel de cordero que prefieren inmolar el sentido religioso en beneficio de la diversión y la fiesta. Rodear todo de un falso esplendor para intentar revestirse de gloria ante la incultura que les rodea. Eso es lo que hay y mucho me temo que seguirá si no ponemos pié en pared.
            No es cuestión de volver al flagelo y al silicio, a descubrirnos las espaldas y fustigarnos hasta el desfallecimiento. Pero si habría que indagar en la condición y forma de vida de quienes pretenden acceder a los cargos de responsabilidad de las hermandades, pues deben dar ejemplo con sus conductas y sus actuaciones, ser portadores y divulgadores del mensaje de Cristo y no ir contra Él, que es lo parece o aparenta estar sucediendo.
            Los lamentables hechos, protagonizados por el prioste de la Hermandad del Juncal, son tan reprobables como lamentables. Pisotear un enser que porta la Santísima Virgen, bailar sobre ella y concluir con una frase que preconiza la mayor falta de respeto y consideración a los devotos y fieles de esa sagrada imagen, viene a confirmar la irrespetuosidad hacia los valores que sostienen a las hermandades y refrenda la necesidad de instalar filtros en las personas que quieren servir, ojo s-e-r-v-i-r no servirse, a la cofradía de sus amores. Éste insensato y bárbaro, que además vive de la producción de imágenes religiosas, debiera ser excluido de cualquier ámbito responsabilidad para toda la vida.
            Son estos frikis los que están ofreciendo una imagen irreal de la celebración y conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Elementos como éste que aplauden a las bandas, elevan a la condición de héroes a los costaleros y colocan las fastuosidades materiales por encima de la condición religiosa y piadosa de la Imágenes, son los que nos sobran y los que nos desacreditan ante los que nos atacan, los que dan motivos y razones a quienes nos posicionan en la marginalidad. ¿A ninguno de éstos frikis les gusta la playa, la temporada de ópera de Milán o los deportes de altos riesgos?

            

viernes, 21 de junio de 2013

Años de gracias

            Como Rafael Montesinos, hoy vuelve la memoria a recorrer su camino más corto para herirme, para reabrir la herida del tiempo y volver a postrarme ante su poder. Retomo la senda brumosa de la lóngeva edad, esa trocha que rodea el río de la vida y revierte, en lo más hondo del alma, las antiguas imágenes que nos provocan la nostalgia por aquel tiempo, donde la dicha era dueña del corazón.
            Vuelve a suceder, y no hay fuerza capaz de enfrentarse y vencerle. Vuelve la fuerza de la sangre a imponer su ley, bajo este cielo turquesa que comienza a diluirse, a descomponerse en el horizonte, en esta visión que conmueve y revuelve los sentidos. Vuelve el tiempo a insinuárseme, a sugerirme, a provocarme, a guiar mi mano hasta conseguir que las palabras vuelvan a entonar el mejor de los himnos, el aria de la mejor ópera jamás concebida.
            Vuelven los sentidos a florecer, a volverse locos cuando se cruzan con los ojos que inquietan y deserenan los labios cuando son capaces de pronunciar su nombre. No hay aptitud en las horas ni mantiene poder para permanecer en quietud, ni existe en el universo maquinaria capaz de conformar engranajes para remover las témporas que discurren en los siglos y quedan aisladas, en los confines del cielo, cuando observan, penetran y surcan la profundidad de su mirada. Es el mismo universo capaz de restituir la vida esta mirada que brilla y reluce en la oscuridad de sus ojos. ¿Qué tendrá de limpia y rotunda que conmueve mi alma?
            Son las horas desandando el camino vertiginosamente, atropellando la linealidad del firmamento, desordenando la materia que eclosiona cuando busco su imagen, cuando hurgo en el cosmos para desbaratar el normal discurrir de los días. Me estoy precipitando al infinito, al borde del confín donde reside el amor, donde se esponjan y crean las lágrimas con la materia argéntea que depositan las estrellas y sus residuos son los que adornan los cielos en las noches de insomnio, cuando se reflejan en el cristal de una ventana un rostro cansado y otro que place y descansa. Rebusco en el sentimiento que me asalta ahora, que asedia y circunda los límites de un abrazo, el suave tacto de una caricia que recorre el firmamento que hay entre mis labios y sus manos, entre sus dedos que flirtean y juegan con el aire, que lo aprisiona y moldea hasta conseguir arabesco que quedan prendidos en el umbral de un balcón.
Como Montesinos evoca la figura paternal y la secuencia de las ausencias más queridas y las presencias del dolor por ello, en uno de los mejores poemas de la literatura contemporánea, hoy desentierro mi esencia paternal, la naturaleza que viene a reponer el sentido de las cosas más bellas, a recuperar la mocedad y serenar el ánimo que impone el amor. Hoy vuelvo a infundir la alegría en mi corazón. Sabes que la luz del amanecer, que los sueños, que las quimeras, que los cuentos, que los besos, que las caricias y las palabras no tienen ningún sentido, que todo es confusión cuando tus ojos están cerrados y nos ocultan la belleza intrínseca que se moldea y crea con el aletear de tu alegría, esa natural sensación que manejas y que configura nuestra existencia.

