Esta es la ventana a la que me asomo cada día. Este es el alfeizar donde me apoyo para ver la ciudad, para disfrutarla, para sentirla, para amarla. Este es mi mirador desde el que pongo mi voz para destacar mis opiniones sobre los problemas de esta Sevilla nuestra

martes, 31 de enero de 2012

A vueltas con la calle Pilar Bardem

No creí que el simple y mero hecho de cambiar la nominación de una calle pudiera traer tanta polémica y tantos comentarios. No es un hecho trascendental aunque algunos comienzan a tomárselo así, como si le fuera la vida en ello. Se pronuncian achacando imputaciones de carácter revanchistas, como si el motivo que nos trae no hubiera venido precedido de la aplicación de una norma que mantiene ascendencias reivindicativas, si no con presunciones de rencor. Cuando toda una generación daba por concluido un ciclo odios y rencores llegaron otro a reavivar los rescoldos y levantar candelas que pueden producir escozor y levantar ampollas. Pero ése es otro tema muy distinto al del cambio de rotulación en el nomenclátor de la ciudad, aunque venga precedidos por la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica.

Comentaba el escritor y periodista Antonio Zoido, en la tribuna que le ofrece El Correo de Andalucía, aludiendo a este cambio de nombre, que venía cantado ya, de la calle Pilar Bardem por la de Virgen de Nuestra Señora de las Mercedes, que la iniciativa tenía cierto tufo intolerancia y esta petición, a la larga, redundaría negativamente en la corporación cofrade del lunes Santo. Debo disentir de esta opinión y me extraña mucho esta decantación del escritor porque es un hombre ecuánime, metódico y razonable en sus pronunciamientos y porque además ha escrito mucho, bueno y bien sobre la semana santa sevillana, a la que conoce y aprecia. Pero me parece excesiva esta consideración hacía la Hermandad del Cautivo que profiere públicamente mi admirado escritor y periodista, al que sigo en sus columnas de opinión casi diariamente.

La Hermandad en ningún momento ha actuado guiada por ninguna directriz política, ni institucional. Esta Hermandad, que suele hacer las cosas muy bien desde que naciera al barrio cuando el barrio nacía a Sevilla, ha manifestado su legítimo derecho a solicitar la rotulación de una vía principal y significada, de la geografía urbana en la que desarrolla su labor pastoral, con el nombre de su querida y sagrada Titular. Primer derecho consolidado para la solicitud: está presente ya cuando los primeros habitantes se instalan en sus viviendas al final de la década de los años cuarenta, del pasado siglo XX. Desde entonces ha venido interviniendo solidariamente en la vida cotidiana de la comunidad, gozando y sufriendo con el devenir de sus feligreses, muchos de los cuales siguen perteneciendo y participando de la extensa y nutrida de hermandad. Pero si ello no fuera óbice y base suficiente para conceder esta solicitud, se ha respaldo con un pliego de firmas –que superan las dos mil quinientas-al ayuntamiento para que sea éste el que colegie y tome una determinación. Segundo derecho consolidado: son los vecinos quienes lo solicitan de manera cívica y respetuosa, siguiendo las normas de conducta pertinente para no herir a nadie, sin ningún tipo de revanchas, sin ningún abismo de rencor.

Por otro lado no entiendo la defensa hacia el mantenimiento del actual nombre de la calle cuando la misma interesada no ha dado ninguna muestra de interés por mantener la rotulación y sus únicas manifestaciones, yo diría que hasta de grata sorpresa por esta determinación, vienen a ningunear a la mayoría de la ciudadanía, pues la gente a la que se refiere son sevillanos, muchos, muchísimos sevillanos, que no compartimos esta asignación honorífica, pues no tiene más mérito que la de haber nacido casualmente en esta gloriosa y excelsa tierra.

Intentar desviar la atención hacia la Hermandad de Nuestra Señora de las Mercedes es un hecho de insólito desconocimiento y mucho peor nominarla de intolerante. Que les pregunten a los vecinos. Intolerante quienes impusieron, sin ningún tipo de consenso, sin preguntar a nadie, por la bravuconería propia con la que se postulaba el Sr. Rodríguez Torrijos, la rotulación con el referido nombre. Méritos ha hecho esta Hermandad para que se incluya el nombre de Nuestra Señora de las Mercedes porque ellos ya estaban allí en los orígenes del barrio, siendo solidarios con quienes menos tenían, llevando alegría y mucha esperanza a su vecinos. Nunca han pedido nada a este respecto pero ya es hora de que se obre con justicia y en este caso, conociendo a muchos de sus hermanos y a los miembros de su Junta de Gobierno, que nada tienen de intolerantes y sí de buena gente y sencilla caballerosidad, reconocer el acierto de la petición. Y el tiempo dirá si se obra o no con justicia.

lunes, 30 de enero de 2012

Pilar Bardem se queda sin calle... por fin


            La sintomática y coherente actuación del gobierno municipal, con las promesas electorales que incluyó en su programa de gobierno y que publicitó durante la campaña electoral, viene refrendándose con la práctica de su concreción. No creo que nadie de sus votantes no quienes se mantuvieron al margen de su elección se sientan defraudados con esta actuación. Hasta la fecha todas sus actuaciones, que nos pueden gustar más o menos, que pueden llegar a ser más o menos acertadas, entran dentro de sus propuestas de actuación y creo que a nadie engañan. Sus detractores, incluso, confirman que la política de actuación se corresponde con la coherencia de sus ideas en un intento de demonizar sus realizaciones, hechos consumados que no sólo no ofenden si no que enorgullecen a sus ejecutores. De momento, al menos, son coherentes con sus ideologías y el resultado final será el que eleve un veredicto.

            La normalización de la vida cotidiana era un factor determinante, que debe venir precedida por oír a los que demandan y elevan sus quejas por las cosas menos significantes, esas que a veces no se le presta demasiada atención porque no tienen una trascendencia mediática importante. La voz popular debe ser tenida en cuenta y en la medida de lo posible, ser atendida. En ejercicios anteriores se hizo caso omiso a muchas peticiones populares, se ignoró las voces de un sector de la población que se veía ignorada porque sus proclamas no eran suficientemente importantes, a juicio de los anteriores gobernantes. Así se fue construyendo una nueva ciudad, se fue destruyendo el mejor de sus patrimonios e incluso se denostó la historia más cercana porque se creyó que infringía la dolorosa memoria de algunos que, como luego ha quedado probado, no era más que revanchismo. Se sustituyeron, en el nomenclátor de la ciudad, nombres que nada tenían que ver con la aplicación de la norma sobre la memoria histórica, descubriendo el total analfabetismo de los políticos que nos regía, y nominaron a hermosas y amplias vías con nombres de personajes que ya, incluso en el momento de de su distinción, pasaban y ninguneaban a esta invicta ciudad, mientras singulares y destacadísimos sevillanos, muchos incluso viven, pasaban la ostracismo más irrespetuoso, y cuando son destacados se les adjudica un espacio tan ridículo bufo como el que asignaron a Antonio Rodríguez Buzón, que creo que por no tener no tiene ningún número en la calle.

