Añorarán las
playas de María Trifulca. No puede ser otra cosa no de otra. Sino no tiene
sentido este despropósito. Estas imágenes son las que nos colocan al mismo
nivel de Gambia o o las zonas más deprimentes de la India. No tiene razón
alguna esta mamarrachada. Pudiera ser también, que intentarán emular a los
niños del Bronx, que para combatir el calor, en los gloriosos años cincuenta, abrían
las llaves de paso de las tomas de agua de bomberos, y que tan bien recogieran
los fotógrafos de la época. Vamos para atrás. Y lo peor es la trascendencia que
irá tomando esto como algún turista haya tomado instantáneas de estos
gachupines remozando, en plena plaza de Santa Ana, en una piscina hinchable,
con sus botellines en las manos y las gayumbas al aire. Todo un prodigio del
despropósito y del descontrol que sigue rigiendo en esta ciudad. No tememos
arreglo.
Que unos niños
se metan en las fuentes públicas, para evitar las altas temperaturas que asola
Sevilla en los meses de verano, puede considerarse como actuaciones vergonzantes.
Que en los barrios periféricos, donde se acrecientan y suman todos los males de
los tiempos que corren –en algunos de ellos lleva corriendo este tiempo desde
hace décadas-, se bañen niños desnudos en mitad de la calle, con una goma que
sale de una ventana, ante jolgorio general, es una escándalo que sonrojaría a
cualquier ciudadano de orden. Pero que en las mismas puertas de la parroquia de
Santa Ana, en centro neurálgico del barrio trianero, no es más que la
desvergüenza de unos descontrolados, de unos pocos que no tienen más trabajo ni
dedicación que cometer estas atrocidades, para bochorno del emblemático, señero
y señorial barrio.
Esto no es más
que una gamberrada que no tiene nombre. El edificio que utilizan de telón es el
templo más representativo de Triana, declarado Bien de Interés Cultural y
centro devocional de miles de personas. Ignoro, porque no se aprecia en la
fotografía, de donde procede el conducto que suministra el agua al portento de
piscina pero todos los indicios deben conducir a alguno de los establecimientos
comerciales del entorno, posiblemente del gremio hostelero. De ahí pueden tirar
para depurar responsabilidades, para buscar a los gamberros que han provocado
esta situación impermisible. Esto no puede quedar en una anécdota graciosa, en
una mera historieta para agregar a los anales del barrio. Sin duda es un acto
premeditado que debiera tener su sanción, como sucede en otros sectores de la
ciudad, donde las carencias son patentes.
Las autoridades
no deben permitir espectáculos de esta especie pues en nada benefician a la
ciudad y mucho menos a los ciudadanos que ha sido degradados, minusvalorizando
el patrimonio artístico y mancillando la centenaria historia, con todos los
valores sentimentales, emocionales y devocionales que recogen las paredes del
templo más antiguo del barrio, a los que sus vecinos denominan, con toda justicia,
como la catedral trianera.
Este hecho
deplorable no debe caer en el olvido. Máxime cuando estos inciviles e incultos,
por no llamarlos gamberros, son hombres hechos y derechos. Lo digo por lo de la
edad de los ínclitos. No iban a ser todos menores o jóvenes desarraigados
desbaratando los bienes culturales de la ciudad. El carácter tercermundista de
la foto no plantea ninguna duda. Con los botellines de cerveza en sus manos brindan
y celebran la realización del hito. No se puede tener menos vergüenza ni menos
consideración.
Es increíble. No
puedo dejar de pensar para encontrar un hilo que ponga razón al despropósito.
No lo encuentro. O tal vez hayan instalado un centro de alto rendimiento para
mejorar la idiotez remojándose los cayumbos.
Por favor que
alguien tome medidas, que estas sean severas no vaya a ser que se extienda la
idea por la ciudad, que todo lo malo se pega, y veamos a los pies de la Giralda
alguna de estas piscinas vergonzosas.
Que le laven el
cerebro a estos individuos a ver si empezando de cero regeneran el intelecto.
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