Quiero revertir la nostalgia, transformar los recuerdos en vivencias, recuperar el momento de la pequeñez de unos dedos hablándome y retornar al momento del primer encuentro, de aquel encontronazo que cambió mi vida y restauró el sentido del mundo, cuando el mundo no era más que oscuridad y tinieblas. Llegaste con las claridades del primer día del verano, cuando el sol comenzaba a dorar los campos, a lustrar las calles, a deshacer los silencios en los recovecos de las plazas, a irradiar las fachadas y modelar la cal hasta convertirlas en láminas de oro. Así salí tras el encuentro, viendo tus ojos proyectados en cada sonrisa, en cada gesto, en cada rostro que se cruzaba en mi deambular. Así de feliz fuimos cuando te tuvimos en nuestros brazos, en aquel amanecer, de un día como hoy, que aun seguimos protegiendo, porque es el mejor tesoro con el que nos ha obsequiado Dios. Hoy hace veintisiete años que alumbras con tus ojos nuestras vidas.

jueves, 20 de junio de 2013

La prohibición de Maíllo

           
 Lo han vuelto a conseguir. Es una extraña y contundente habilidad lo este partido político: ponerse en contra de muchos de sus afiliados. Ellos son así y además pretenden que el resto de la humanidad les comprenda y hasta los acompañen en sus pronunciamientos. Debe ser cosa de las primeras calores y exultante euforia tras la designación como coordinador de Izquierda Unida. Primera e importantísima decisión tomada por la recién nombrada: prohibición de asistir a los actos religiosos a los cargos públicos de la federación. ¿Pero ésto de prohibir no es una cosa antidemocrática y antisocial? ¿Prohibir no es restar derechos a quién quiere hacer uso de sus conductas, en pleno ejercicio de la libertad? ¿Prohibir no era coartar y símbolo principal de fascismo? Pues lo primero imponer. Demasiado bien les va. Al menos, el nuevo Coordinador del Partido Comunista, ¡ay, qué tonto! Que éso ya no existe, debo ser un trasnochado, hace prevalecer nuevas conductas cívicas, reprochando a Sánchez Gordillo su falta de educación, intentando renovar el concepto revolucionario con las buenas formas. Un gesto que agradecemos quienes creemos en el civismo y las buenas formas.
            La prohibición de asistir a los actos religiosos es una vuelta al pasado, al trasnochado mensaje de que la Iglesia es el opio del pueblo, a intentar echar fuego al pasto seco. Suerte que la mentalidad y la formación de las nuevas generaciones es muy distinta a las de sus padres. No es fácil engañar, en estos tiempos, a nadie. Siempre hay incautos que caen, que tienen una venda en los ojos, o son seres hastiados y corroídos por la inseguridad social que preside la vida en estos tiempos.
            Por otro lado, no saben el tremendo favor que hacen a las organizaciones religiosas. Sé, de más de un secretario, de alguna Hermandad, que se alegra por esta decisión, por no tener que escribir cartas, en tonos amables y protocolarios, que ni siquiera reciben la consideración de una excusa a la invitación cursada. Un problema menos y un hueco más para quién realmente quiere participar.
            Lo que realmente resulta extraño, cuando no insólito, es la exclusión en esta prohibición de posibilidad de asistir a las romerías. Se queda uno con cara de tonto, de incrédulo al menos y piensa si no será falta de formación o es que están licenciados en tontura. Habría que aclararle –me pregunto yo para qué tanto asesor cobrando de las extenuadas arcas públicas, que es al final de donde mana todo- al Sr. Maíllo que las romerías son actos religiosos, por muy enraizadas y muy tradicionales que estén en Andalucía. No conozco ninguna romería laica, a no ser que se esté refiriendo en ir al circo. Las romerías, que suelen estar dedicadas a advocaciones marianas y santos, tienen un marcado carácter religioso. Distinto es la celebración de la misma. No hay que ser, ni mostrarse, triste para profesar al fe católica, ni se aleja uno de los valores que nos enorgullecen por cantar, disfrutar en familia y con los amigos, del sentimiento que guarda la proclamación y protestación de las creencias, en este caso cristianas. Debería asesorarse mejor, señor Maíllo, antes de revocar prohibiciones y sectorizar los intereses. Porque hay creo que radica todo. En cuanto sus dirigentes de base hacen llegar estas restricciones al uso de la libertad a sus partidarios locales, acuérdese de algunos de sus más importantes líderes manifestando su pertenencia a la Iglesia y cuyo mensaje toman como modelo revolucionario, habrán puesto el grito en el cielo, mire qué cosa, cuando se les cercena el derecho a asistir a las romerías de sus pueblos y a las más universales. Tararí que te ví, enseguida van a cambiar sus modelos y sus creencias por la laicidad y mendicidad de unos votos que les aseguran las papas en sus ayuntamientos y consejos locales.