            De este modo, y a petición de los vecinos del Tiro de Línea, que han recordado a esta ciudad y a su máximo mandatario los constantes desaires de la actriz Pilar Bardem hacia el inmerecido honor que se le concedió, se volverá a resarcir otro de los graves errores de anterior Corporación y esta vía pasará a nominarse Calle de Nuestra Señora de las Mercedes, que es la propuesta que han girado los ciudadanos de esta parte de la ciudad, tras conseguir casi tres mil firmas.

            Creo que es una acertada rectificación, un hecho de justicia, que esta señera avenida pase a denominarse de esta manera y recupere el origen toponímico de sus principios. Los hermanos de la corporación de Santa Genoveva, que fueron quienes iniciaron esta acto de ecuanimidad y reconocimiento –¡verdad Javier Bonilla!-, deben mostrar su orgullo y satisfacción por esta consecución, por este retornar al principio. El trabajo realizado para esta consecución ha fructificado, ha obtenido respuesta inmediata desde la casa consistorial y breve se rotulará la calle con el nombre de la Virgen que preside el corazón de sus habitantes.

            Lo lamentable, y que viene refrendar la poca o nula importancia, el poco respeto que ha demostrado siempre la actriz Pilar Bardem para con Sevilla y sus habitantes, son las declaraciones que ha efectuado tras habérsele comunicado su eliminación del nomenclátor de la ciudad, expresando que “a mí, que no le caiga bien a gente que tampoco me cae bien, me parece una cosa maravillosa”. Y se queda tan tranquila. Claro, que al fin y al cabo, no es de ella la culpa, sino de los inútiles que un día la propusieron, sin ninguna petición que mediara para ello más que su propia obcecación, con un honor que no le correspondía.

viernes, 27 de enero de 2012

Antonio Martín, caballero gaditano


            Hace unos meses no obtuve ninguna respuesta del email que te envié –permíteme el tuteo- agradeciendo el extraordinario gesto que tuviste hacia una de las mujeres que más quiero en este mundo, una alegría constante en mi corazón, que goza y es feliz cuando el suyo estalla de felicidad. Mi hija. Ella, desde que tiene noción para diferenciar lo bueno de lo malo, la alegría de la tristeza, es una fidelísima seguidora de cuanto ocurre por tu tierra y apenas las calendas auguran el bonancible tránsito de la tarde a la noche y las mareas retardan las ausencias de las olas para quedar más tiempo espejando la noble y recia costa de Cádiz, se transforma en la ninfa que bebe los vientos, aunque sean de levante, por cuánto sucede, surge y acontece en el Carnaval de Gades. Siempre atenta, siempre ansiosa, llega a ser “jartible” con esta desaforada pasión. Pero es fácil dejarse embaucar por la grandeza y la belleza de esta gran fiesta, que traspasa las fronteras de la Caleta o el barrio de la Viña para enamorar a quien presuma y se distinga con un poco de sensibilidad.

            Me extrañó aquel silencio, pues quienes te conocen y comparten amistad conmigo, no hacen más que ensalzar tu caballerosidad, de encumbrarte sobre el pedestal de tu generosidad. Supuse que tus muchas obligaciones, tus numerosísimos compromisos, habían demorado primero la respuesta, incluso llegué a pensar que tu humildad, ante los elogios que endulzaban justamente mi agradecimiento, motivaba aquella elipsis y que las lisonjas debían poner punto y final al vaivén de correos.

            Mi hija, querido y admirado tocayo, como ya te expliqué, siente verdadera pasión por la universal fiesta de Cádiz, vive intensamente los días en los que se celebra el certamen de cuartetos, chirigotas, comparsas y coros y los sigue con verdadera abstracción. Por eso pensamos, que para celebrar su cumpleaños, en el pasado mes de junio, intentar que un autor, de la categoría con la que te distingues, le firmara y dedicara algunas de sus obras. Tras una peripecia con algunos autores, llegamos a ti por mediación de una amiga, y no sólo no pusiste ninguna traba sino que te llevaste los ejemplares y te preocupaste, que cada integrante de tu agrupación, le dedicara unas palabras. Cuando sus amigas se lo entregaron su emoción fue incontenible. Verla feliz, en aquellos duros momentos por los que atravesaba, por cuestiones personales que no vienen al caso referir, fue una de las mejores y mayores satisfacciones que he experimentado en los últimos años. Por eso te puse email de agradecimiento.

            Y me extrañó aquel silencio, aún sin conocerte personalmente tocayo, pero era tanto y tan bueno cuánto llegaba hasta mí sobre tu caballerosidad y gallardía. Pero no insistí. Tu gesto cobró en mi alma la soldada de la gratitud y cualquier posible olvido estaba más que compensado con ello.

            Supe por Margarita –mi hija, querido y admirado tocayo se llama así- que una negra dama te lanzó su pérfida guadaña hace unos meses pero tu supiste esquivarla con la destreza del aguerrido combatiente que llevas dentro, ése que es capaz de derrotar con un poema y una guitarra a los miserables que roban la libertad o arrancan la esperanza de las almas de la gente de bien con sus más viles hazañas, ése que es capaz de extraer lágrimas de plata a la luna y depositarlas en la Caleta para que se embellezcan las niñas con ellas. Aquella enmohecida guadaña silbó su aliento de muerte pero tú supiste esquivarla. ¡Qué suerte poder tenerte, tocayo, todavía entre nosotros  y que mi niña se embelese con tus poemas, enmarcados en cuplés y pasodobles! ¡Qué suerte que burlaste a la negra dama y te pusiste al frente de la tripulación de tu nave gaditana! ¡Qué suerte poder hacerte llegar estas humildes palabras en las que agradezco una acción generosa!

            Me alegro, Antonio Martín, de que burlaras la muerte. Gracias, querido tocayo, por seguir ahí, insuflando felicidad a tanta gente. Ahora entiendo el  silencio, ahora comprendo el mutismo, porque quisieron imponértelo de la manera más rala. Gracias, Antonio Martín, gracias por hacer feliz a luz de nuestras almas.

jueves, 26 de enero de 2012

Guárdame el secreto


Guárdame el secreto, ése del que te hiciste cómplice en el tiempo de la ilusión. Deja correr el viento por las calles de la inocencia, que se manifieste, si acaso, cuando los ojos vuelvan a recorrer los espacios que creíamos perdidos. Deja que las palabras sigan entumecidas en las esquinas donde quedaron prendidos los besos que no dimos, los abrazos que omitimos porque éramos -¿seguiremos siéndolo?- prisioneros de nuestros propios recelos, de las dudas que imponían la parquedad de la edad y la trémula sensación de padecer mal de amores, esa fiebre que alienta los corazones y los eleva a la cúspide del deseo para luego estrellarlo, sin piedad ni misericordia, sobre las heladas simas donde reside la pena.

            Deja pacer el tiempo irrecuperable en los hábitats de la nostalgia donde se izan gloriosos los recuerdos, imágenes irreales ahora, aunque un día tuvieran cuerpo, guardaran alma y el hálito de los ficciones engañara a la realidad que fantaseaba con poderse concretar, en poder cristalizar aquella quimera en verdad.

            Guárdame el secreto de aquellas madrugadas tibias donde el barullo de palabras se convertían en cuentos, en historias de aventureros que mataban a dragones por retener la mirada de la amada, por conseguir un suspiro exhalado por los labios que sus labios añoraban, por la caricia trémula recorriendo la tersura del cabello, por mantener la sonrisa en la prisión de sus sueños, por conseguir que sus suspiros surcaran y alentaran los senderos que fueron marcando las dudas del ser o del no ser, del te quiero o no te quiero.