            No dude usted, señor Maíllo, que ser cristiano está muy por encima de las ideas. Ser católico es una condición no impuesta, que asegura la comprensión de muchos enigmas que atosigan al hombre, es una manera de encontrarse con Dios sin más obligación que al del amor. El único compromiso que requiere es la observancia en la ayuda al necesitado, en dar de comer al hambriento y en consolar al hermano. Claro como algunos tienen el plato de gambas delante, reniegan de los compromisos que pueden acarrear este ideario, que es como ustedes denominan a la fe y a la Iglesia Católica. ¿Por cierto, señor Maíllo, será por esta prohibición a participar en todo lo que tenga carácter religioso por lo que NO aparecen, ni se les espera, por Cáritas que tanta hambre está quitando? Un poco de dignidad y no vulgaricen la profundidad religiosa popular que guardan las romerías.

miércoles, 19 de junio de 2013

Esperando a David

Una bandera izada, con sus signos e insignias boca abajo, tiene un significado muy contundente. Es la manera de indicar que la unidad, en este caso la nación es una unidad, necesita ayuda y precisa que acudan en su auxilio a la mayor brevedad. Es la simbología que se utilizaba en los conflictos, cuando los medios y redes de comunicación eran escasos. Tal vez hoy, esta metodología de las señales, quede trasnochada por la superioridad tecnológica que nos abruma.
            Esta introducción es una extracción de las primeras escenas de la película En el valle de Elah, donde la escrupulosidad y rigor en las conductas y en el código de honor del ejército estadounidense quedan en entredicho. El protagonista, Tommy Lee Jones, es un oficial del ejército retirado, institución a la que ha dedicado su vida y continúa manteniendo las conductas, el rigor y la disciplina adquiridos durante su permanencia en el servicio militar. Tanto que al pasar por el parque de bomberos de su localidad, observa que la bandera ha sido izada al revés, detiene el vehículo y pone la enseña en su natural posición, aclarando al oficial del significad de aquella posición. Pero es también padre, que ha perdido al mayor de sus hijos en el conflicto del Golfo Pérsico y al menor, en un escarceo al regreso de sus misiones en el infierno de Irak. Sus investigaciones, para esclarecer esta muerte, le llevarán al conocimiento de las matanzas y los horrores que se cometen en la conflagración, con el testimonio que le manda su hijo a través de las redes sociales y el teléfono móvil. Pero lo que realmente le destroza, es la demonización del hijo, la transgresión de las conductas y comportamientos de alguien a quien creía haber traspasado sus convencimientos sobre el honor y la dignidad del ejército, que nunca puede ser una herramienta para implantar el poder y suplantar las directrices protectoras del género humano, al que debe servir y no aniquilar, al que debe auxiliar y no someter. La