            Guárdame el secreto de aquellos primeros recelos que corroían entrañas, que deshacían respetos de amistades cercanas, que procuraban los celos infundados y baldíos, que animaban las mentiras y procuraban desaciertos cuando la mirada huía hacía los misterios de una expresión extraña y convertían los campos de la alegría en paramos desiertos, en estepas desoladas por los vientos de la rabia y los fríos desalientos.

Guárdame el secreto del sonido del silencio buscando amparo en la esquina, arañando y creando recovecos en las paredes vencidas por los años, socavando la blancura de la cal que caía desprendida y sembraba las aceras con cascotes de amargura mientras la tarde pasaba y se vencía en la sorpresa de un vencejo que pasaba rasando aquella vereda, alisando las turbulencias de la insufrible espera, soterrando la paciencia que se hacía por minutos insufrible.

Sé guardián de las vivencias que han quedado en tus calles, sé custodio de las sombras que surgieron del ensueño y reivindican sus vidas, recobrar los alientos que fueron fortaleciéndose con sonrisas, con la despreocupación de los juegos, con las bromas que ideaban para surtir y cubrir con simpatía los momentos del asueto, del tiempo recuperado que ya dábamos por muerto y que se hizo presente, en un solo pensamiento, cuando volvieron mis pasos a deshacer el camino que fue marcando la ausencia de estos años.

Ayer regresé al barrio donde vive prisionero mi recuerdo, el tiempo de mi juventud. Solo quedaba el silencio. Ya no asombra el parpadeo de los neones del cine, ni en la esquina hay presagios de sonrisas que anuncien alegrías nuevas, ni anhelos de ansiadas esperas. Queda el hálito del viento que va susurrando la elegía de nuestros primeros sueños, la canción del desespero por encontrar los oídos que quieran escuchar el duelo de un pasado redivivo, ése que tú y yo sólo sabemos. Sigamos siendo cómplices y guardemos el secreto. Tal vez algún día podremos poner sobre un lienzo, sobre un trozo de papel o escribirlo sobre el propio firmamento aquellas tardes en las que fuimos dueño del tiempo, ese bien que nos arrebataron para fundirlo en aranas y ponerlo a los pies de los dioses del mañana. Guárdame, barrio mío, este secreto hasta que vuelve a por él para alojarlo en mis sueños.

miércoles, 25 de enero de 2012

El Patio de San Eloy


            No abundaban los lugares de esparcimiento, ni los locales de ocio tan específicos como los de hoy. Eran las tardes de los días festivos dedicadas a sesiones de cine, todavía mayestáticos, con el romanticismo de sus balcones y paraísos, con sus entresuelos, de cortinas que cerraban la visión a los ojos de buey de las puertas, de acomodadores con linternas que velaban por el buen comportamiento en la sala de butacas. Eran como guardianes celosos que deambulaban por los pasillos para sorprender a la pareja acaramelada de la última fila o introducir en el argumento de la película a los que se retrasaban, explicaciones que siempre concluían –por ni alargase en matizaciones- con aquella coletilla de “quédese al siguiente pase, como es sesión continua”.

            Eran aquellas tardes de sábado cuando salíamos con la pueblerina intención de dar una vuelta por el centro, cuando todavía relumbraban escaparates de comercios familiares, exponiendo las delicatesen gastronómicas que se antojaban tan lejos de nosotros, tan inalcanzables aunque sólo nos separara la barrera fronteriza de un cristal, o las últimas novedades de la moda juvenil bañada por una luz sicodélica que escondía en la sombras los pantalones Lois o los Fred Perris.

            Horas deambulando por las calles, buscando el roce de una mano y te correspondiese, hablando de las cosas importantes de la vida, tan vitales como la ignorancia oculta de unos ojos que no correspondían, o el último beso, tan recatado e inocente, casi robado y venciendo a la timidez, que dábamos cuando nos despedíamos. Qué nos importaba, en aquellos precisos momentos, que en Argentina hubiese una guerra, que se estuviera medio mundo enfrentándose al otro, que el pacto de Toledo estuviera definiéndose o que Idi Amín se comiera a la gente por los pies. Lo trascendental era mantener la esperanza de que los ojos de aquella niña que nos arrebataba la vida se fijarán en nosotros, que mantuvieran la certeza un brillo premonitorio que nos acercara a la gloria.

            Procurábamos que cada día fuera diferente, que los paseos discurrieran por lugares distintos a los de la semana anterior, alternar sesiones de cine con alguna obra de teatro, si coincidía con su representación, en una ciudad que por entonces sólo mantenía viva dos teatros y escasas eran las compañías que veían rentable incluir en sus programas la visita a Sevilla. Pero siempre había un lugar donde terminábamos, donde coincidíamos con otros grupos que comenzaron a sernos familiares, con rostros que podíamos reconocer en otros lugares o casualmente compartir incluso centro de estudios. Un lugar que comenzaba a erigirse como punto de reunión de la más diversa fauna urbana. Eran tiempos convulsos, tiempos de cambios estructurales en los que la sociedad reclamaba una posición más determinante en los problemas políticos, en los que se pedían involuciones sociales y otros se obstinaban en mantener una herencia de del régimen anterior, tiempo de discusiones y extremismos que a veces terminaban en la calle de la manera menos cívica.

            Era el Patio de San Eloy el que nos recogía a todos, y en sus tribunas nos aposentábamos, gradas de concordias y avenencias, para rematar la tarde, ya convertida en noche, refugio de los rigores del invierno, asilo para soportar los calores de agosto, sus parroquianos aprendimos a convivir, con una cerveza y un montadito en la mano, a departir y respetar. Una juventud que comenzaba a desmarcarse de rencillas y rencores del pasado, reflejo de un futuro cargado de esperanza.

            El Patio de San Eloy conmemora cuarenta años de servicio a Sevilla. Cuatro décadas alimentando al espíritu y al estómago, cuatro décadas dedicadas a la convivencia, esa cosa tan extraña y tan denostada en los días de hoy. La transición sevillana le debe mucho a sus mesitas y estradas, a la voz del encargado indicando, apenas sobrepasábamos el umbral del local, que pasáramos que al fondo había sitio. ¡Ay si sus paredes hablaran! Y todavía lo hay, gracias a Dios. Porque lugares como éste dignifican las ciudades. De estos establecimiento tan emblemáticos debieran tomar nota políticos y empresarios y tal vez otro gallo nos cantaría.

martes, 24 de enero de 2012

Entre tú y yo


            ¿Es el tiempo el que ha sembrado de olvidos los campos de las vivencias? ¿Es la edad que viene a rompernos la frágil celosía que retenía los momentos que llegamos a compartir y por dónde se escapan atropelladamente para fundirse con el aire que ya no respiramos? ¿O ha sido, quizás, la distancia que nos ha descubierto la moderación a los impulsos juveniles que tanto nos divertían? Entre tú y yo siempre hubo una leve cuerda que nos unía, que nos mantenía conectados en la consideración y en la presencia, aunque los espacios y las distancias gritaran desaforadamente que la lejanía hacía imposible que nos deleitáramos observándonos, perdiéndonos en las profundidades oscuras de los ojos, descubriendo que no hay nada más hermoso y bello que mantener las pautas del silencio, como preclaros pregones de sentimientos adolescentes, como únicos vínculos del amor que se transforma en amistad, porque el amor viene a sorprendernos por otras latitudes, que nos conduce por otros derroteros para anegarnos de pasión. Misterios de la vida.