idealización del hijo se precipita al vacío cuando comprueba que se ha ido transformando conforme se inserta en el horror y la miseria que genera el conflicto bélico. Una transformación que sobrevino cuando atropella a un niño que se interpone en el camino. Hermosa y trágica la escena en la que un compañero relata el hecho, durante la investigación que lleva el padre a cabo, y se obstina en pensar que fue un perro lo que el vehículo militar, que conducía el hijo, aplastó.
Muy al contrario de lo que pudiera parecer, es una película hermosa, donde el amor paternal se superpone a su condición de militar retirado. Es una bella parábola de la derrota del poderoso ante el débil. El valle de Elah es el mítico lugar, en Israel, donde David derrotó a Goliat.
            Es el desastre de la guerra que viene consumarse cuando todo parece terminado. Cuando el regreso a casa debiera significar la victoria de la vida sobre la muerte, aparece ésta de improviso para recordarnos las fracturas sentimentales y psicológicas que se producen en quienes han tenido que soportar tanta tragedia, ante quienes no ha podido evitar convivir con el horror y hasta convertirse en parte del espanto y el escarnio de inocentes. Aunque las escenas no son brutales, ni mantienen imágenes sangrientas si subyace en este film la inmensa tragedia de la fatalidad y cómo puede llegar a cambiar la vida de un hombre, hasta destrozarla, cuando se enfrenta la verdad más cruenta de la guerra, cómo un hecho ocasional puede trastornar y desequilibrar al más cuerdo de los seres humanos.
            Me ha conmocionado esta historia. Y la genialidad de la condición humana, que aún hoy sigue superponiéndose a la indignidad de los errores del hombre, que intenta solventar sus diferencias con actos de violencia. Me ha sobrecogido la sentimentalidad que subsiste y late aun en los caracteres más sobrios, el instinto paternal sobreponiéndose a la violencia y a los rigores de las conductas militares y sobre todo, a la voluntad de querer transformar los cimientos de un edificio tan sólido como oscuro. Goliat sigue avasallando y atemorizando al pueblo, temeroso de su opulencia, del poder que atesoran sus estructuras, que espera la llegada de David, y con una simple piedra derribe al gigante.

            Me conmocionado la película porque al final el padre, derrotado por la verdad y la contrariedad de saber que el hijo era parte y participante del horror, vuelve a casa, se para ante la estación de bomberos, baja la bandera y coloca la del hijo, deshilachada y maltrecha, al revés, indicándole al oficial que es así como debe permanecer hasta que llegue David y con la honda tumbe a Goliat. Me conmocionado este film porque su ultimo fotograma, una imagen fija durante treinta segundos, es un niño destrozado por una mina y una dedicatoria sublime, “para los niños”.

martes, 11 de junio de 2013

LA DIGNIDAD Y LOS INDIGNADOS.

       
    Hay que ser muy miserable y tener muy poca caridad para desear la muerte de alguien con quien se dirimen cosas materiales. Pero además de miserable, que es una de las condiciones más bajas del género humano, hay que ser rastrero e inhumano para desearle a alguien la muerte de un hijo. Eso es lo que un energúmeno vociferó ayer, a las puertas del ayuntamiento de la ciudad, cuando salían algunos concejales del Partido Popular, durante la protesta que un grupo de trabajadores de Mercasevilla estaba ejerciendo como consecuencia de los problemas laborales que mantienen con los dirigentes de la corporación sevillana.
            El legítimo, y hasta necesaria, la defensa de los puestos de trabajo, máxime en los tiempos que corren, donde es imposible establecerse profesionalmente como sea ejerciendo por cuenta propia. Es un derecho que asiste a los trabajadores, el manifestar su disconformidad contra la precariedad laboral a la que nos estamos enfrentando. La lucha ha de dirimirse con honorabilidad; ejercer toda la fuerza legal contra quienes se obstinen en contravenir los acuerdos que se hayan establecido y los pactos firmados. Sería preciso establecer los límites para poder defender los derechos de los trabajadores y cuando éstos sean justos, pelear hasta la extenuación por ellos.
            Pero claro, estamos hablando de dignidad, y algunos de los que estaban ayer manifestándose, en la puerta del Ayuntamiento, la habían perdido o tienen una memoria tan frágil que ya han olvidado que quién le estaba aleccionando, sobre los particulares y las acciones jurídicas a tomar, era don Antonio Rodríguez Torrijos, que se hartó de mariscos, en una ciudad del norte de Europa –vamos, que se fueron a Emilio, en la Ronda de Triana- con parte del dinero que ahora, parece ser, falta en las arcas de la empresa sevillana municipal. No quiero eximir de culpa a nadie, porque alguna responsabilidad tendrán los actuales gerentes del consorcio, pero me parece vejatoria y ofensiva para la ciudadanía, que este individuo se plante frente a los trabajadores y los incite a la lucha obrera, a retomar las viejas directrices de una lucha que él mismo desasistió hace unos años. Es indignante cómo nos dejamos arrastrar por la palabrería y falsedad acusatoria, cómo somos capaces de no mostrar el menor síntoma de valor, ante personajes de esta calaña, que no dudan en poner en la calle a los trabajadores de su sindicato, mientras promueven actividades con otros que sí lo tienen, al menos de momento.
            Si la actitud del energúmeno y sus compinches fue deplorable, más aún lo fue el silencio del Sr. Torrijos, que ni siquiera llamó al orden, al menos por guardar las apariencias. Es el sino de esta ciudad, de este país, cuya ciudadanía ha caído en las garras de los poderes fácticos, en la gentuza que dicen manejar nuestros votos para defender los derechos. Hemos perdido una ocasión maravillosa para restituir la vergüenza. Los exaltados trabajadores de Mercasevilla, que están en su derecho y me parece que deben seguir luchando por sus puestos de trabajo, debían haber callado a este señor que no ha hecho más que devaluar el verdadero sentido de la lucha obrera. Pero no, no solo no tienen memoria, sino que prorrumpen en un aplauso cuando termina su verborrea.
            Mal camino es éste que desea la muerte de inocentes, que confunden la lucha obrera con la injusticia de hacer pagar a quienes nada tienen que ver con su conflicto. ¿Estamos repitiendo la historia? ¿Tendremos que salir a la calle a matarnos para conseguir nuestros deseos? Es necesario reconvertir ese odio en energías para consecución de los fines, desacelerar los instintos animales para poder lograr un mundo mejor para quienes ahora proclaman y desean la muerte de los inocentes. Bastante sufrimiento hay ya en el mundo, y bastantes miserias estamos soportando, física y espiritualmente, para que nos instiguen y provoquen unos desalmados. Serenidad. Mucha serenidad.
            Por cierto, que tiene güasa, que CC. OO. convoque manifestaciones a favor del empleo y el trabajo, y haya presentado un ERE que afectará muchísimos trabajadores. ¿Cómo se come eso? ¡Ah! Con muchos langostinos y a ser posible, fuera de España.