            No recuerdas los primeros sentimientos más que cuando resurgen del limbo, cuando recuperan la corporeidad y se hacen tangibles en las yemas de los dedos, con una imagen que se presenta de improviso, que se hace presencia en el lugar más inhóspito, en el momento más inadecuado. Llegan galopando por los desfiladeros que hemos horadado con los recuerdos, esos surcos que nos levantan la piel y dejan el corazón al descubierto, tan indefenso como la primera tarde del primer encuentro, en ese desamparo de la inocencia que antecede al primer roce de unos labios, a esa orfandad que precede al adiós mientras las sombras son engullidas por las esquinas, por las vericuetas y enrevesadas calles que conducen a la desolación.

            No recuerdas las primeras risas que se volatilizaban en el aire, que ascendían en los torbellinos de la alegría y que eran absorbidas por las claridades de la tarde, en esas últimas horas que la precedían en su debacle, cuando se comenzaba a fundir el cielo y una fragua se erigía por el horizonte y moldeaba ilusiones a golpe de martillo y yunque, cantos de martinetes que resuenan en los estanques donde yacen sumergidos los sueños bajo losas de verdades, de impulsos arrancados a la sinceridad que florece en el alma y que se marchita con la primera desilusión, tal vez porque se riega con la acidez de las lágrimas. Son los recuerdos que nos mortifican y desvirtúan el presente porque provienen de un tiempo que ya sólo pervive en la historia de un lugar.

            Entre tú y yo, que confinamos los secretos de la inocencia robada en el baúl de los silencios, hay una amplia distancia incapaz de solventarla el puente de la memoria, hay veredas recubiertas de verdianas que no dejan ver las pisadas, que disimulan las huellas de los pies que la pisaran, que han olvidado los trancos presurosos que acortaban las distancias y rendían las ausencias con su contundente marcha. Entre tú y yo sólo queda la nostalgia, la prófuga sensación de una pieza inacabada, la sentencia de un adiós que se formula sin calma porque toda placidez fenece al pronunciarla.

            ¿No te acuerdas que fue una ilusión pasada, que la vida sigue cierta y el rumbo de su discurso nada guarda, nada cambia aunque todo te parezca tan real y haya presencias que caminan a hurtadillas por los aleros del alma? Entre tú y yo hay una luna simulada que se asoma a los tejados y deja velada la caricia de una brisa que se desliza por debajo de las ramas del robusto y viejo laurel donde quedó tu risa y el hueco de mis palabras. ¡Ay, tiempo que al tiempo ha vencido! Ya viene asomando su cara, con el resplandor y su gracia, un nuevo amor más jovial y más galano, ya se acerca sobresaltando mis ansias, destrozando mis defensas. La debilidad es el maná que refuerza mi sentir. No te olvido porque auspicio mis recuerdos en tus claridades atenuadas, en la vaporosa mansedumbre de una llama, en el temblor de una rama que comienza a acicalarse con verdores que te extrañan, que sorprenden las miradas. Comienza a rejuvenecer, rememora mi presencia. Entre tú y yo hay un idilio secreto que sólo conocen el aire y los cielos. Te tiendo mi mano, cimbrean los cimientos que soportan mis sentidos. Ya atisbo tus esencias. Vienes a recuperar la memoria de tus sentimientos, a devolver la alegría de luz que despliegas y son presagios noticias buenas. Entre tú y yo, primavera, siempre estuvo la esperanza, siempre anidó la certeza de que nos volveríamos a ver para destronar la tristeza.

lunes, 23 de enero de 2012

¿Qué hace un cura en Gran Hermano?


No sé si es producto de la descomposición general de la sociedad, de la que no se libra ni el clero, o una huida hacia delante de los nuevos aires de la curia, que se rebela contra la cúpula diocesana dirigente. Un cura participando en Gran Hermano, aunque me informan que existe el precedente, en este mismo claustrofóbico espacio televisivo, de un seminarista que hacía la delicia de las jóvenes espectadoras.

            Debo decir que no he visto ningún programa de este bodrio que alimenta a mentes menguadas, pero ha llegado hasta mí el hecho. Debo ser un espécimen raro porque entiendo que la vida consagrada tiene otros matices, que se desarrolla en otros ambientes. Está bien que la Iglesia, y así lo hace desde sus comienzos, utilice los medios a su alcance para propagar y difundir el salvífico mensaje de Cristo. Recuerdo al padre Mundina fomentado la floricultura, el cuidado y mantenimiento de las flores en los jardines, con aquellas amenas y didácticas charlas que se emitían a través de la televisión, cuando un solo canal era capaz de sostener el entretenimiento de todo un país. O al padre Cué con sus pedagógicas y ejemplarizantes conferencias televisivas, luego reunidas en un magnífico libro titulado “Mi Cristo roto”, y que tanto bien hicieron en mi generación. Muchos son los ejemplos de sacerdotes que se han puesto delante de un micrófono o una cámara para, de las maneras más versátiles, acercar la palabra de Dios a los hombres, para fomentar las buenas obras entre quienes se obstinan en separarse del camino, por la dificultad que entraña seguir la senda con la rectitud debida. Muchos han sido los religiosos que han bien utilizado, y siguen utilizando, los medios de comunicación para alcanzar el fin. Lo que me sorprende, y  he visto en internet, atraído por los comentarios que me han llegado, para formarme una opinión más o menos consecuente y justa, es que la diócesis a la que pertenece este sacerdote no le haya impedido su participación en el bodrio más visto de la televisión española. Y no lo digo por su apariencia, que el hábito no hace al monje, ni por la utilización de unas prendas de vestir, ni por el abuso de un vocabulario más o menos coloquial, sino la aptitud y actitud con la se muestra. No es la más adecuada para la transmisión de los valores que pregona la Iglesia. Por eso entiendo la decisión que ha tomado la congregación episcopal de proceder a la suspensión de la vida consagrada, a sus ministerios y funciones como todo trabajo pastoral, la celebración pública de la Eucaristía, la predicación a los fieles y la confesión a los mismos.

            Muy poco debieron importarle a D. Juan Antonio Molina las advertencias que se le formuló desde su congregación si se obcecaba en continuar con su participación en el reality de Telecinco porque entró con inusitada alegría en el estudio donde se realiza. Muy poco debe importarle el juramento a la vida consagrada a la que se comprometió cuando se ordenó porque aun conociendo la suspensión de sus funciones sacerdotales, decidió seguir en esta aventura. Estas conjeturas y actitudes, que ponen en entredicho el verdadero sentido de la vida consagrada, carecerían de valor si no fuera por las declaraciones, rotundas y cargadas de verdad, visto lo visto, que realizó Su Santidad Benedicto XVI indicando que «la mayor amenaza para la Iglesia no viene de fuera, de enemigos externos, sino de su interior, de los pecados que existen en ella».

            Entre los votos que un sacerdote  asume cuando se ordena están el de la humildad y la obediencia, el de la entrega a los demás y alcanzar la perfección propia, que es un excelente modo para transmitirla a los semejantes, siguiendo el consejo evangélico: «Si quieres ser perfecto, vende lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo».

Juan Antonio no cumple con los preceptos establecidos y por ello debiera reconsiderar seguir perteneciendo al cuerpo de los elegidos por Dios para el ejercicio del magisterio doctrinal que se les encomienda. Porque la Iglesia no es lo que se representa en las pantallas con la presencia y actuación de este cura, es un valor más serio, más comprometido, más importante y grande. Personajes como Juan Antonio son los que nos desacreditan ante quienes ponen en duda los valores que transmiten, los que tiran por la borda los grandes trabajos, los ejercicios de solidaridad y amor que viene desarrollando desde que Cristo pisó la tierra.

sábado, 21 de enero de 2012

Perdónalos que no saben lo que hacen


            No tiene mayor explicación la actuación de los delincuentes que se han llevado parte de los enseres procesionales de la cuatro veces centenaria Hermandad de las siete palabras, que las facilidades que han encontrado para efectuar su reprobable acción y la condición de precariedad económica por la que pasa la sociedad actual.

            Si tenemos en cuenta las observaciones que se vienen realizando, por las diferentes agencias económicas, esos barómetros que nos hacen temblar ante los balances financieros que ofrecen y diagnostican el estado de salud de los países, en los diferentes medios de comunicación de los socavones que ha provocado esta crisis principalmente núcleos familiares, veremos que los índices de delincuencia se han elevado y que los amigos de lo ajeno han proliferado sus actuaciones y el marco de ellas. Ya tienen reparos, ni le atormentan remordimientos, en la comisión de sus delitos, máxime si se le ofrecen facilidades. Aguzar los sentidos en época de crisis es algo habitual.

            Las Hermandades y cofradías son herederas de un fabuloso legado, tanto en materia artística como espiritual. Quienes las rigen deben ser consecuentes con esta responsabilidad y procurar mantenerlo intacto. Son obras de arte, que tienen un valor económico y si se pierden o destruyen por hechos casuales, tiempo habrá de reponerlos, aunque se hayan que efectuar esfuerzos extraordinarios. Resarcirse de la desgracia de un fuego o de un inesperado desprendimiento de la bóveda de una iglesia son cosas distintas a las que ha padecido la Hermandad de las Siete Palabras. Mantener tan extraordinario y rico patrimonio, poco menos que al alcance de cualquiera, tiene mucho que ver con el desinterés y la desidia. A la prueba de las imágenes que se han publicado, en diferentes medios de comunicación, me remito. Bastaba conocer la ubicación del patrimonio, hacer una leve y somera investigación y pegarle una patada a la puerta. Suerte que esta vez se contó con la colaboración ciudadana que alertó a los servicios de seguridad del estado y los cacos pusieron pies en polvorosa, no sin antes obtener un suculento botín.

            Las instalaciones, por llamarlas de alguna manera, carecían de cualquier medida de seguridad. Una facilidad que aprovecharon los delincuentes. Pero lo más extraño, lo más inaudito en este fatídico suceso, es la inexistencia de un seguro que pudiera cubrir estos nunca deseados sucesos. No se suscribieron pólizas para garantizas este inmenso valor patrimonial para al menos tener la posibilidad de resarcirse en lo material, porque del factor sentimental no habrá manera de recuperarse de este desastre y la memoria se ocupará de mantener en vilo esta tristeza que recorre, no sólo el emblemático y señorial barrio de San Vicente, toda la geografía sevillana.

Porque los ladrones, que sólo habrán observado el valor de la plata –seguramente ya fundida-, nos han sustraído las imágenes de aquellas primeras semanas santas de nuestra juventud, el relumbre del paso de palio sobre el ascua de la candelería y la luna celosa por el argénteo resplandor que cobijaba, como un aura de divinidad, a la Virgen de la Cabeza. Nos han robado una importante parte de la memoria sentimental, los miércoles santos que eran gozosas vísperas del gran culmen de la Semana Santa.

Hay responsables de estos actos. Hay compromisos que van más allá de la sujeción de una vara dorada durante la estación de penitencia. En las obras de arte que  engalanan y hermosean nuestras más precisas devociones, hay mucho esfuerzo, demasiado trabajo, horas robadas al sueño y la familia, denuedos de generaciones enteras que labraron, surco a surco, el campo de la devoción para que pudiera llegar a otras generaciones. Mucho tendrán que sopesar las Hermandades sevillanas de los medios que ponen para proteger el valioso patrimonio que nos han legado. Hay buscar soluciones inmediatas y poner en salvaguardia, cuando reunirlas en los lugares adecuados para su conservación íntegra y adecuada, los tesoros que se conservan en el seno de las cofradías, y que sus rectores se conciencien de la necesaria y absoluta protección de ellos, porque son sus custodios y guardianes, responsabilidad que aceptan motu propio.

viernes, 20 de enero de 2012

Réquiem por el Mesón de la Sangría


            Es terrible cuando el dolor acude al recuerdo para asolarlo, cuando la nostalgia se ve sorprendida por el voraz ataque de la pena y desmantela todo el romanticismo que se guarda en el cajón de la memoria. El desmembramiento de las imágenes que uno cree reflejan el pasado y el paso de los años, que imagina es la intrahistoria que quedó anclada en el alma por situaciones que ocurrieron en la juventud, cuando los sueños no eran más que entelequias y deseos que vagaban en las soñadoras y fantasiosas mentes de unos jóvenes, embriagados todavía por la inocencia y la torpe creencia de que el mundo era una llanura por explorar, aún por conocer. Una época donde la amistad era un promontorio al que sólo tenían acceso aquellos a los que abrías el corazón, un lugar de confidencias compartidas, de secretos y cariños que preconizaban un futuro solo comprensible con el saludo diario y la presencia fidedigna de las miradas, que sabían recoger y guardar el secreto de la negativa una declaración amor o la incapacidad vergonzosa de suspirar por los labios que jamás supieron de un roce de los tuyos.

            Vuelve hoy la memoria a trasgredir las lindes de la emoción porque un buen amigo de la juventud, un compañero con el que compartí la esperanza por la obtención de un futuro mejor, las ilusiones por llegar donde sólo unos pocos llegan, queda al borde del precipicio de la desesperación, de la desmoralización, porque el rodillo de esta inhumana crisis económica, y antes la especulación de los suelos que han hecho millonarios a unos pocos, en la zona de San Bernardo, lo han puesto en un brete y su pequeño negocio de hostelería, fruto de algunas décadas del trabajo, su exclusiva dedicación y buen hacer, tendrá que cerrar vencido por los miedos que mantenemos por el consumo razonable ante la incertidumbre y el desconocimiento de lo que nos espera.

            Es ahora un hombre sencillo, al que el tiempo ha enmendado sus esfuerzos y ha privado de un futuro reposado, asentado sobre el terruño de la desilusión. Camina todavía mostrando esa apariencia de altivez que siempre tuvo aunque su condición provenga de las clases obreras que anegaron los nuevos barrios que sustituyeron los caseríos desvencijados por los temporales y el olvido de los políticos en el comienzo de la década de los setenta. Le observo desde esta acera que retiene penurias artilleras y el señorío de un barrio que fue y que hoy no es más que mera residencia transeúnte, de gente que ignora su historia. Cada tranco es una sombra de la negritud del destino, un asomarse y acercarlo al abismo que marea e incomoda. Qué distinto al recuerdo que se proyecta hoy cuando jugábamos en el San Juan de Ribera, un equipo juvenil de fútbol que vivió su esplendor y en el que nos formamos deportivamente. En él florecieron sueños de gloria, la consecución de metas inalcanzables que creímos poder rebasar. Un equipo de fútbol donde percibí la primera noción sobre la realidad, cuando muchos de mis compañeros acudían al entreno diario después de una dura jornada de trabajo en un muelle, en un taller o tras la barra de un establecimiento comercial mientras yo, al que llamaban cariñosa y gracilmente el señorito, para mi sonrojo y vergüenza, acudía con mi ristra de libros y cuadernos del instituto.