lunes, 10 de junio de 2013

Críticas y Cofradías

            
En esta ciudad hay cosas que no cambian. Afortunadamente, en algunos casos, se mantiene el tono racional de las críticas sobre actuaciones puntuales. Pero en la mayoría de las ocasiones continuamos inmersos en la noble y fecunda tradición de estigmatizar al primero que tiene la valentía de mostrar su punto de vista sobre los más diversos actos. Los comentarios o las críticas, que debieran servir para instruir y avanzar, se convierten en afilados dardos, en la mayoría de las ocasiones envenados, para procurar mayor dolor y desolación.
            Si alguien hace pública su opinión sobre el gobierno municipal, sobre la gestión que realizan las diferentes delegaciones, pues a correrlo a gorrazos o minusvalorizar el trabajo y su escarnio público. Que te muestras a favor de ello, pues eres un adjunto al ideario y te aprovechas de los réditos de la opinión; que te muestras en contra, peor. Entonces los calificativos suben el tono y lo que eres es un resentido, al que han quitado la mamela y no tienes mayor preocupación que mostrar la ofuscación por ello. O sea, aquí te llevan al tercio de varas, sin que nadie mal interprete el sentido de la frase, sin estudiar el ámbito en el que se desarrollan los comentarios, y el picador de turno, al que no hay maestro que le diga lo que tiene que hacer, te mete un puyazo en todo lo alto con el fin de sigas humillándote ante sus magnificencias y por el valor de ser poseedor absoluto de la verdad.
            Lo medios de comunicación han prestado siempre una extraordinaria atención a todo lo referente con el mundo de las cofradías. Han informado con puntualidad sobre cultos y actos que organizaban las hermandades, sobre los itinerarios y los estrenos que esforzadamente realizaban. Unos años acá, hay un sector de la prensa sevillana, que viene realizando una gran labor en la difusión y propagación de cuánto sucede en la vida cotidiana de las hermandades y cofradías. Entiendo que a nuevos tiempos, nuevos métodos. Hay que adaptarse a las nuevas tecnologías y a una demanda informativa que exigen los lectores, oyentes o telespectadores. Y la verdad, la mayoría lo hace con una dignidad absoluta, con una profesionalidad que les honra, con una limpieza extraordinaria. Y éso que a veces me cuesta entender lo que interesará que el secretario o un prioste se compren un coche, se vayan de vacaciones a Venecia o frecuenten un lugar de esparcimiento.
            Lo que no es de recibo es la vulgarización y las malas artes de algunos, intentando imitar a los que realmente lo hacen bien, en sus comentarios y sus afirmaciones, sacando a la luz pública verdades a medias, que todos sabemos lo que terminan siendo, tergiversando una declaración o sacando punta a unas palabras que emiten con la sinceridad y honestidad de quienes van a las cofradías a servir, que suelen ser a los que atacan, y no a los que van a servirse, que curiosamente son alabados y bendecidos e incluso suelen terminar cayendo bien, aunque hayan dejado una roncha económica insuperable, en varios mandatos, o la vida de hermandad resquebrajada, partida. Hay algunos que confunden la verdad, o la mal interpretan, que es peor.
            En las redes sociales suele pasar lo mismo. No. En las redes sociales es peor. Ahí no hay límite. Se injuria con gratuitidad, se vilipendia y se libela a discreción. Se insultan a personas que no tienen otro pecado que decir lo que piensan, con honestidad, que no esconden sus sentimientos, que son tan sencillos que hablan con el corazón. Ahí van a degüello. En la mayoría de los casos, asómbrense, sin tener idea de lo que tratan. Nada importa la gestión que puedan realizar, ni la labor pastoral que implantan en sus hermandades, ni otorgan valor, con las estrecheces que se viven en los actuales momentos, a las partidas que dedican a socorrer, no sólo a sus hermanos, sino a casi todos los que llaman a las puertas de una casa donde se socorre al hambriento, se da de beber al sediento y arropa al harapiento. Y que cada uno entienda lo que quiera.
            No es de recibo que se maltrate a quienes vienen a cumplir, por muy tópico que pueda parecer, con los mandatos de Cristo. Hay que saber qué se hace en las hermandades, cómo se trabaja en ellas, cómo desarrollan y se las ingenian para mantener viva una comunidad, en la que no se obtiene otro beneficio que la de compartir y sentir la fraternidad que nos ha sido enseñada por Cristo. Parece que todo es criticable. Debe ser el desconocimiento. Algunos realizan citas evangélicas que apegan a sus intereses para la denostación, pero que no ejecutan. La asistencia social de mi hermandad dedica una gran parte del presupuesto de la misma a socorrer y auxiliar a nuestros HERMANOS, que suelen ser en su mayoría personas que NO figuran en la nómina de hermanos. Varios cientos de miles de euros que hacen posible la normalidad en esta anormal situación por la que atravesamos. Y ésto no es faltar a la citación evangélica, que lo que haga tu mano izquierda que no lo sepa tu derecha. Ésto sencillamente son datos que deben conocerse para no entablar discusiones baladíes, para que nadie se lleve a engaños con la publicación de las estadísticas económicas, ni tergiverse las manifestaciones de los que tienen el honor, pero la gran responsabilidad, de dirigir las hermandades, que no hace falta recordar que ya ha habido algunas, en las que no se han presentado candidatos para efectuar el relevo. Por algo será.