            Buena gente este amigo que trabajó donde yo no quise, que se fue labrando un futuro en el digno oficio de la restauración y que, con su esfuerzo y dedicación, con muchas horas de insomnio, logró el pequeño sueño de ser propietario de su propio negocio. Hasta que los errores y la avaricia de los poderes económicos, que nominaron crisis para que aceptaramos su pago, consiguieron desnaturalizar sus propósitos. Éste es el estipendio del que nos proveen quienes se están enriqueciendo con las miserias de los demás. Éste es el salario del destino, el desvalijamiento de la honradez para la obtención de mejores réditos a quienes nos manejan económicamente.

            Dentro de unos días, cuando las luces del atardecer comiencen a prolongarse sobre las tejas de las bóvedas de la vieja parroquia de San Bernardo y los fantasmas de la memoria vuelvan a anegar su Calleancha de niños con pantalón corto y rodillas ennegrecidas por el tizne del carbón de las viejas máquinas del tren, y el miguelete, que vigila y guarda la antigua fábrica de artillería, role al sur acariciado por la brisa que anuncia la inminente primavera, el Mesón de la Sangría se ahogará con las sombras del dolor y pasará a formar parte del recuerdo romántico del barrio de San Bernardo.

jueves, 19 de enero de 2012

Misioneros del nuevo siglo


            Decía D. Antonio María Calero de los Ríos, en la magnífica disertación que ofreció, en la Real Iglesia de San Antonio Abad, con motivo de la convivencia de las Hermandades de la Madrugada, que los laicos deben asumir, de una vez por todas, su compromiso con el mensaje salvífico de Jesucristo y que para ello era necesaria la conversión inminente del cofrade, en clara referencia a quienes componían el foro en el que  exponía sus palabras, que su participación en la Hermandad no debe limitarse a la mera asistencia de sus cultos, a participar en la estación de penitencia ni a convivir, durante más o menos tiempo, en los actos que se organicen en al ámbito de sus casas de Hermandad. El cofrade, como parte de la comunidad eclesial, que viene signada por la consagración que se recibe con el bautismo, ha de mostrarse como mensajero de sus propias vivencias, de las que recibe de la Iglesia y transmitirlas en su entorno más próximo. Sintetizaba su intervención indicando que debemos asumir nuestro papel de misioneros.

            La sociedad actual, el ámbito que nos cerca, tal como la hemos concebido, con sus adelantos técnicos y científicos, se encuentra en un estado de descreencia mística, en una fase en la que el hombre se sostiene sobre dudas y provoca la indecisión en sus actuaciones. Estas circunstancias marcan el devenir de la vida cotidiana y a falta de concreción física de Dios, sin referente espiritual que guíe y dote de sentido la vida, provoca grandes lagunas en el pensamiento y por ende, el vacío existencial del que tanto se quejan los actuales filósofos.

            La carencia de importancia sobre la existencia de Dios es un gran mal pues induce a no ofrecer ningún valor sobre las materias esenciales que conforman la vida. Es mucho peor que el agnosticismo y el ateísmo, esta indiferencia anclada en muchos sectores de la sociedad, en la que ya no sólo se pone en entredicho la existencia de Dios, como ente Supremo que nos concede el precioso don la vida, sino que sencillamente no hay preocupación ni interés en la búsqueda del Todopoderoso, ambigüedad que provoca el hundimiento del pensamiento y los valores que pudieran desprenderse de discernir entre encontrar un camino de felicidad y luz y otro gris, de sopesar si merece la pena involucrarse en la Verdad, con las dificultades y la oposición que pudiera conllevar, o dejarse llevar por la corriente y disecar cualquier modelo de vida superior. Caer en un proceso anfibológico, suponer que la existencia finaliza con la oscuridad total, que nuestros semejantes no merecen más consideración, por nuestra parte, que el de una teoría evolutiva espontánea, es la batalla a la que debemos enfrentarnos. Y para ello, cada uno de los bautizados, hemos de componer el ejército que se enfrente a la indiferencia, destacar la existencia de un mensaje que nos une a todos en torno al amor, la declaración de igualdad más profunda y hermosa jamás pronunciada.

            En nuestra ciudad tenemos un arma de una eficacia extraordinaria, con una trascendencia, en todos los planos sociales, excepcional. Las hermandades y cofradías han de erigirse como principales vínculos de la expansión evangelizadora que cambie los signos de la vida, en esta nueva era de existencialismo y mediocridad intelectual, que confunde razón con imposición, y convertirse en el principal conducto para conducir, dirigir y  gobernar a los nuevos misioneros que necesita el mundo para redimirle de los males endémicos que le acechan y que mantiene cautivo al hombre de los abusos, indiscriminados y alevosos de otros que sólo viven en sus egoísmo y  materialismo.

Del libre ejercicio de la condición misionera tiene que surgir el mundo nuevo. Porque cada voz que se levante para derrocar la maldad, cada palabra que se transmita para la consecución de la igualdad, cada mensaje que se implante para sofocar las banalidades de esta sociedad amanerada, que permite la suplantación de las cosas buenas por la comodidad de los silencios, es un triunfo y una verdadera razón para consecución de la vida eterna, esa insustancial felicidad que se encuentra al final  del camino. Está en nuestras manos, sólo tenemos que alzarlas y conformar la cadena. Si los primeros apóstoles lo lograron –sin internet, sin los medios de comunicación de los que gozamos- también podemos conseguirlo nosotros. Cristo es signo de vida, de concordia y de amor entre los hombres, una ventana de Esperanza por la que entra la felicidad.

miércoles, 18 de enero de 2012

La educación no está de moda


            Cada vez entiendo menos las cosas que suceden en esta ciudad, que no es ni más ni menos que lo que puede estar ocurriendo en otros lugares del mundo. Esta preocupación mía, debe ser cosa de la edad, de los avatares de la vida, que va horadando los sentimientos y nos los agria. O tal vez se producto del amor y la pasión que siento hacia sus cosas, hacia las conductas y comportamientos de quienes tenemos el placer de habitarlas.