            Valoren, quienes tengan que valorar, lo que significa esta dedicación de las cofradías sevillanas. Vayan al fondo de estas actuaciones y simplifiquen sus críticas. Que todo es muy fácil. Lo difícil es perder el tiempo buscando los tres piés al gato.

jueves, 6 de junio de 2013

Antonio Muñoz Molina, premio príncipe de Asturias de las letras.

            Cuando terminé de leer aquella novela supe de inmediato que, ante a mí, se abrían nuevas expectativas en la literatura española contemporánea. Hasta entonces, mis lecturas se abría a un amplio abanico de posibilidades, sin referencias ni centradas en la sentimentalidad y devoción a cuanto sucedía a nuestros alrededor. Me fascinó la idea de construir el tronco argumental, cómo se iba desarrollando la novela, al mismo tiempo que iban creciendo los personajes en la trama y cómo, el autor creaba, un clímax de intriga con las razones y argumentos más sencillos. Eso era precisamente, el gran descubrimiento. Hace ya veintiséis años de aquello y continúo expectante a cuánto este hombre publica. Algunos ya lo tomamos como referencia generacional. Me estoy refiriendo a Antonio Muñoz Molina, al que acaba de hacer justicia. Ha sido galardonado con le premio Príncipe de Asturias de las Letras, quizás el premio de más prestigio literario tras el Nóbel.
            Beatus Ille me fascinó, el Invierno en Lisboa o Beltenebros, me certificaron que me encontraba ante un escritor de formación intelectual especial. Luego vino el encumbramiento con El jinete polaco, premio Planeta en 1991. No creo que exista un autor que haya conseguido construir un mundo en torno a su literatura como Muñoz Molina, desde que William Faulkner ambientara sus novelas en el condado ficticio de Yoknapatawpha, que tiene su origen en la circunscripción de Lafayette, Misisipi. El ubetense ha ideado su propia comarca para desarrollar gran parte de las tramas argumentales de sus novelas. Mágina, es la ciudad donde convergen los dramas, las alegrías, las penas y hasta las bromas, de un tiempo en el que este país paso por el terrible trance de una guerra civil, una traumática postguerra, mientras en el mundo tenía lugar un genocidio contra los judíos, un tiempo de asentamiento y planes de desarrollo, la muerte de un dictador, una transición que intentó no hurgar en heridas y un época de desmanes económicos que han acabado con cualquier ilusión y hasta ideologías partidistas por encubrir y hasta participar de la desvalijamiento y expoliación de la economía española. Una época trascendental en la historia de España que Muñoz Molina ha ido desgajando y enseñándonosla, como él la entiende, como la entendemos los de su generación, que comenzamos a ser la conciencia madura, sin estridencias y ni pasiones, de este país, de su sistema de vida, tan degradado políticamente, y tan minusvalorado por las nuevas tendencias ideológicas. Por eso, nos enganchamos a sus novelas. Porque nos reconocemos. Porque nos sentimos protagonistas de las acciones que desarrollan sus personajes y porque la narración es excelente, exuberante y extraordinaria. Porque muchas de sus obras guardan una hilaridad común y podemos descubrir a personajes de Beatus Ille paseando por el Madrid del principio de los setenta en El dueño del secreto; marqueses y condes arruinados que mantiene el status social en el entorno provinciano de Mágina; comerciantes con dotes detectivescas que solucionan problemas o convidados de piedra, amigos de charlas en el casino, en su novela Sefarat a los que un escultor los emula para un pasaje de la pasión del Señor, en un trono para la Semana Santa.
            La literatura de Muñoz Molina sobrepasa la dimensión de la fábula y mantiene su compromiso social en sus artículos periodísticos, en sus ensayos y en sus recopilaciones de cuentos y novela corta. Creo, además, ha trazado una línea separatoria en el entendimiento sobre la concepción literaria en nuestro país, quizás junto con Luis Landero y su obra Juegos de la edad tardía, marcando un antes y después, con la aparición de sus escritos.
            Muñoz Molina no es un hombre con suerte, como él ha declarado en muchas ocasiones, sino un hombre valiente, que se ha entregado a la literatura con pasión, y hasta con fervor. Lo dejó todo por ella y cuando tiene esos accesos de patriotismo con sus pensamientos, el azar no hace más que corresponder a la acción.