            De un tiempo a esta parte observo con estupor cómo se va deteriorando la convivencia y el uso de las buenas costumbres, del arraigo por la educación y por las buenas formas. Y sobre todo el respeto. Hay una generación de sevillanos que han sucumbido a esta “modernidad” de la tecnología, que ya se ha apoderado de todo, a adueñarse de nuestros comportamientos y vidas, y la globalización de sus conductas sociales, en la manera de comunicarse. Han preferido el aislamiento a la sociabilidad. Han sucumbido al ultramundo de la soledad incluso para jugar. Cierto es que las condiciones que impone el nuevo modelo de sociedad poco favorece la apropiación de la calle, por las turbas infantiles, para convertirla en terrenos de juegos. Y eso nos culpabiliza a todos y nos hace responsables de esta deshumanización que va ganando el terreno, a pasos agigantados, a los antiguos modelos de vida y nos relega al detrimento de la expansión de la imaginación. Nos hemos acostumbrado a que otros piensen por nosotros, a que nos maravillen sus productos de ocio y nos construyan mundos virtuales que nos absuelvan de nuestro propio poder creativo. Y se lo hemos transmitido a nuestros hijos. Pero me extraña, digo, la carencia absoluta de educación en un sector importante de la juventud,  a la que los valores, que nosotros asumimos como imprescindibles, le resultan extraños cuando no un modismo en desuso. Y eso es lo preocupante.

            Le reprochaba una señora a una joven, en la cola del autobús, la falta de respeto por no guardar el orden que se habían preocupado de establecer quienes esperaban el transporte público y aquélla le respondía, con desaire y malos modos mientras se adentraba en el vehículo, que era una antigua, un carcamal, que eso de la cola era una cosa en desuso y que ya nadie la guardaba. De nada sirvieron las protestas de la mujer porque la joven en definitiva comenzó a ignorarla una vez conseguido su propósito, que por lo visto era asegurarse el acomodo en un asiento, durante su trayecto de autobús. Siendo grave la situación –que por cierto no llegó a mayores gracias a la mediación de otra señora- lo realmente escandaloso es la aseveración de la joven. La educación ya no está de moda, como si el respeto fuese una prenda de vestir que se arrincona cuando no satisface nuestros gustos.

            El comportamiento de esta joven nos es más que la consecuencia del absentismo formacional del que hemos hecho los padres. No hemos sabido transmitir a nuestros hijos las precisas y básicas normas que hacen posible la convivencia, que la fortalecen y conduce al entendimiento. Hemos abusado de la arbitrariedad en la transmisión del ideario de libertad que hicimos nuestro y que tanto nos costó conseguir hasta llegar a desvirtuarse en el libertinaje del que hacen gala algunos. Tal vez, el mal funcionamiento de los diferentes sistemas educativos haya contribuido a la desamortización de las mínimas y precisas conductas de educación. Pero la raíz del problema radica en la falta de comunicación, o en la inadecuada información que hemos hecho llegar a nuestros vástagos. Para muestra, un botón. Hay padres que ríen la gracia de sus hijos cuando éstos tiran un papel al suelo, y hasta lo justifican porque así dan trabajo al barrendero o cuando lanzan un exabrupto maldiciendo la honorabilidad de otra persona, porque es el signo inequívoco de alcanzar la madurez.   Esta permisividad no es signo de acercamiento a la familiaridad, ni es muestra alguna de complicidad entre padre e hijos. Es una falta absoluta de respeto a quienes nos rodean que pueden llegar a exclamar incluso, que de tal palo tal astilla. No es banalidad saludar y mostrar una sonrisa a quienes nos saludan y nos sonríen. No seremos más modernos, ni más capaces de acatar modas si nos olvidamos de la educación y el respeto.

martes, 17 de enero de 2012

El Congo en las Tres Mil Viviendas


            No es un problema nuevo y por ello la literatura vertida sobre el tema es mucha y variada. Como no entraña ninguna novedad tampoco puede ser razón para escandalizarse y mucho menos motivo para la sorpresa. Según los últimos datos recabados por el ayuntamiento de Sevilla, concretamente por el Comisionado para la rehabilitación del  Polígono Sur, el índice de analfabetismo en el referido barrio alcanza el 26 % del total de la población censada, y dado el altísimo número de transeúntes que pululan por sus calles y ocupan edificios abandonados, con un altísimo riego de exclusión social, pudiera ser que los números alcancen cotas de verdadera tragedia.

            Algo ha debido fallar durante las diferentes actuaciones que se fueron acometiendo para la rehabilitación social y urbanística de este barrio sevillano que durante las últimas décadas ha estado dejado de la mano de Dios por las diferentes administraciones que han ido gobernando la ciudad.

            Los diferentes planes gubernamentales para resarcir esta localización sevillana han ido estrellándose en sus propios orígenes. Hay sectores de la barriada que son verdaderos focos de delincuencia y donde es imposible la convivencia y el normal discurrir de la cotidianidad, incluso hubo periodos legislativos en los que ni siquiera la policía aparecía por sus calles, limitándose su actuación a la periferia de la barriada de Murillo, popularmente conocida por las Vegas. Allí sólo se atrevían a actuar algunas congregaciones religiosas que mantenían la esperanza entre quienes habitaban entre muros de desesperación. Cáritas, la comunidad de Religiosas de “Jesús y María”, los salesianos y las Hermanas de la Cruz conocen profusa y profundamente de la necesaria ayuda que requieren, del auxilio que prestan, a sus habitantes, muchos de ellos engullidos por el negro torbellino de la droga, un hecho que los mantiene inmersos en el lodazal de la marginalidad. De no ser por estas ayudas puntuales, que se mantuvieron cuando todos miraban hacia otros lugares, la barriada no habría sostenerse y el deterioro aún hubiera sido mayor y la posterior actuación del Comisionado hubiera naufragado en la misma orilla. La simiente de la Esperanza comenzaba, tímida y lentamente, a germinar en las conciencias de sus habitantes.

            Con estas condiciones, las tareas de los agentes sociales difícilmente pueden obtener mejores resultados. Es cuestión prioritaria concienciar a las familias en la adecuada formación de sus hijos para excluirse de la marginalidad. En el futuro, en los esfuerzos que se dediquen para la educación de los niños, radica la solución a tan grave problema. Como explicaba Rousseau, en su obra “Emilio”, el hombre nace inocente y es la sociedad la que lo instruye en el mal.

            Nos encontramos ante una de las empresas más importante de la comunidad. Y los datos estadísticos están ahí. Con su crudeza y realidad para que los revoquemos. Que la analfabetización de la población de la Barriada de Murillo supera a la del Congo es un tristísimo hecho que debiera hacernos reflexionar, especialmente a la clase política, que en sus verborreas electorales siempre se han significado por tener la solución a los problemas, de marginalidad y exclusión social, que vienen padeciendo, desde el principio de la década de los setenta, los vecinos de esta noble localización sevillana.

            Ya es hora de centrar la atención, y cuántos esfuerzos sean necesarios, para solventar, de una vez por todas, estos problemas, que tienen su origen en la nula o escasa formación de sus habitantes. Los planes de actuación, si hacen con rigor y seriedad, inmiscuyéndose en las entrañas de las dolencias sociales que se presentan, obtienen sus frutos. La observancia y vigilancia de estos planes de alfabetización deben iniciarse en la propia familia, concienciando a los padres del beneficio que se obtiene con la presencia de sus hijos en las aulas de los colegios, y que redundarán en la erradicación del absentismo escolar. Si se consigue sensibilizar a los cabezas de familia que sus esfuerzos redundarán en el bienestar de sus hijos, se habrá adelantado mucho camino y tal vez las estadísticas se tornarán y dejarán de equipararnos con sistemas educacionales del cuarto mundo, al que también habrá que prestar atención en su momento.

lunes, 16 de enero de 2012

La honestidad y el hombre


            La revelación de los nuevos escándalos en los que se ven envueltos los políticos que tienen el timón de la nave de Andalucía, no vienen sino a refrendar la podredumbre en la que está asentada la clase dirigente de nuestro país. No hay día no salte a los tabloides un caso de corrupción por muy bajo que se encuentre en los organigramas de sus partidos los gobernantes y por muy poca importancia que tenga el término municipal. El dinero ha podido a los ideales y a la vocación de servicio con la que se abrían los periodos electorales, en los principios de la democracia.