            Cada día me alegro más de que cayera en mis manos, hace veintiséis años, aquella novela de un jiennense desconocido, que había ganado el premio Ícaro en 1986, llamada Beatus Ille.

miércoles, 5 de junio de 2013

La ciudad del gin tonic

            La desobediencia civil, eso es lo que nos vamos a encontrar en muy poco tiempo. Estamos vertiendo lodo sobre los barros que ya estaban asentados en los cauces y pronto se desbordarán los ríos de la tolerancia. A nadie se le ocurre que este país no da para más, o no queremos que dé, que continuamos anclados en la edad media, media baja. Que seguimos gobernados, ocupe quién ocupe los sillones del poder, por señores a los que no les importamos nada, a los que juegan con el futuro de una juventud que se funde sin encontrar más alicientes profesionales, que la eventualidad en ocupaciones menores y eventuales, muy distantes de la formación que han procurado.
Los avances tecnológicos nos tienen engañados. Mucho ipad, mucho smarphone en los autobuses, manejados por adolescentes, virtuosos de su utilización, que son capaces de mandar un mail o un whatsapp, de dos páginas, en menos tiempo del que tarde en persignarse un cura loco, y aquí seguimos confabulándonos con la picaresca y la sinvergonzonería.
Tipos que venden motos sin documentación original, negocios y pequeña y medianas empresas que se ven abocados al cierre ante la escasa de financiación -¿dónde están esos miles de millones de euros que se han vertido a los bancos para el desarrollo empresarial y financiero?- o las deudas que mantienen por falta de pago de estamentos y organismos oficiales, cobros abusivos de impuestos por servicios que ni siquiera se realizan, como las limpiezas y aseos de los centros escolares, y seguimos pensando que avanzamos. ¡Ay, qué bien nos vendrían unos nuevos planes de desarrollo! Pero los únicos planes son los de cubrirse el riñón, aquellos que pueden, y ande yo caliente y ríase la gente.
El drama social se acrecienta. Veo con estupor cómo van cerrando hasta las casas de la compra y vente de oro. Mala señal. Será que ya no hay oro que vender. O que no hay más salida para este precioso metal que la de su adquisición por los especuladores. Y eso es un signo cuantitativo que debiera preocupar. Porque muchas familias han ido tirando, material y físicamente, vendiendo las alhajas y los objetos de valor. Pero ya no hay más patrimonio familiar para engañar a la crisis. Ya no quedan ni siquiera las alianzas, aunque algunos hará tiempo que no las utilizan y al menos habrán sacado algún beneficio deshaciéndose de ellas.
En este patio del monipodio, perdón he querido decir ciudad, en qué estaré pensando, tenemos abiertas las puertas al progreso. Lo más, lo de un amigo mío, que se ha comprado un piso en el que pueden bajar y subir las persianas, o encender, apagar o disminuir la intensidad de la luz desde su teléfono móvil, guau, y el tío está encantado, habrá mucha distancia desde el sofá del salón a la ventana. Mucho desarrollo de I+D, mucha implantación de edificios inteligentes pero hay una gran mayoría de ciudadanos que no cenan o se acuestan sin saber sin van a poder desayunar o perderán su casa por no poder afrontar las cuotas de la hipoteca para poder cenar y desayunar. Ahí está la diatriba.
Pero no hay que perder la ilusión, ni desmoronarse en el desastre, porque Sevilla va a coger un evento de la importancia de Ginebralia. ¿Esto qué es lo que es? Se preguntaran ustedes. Pues la celebración de un acontecimiento extraordinario como es una reunión de bebedores de gin tonic y que se apiñarán en un célebre establecimiento ubicado en la orilla del río, un buen lugar para que vayan cayendo y con la impresión recuperen el sentido de la realidad. Y lo peor es que lo publicitan como una gran concentración, como las de las motos, a la que acudirán ginlovers de los lugares más remotos, o sea tipos que beben el combinado de ginebra y tónica, como cosacos. Mi madre los denominaba borrachuelos.

¿Qué me dicen ustedes? ¿Estamos o no estamos en la vanguardia? Para que luego digan que no somos capaces de emprender. Es que son hasta torpes porque, como todo el mundo sabe, las destilerías no dan a bastos en los polígonos industriales. Así nos va. No somos capaces de promocionar ni lo nuestro.