Tal vez, en aquellos años de poca maduración política pero de intensidad ilusionante ante los nuevos horizontes que se nos ofrecían, accedieron a cargos relevantes personajes honestos que se habían distinguido por su lucha contra el régimen anterior, personajes cercanos, obreros que padecieron persecución por el mero hecho de defender los intereses de la clase trabajadora. Eran símbolos de aquellos años de enfrentamientos con los poderes establecidos, días de renovaciones constantes y de ilusiones en los primeros sufragios tras el fallecimiento del General Franco. Llegaron años de serenidad, tras el intento de golpe de estado en aquel veintitrés de febrero, que  provocaron la primera victoria del partido que fundara Pablo Iglesias y las calles se llenaron de una ondeante ilusión porque se transformaba el panorama político de una nación que comenzaba a vislumbrar la grandeza perdida. Los índices económicos fueron equiparándose a los del resto de la Europa industrializada, de aquellos países que eran referentes de modernidad y progreso. Y surgieron, al hilo de tanta progresión, de tanto desarrollo económico, algunos listos que le vieron el filón a esto de jugar con los sentimientos, los idearios y las ilusiones de las personas. Como el dinero fluía con demasiada facilidad y los presupuestos de los ayuntamientos, de las comunidades autónomas y del país, permitían el descontrol de algunos gastos, muchos comenzaron a utilizar sus influencias, su nueva posición de poder, y comenzaron a meterse negocios poco claros, más bien oscuros, con el aval de su aforada condición. Algunos incluso motivaban hasta ciertos afectos y simpatías sociales, manejando argumentos que ya comenzaban a ser escandalosos y que tenían referencias con manejos, artimañas y aptitudes poco recomendables, más bien reprochables,  que acaecían en el régimen anterior. A quienes comenzamos a reprochar estos comportamientos nos empezaron a llamar fascistas; a quienes comenzaron a recriminar el PER, porque lo considerábamos un nuevo método de sumisión, poco menos que iniciaron un auto de fe para quemarnos públicamente. A quienes ya nos aventurábamos a denunciar el establecimiento de un nuevo régimen, que acabaría viciándose y pudriéndose porque se renovaba la sangre, intentaron aislarnos en los gulags de su soberbia y jactancia. Y mira por donde el tiempo ha puesto a cada uno en su lugar, a quitado aquellas mentiras para imponer razones  y devolver verdades a quienes intentaron menospreciar. Hoy se debaten en la cuerda floja, con un pie en el aire, intentado recuperar resuellos con la denuncia de las medidas que han tenido que tomar otros, con los que se puede estar o no de acuerdo, para resolver situaciones que ellos mismos han propiciado, que han estancado con la venta de la dignidad a los grandes capitales y, que como siempre, supondrá el resquebrajamiento de las bases sociales menos pudientes. Y ejemplos hay en todos los sectores y colores de la política.

Ayer murió en Madrid una de las personas más honestas que ha dado el panorama político español. Durante su vida política tuvo sus aciertos y sus errores, manejó opciones y proyectos que a unos les pareció bien y a otros no nos pareció tanto. Pero nadie ha podido dudar nunca de su honestidad y de su capacidad para gobernar. Fue, el tiempo le colocará en el lugar de la historia que verdaderamente le corresponde, consecuente con su ideario vital y político y uno de los principales  adalides de la transición y fiel promotor y auspiciador del cambio que vendría a instaurar la democracia en este país, ahora tan denostada por el mal manejo, y el provecho que intentan sacar de ella unos sin vergüenzas que bien podrían haberse fijado en la honestidad de D. Manuel Fraga Iribarne y no venderse al servicio del capitalismo más cruento.

sábado, 14 de enero de 2012

El delito impune


            No es sorpresa porque en este país ya sabemos cómo nos la gastamos con la aplicación de la ley y el reparto de la justicia, o como la define mi amigo Paco Portal, la injusticia. El vaso de la sorpresa hace tiempo que ya no rebosa porque ya nos la han hecho tragar de un sorbo y no hay suceso, por muy espeluznante que sea, ni caso de corrupción que sea capaza de sobresaltarla. Pero todavía nos queda algo de orgullo e indignación. Sí, sobre todo indignación. En este país puedes equivocarte en la confección de la declaración de la renta y enseguida tienes a dos inspectores de la hacienda pública poco menos que amenazándote con una lapidación gubernamental; o puedes tener una discusión con un guardia municipal y terminas en la comandancia esposado y con cargos que pueden suponer, en caso de prosperar la denuncia de atentado a la autoridad, con tus huesos en la cárcel. Ahora, que te llevas millón y medio de euros del erario público, que además debiera haber sido destinado al pago de pensiones, te lo gastas en muchachas y cocaína, y no pasa nada; que desvalijas las arcas municipales del pueblo para beneficio propio y de tus amiguetes, y no pasa nada; que atracan a un ciudadano que está sacando dinero de un cajero, y resulta que el individuo en cuestión tiene cincuenta detenciones por delitos similares o mayores, no pasa nada. Este es el país del grito de un extranjero -¡Viva España!- que al ser detenido e identificado por la policía nacional, tras la comisión de un delito, se certifica que tiene en su haber otras setenta y dos más, fue puesto en libertad sin más. ¡Viva España! Esta tierra donde violar y asesinar premeditadamente, donde esconder el cuerpo del delito, para evitar la consumación de una merecida pena, y no revelarlo puede resultar gratis, donde hay otros “ciudadanos” que crean clubes de fans con los asesinos y encubridores de Marta del Castillo y no sucede nada.

            Es la indignación popular, el clamor de la calle la única que se manifiesta, la única que es capaz de criminalizar, por lo visto, a estos individuos. Es la injusticia cometida sobre la familia la que ha elevado veredicto de culpabilidad contra padres-vamos a quién se le ocurre traer una niña al mundo criarla y quererla... ¡es que no sabemos más que provocar!- y familiares de Marta y la que ha puesto en la calle a esta banda de asesinos, que mucho me temo, serán capaces de pedir hasta indemnizaciones por los meses en los que se “les ha privado” de libertad, si no al tiempo.

            Esta ley del silencio es la misma que cauteriza la razón y la convierte en barbarie. ¡Qué bien les ha salido la jugada! Claro que si la razón no se viera relegada por la inequidad de la aplicación de la ley, de este código español que viene siempre a beneficiar al infractor, que es capaz de eludir sus responsabilidades a muy poco que se lo propongan, otro gallo cantaría y no se vanagloriaría el nombre de España, no se vilipendiaría su historia y la grandeza de sus pueblos. La libertad no era esto, la permisividad para cometer delitos y que quedaran impunes, que los asesinos puedan disfrutar y beneficiarse de los mismos servicios que la sociedad ofrece a la gran mayoría de los ciudadanos que cumplen con sus obligaciones fiscales y ejercen la libertad como es debido, con respeto a la vida e ideas de los demás. De esta manera están equiparándonos a los maleantes y asesinos que andan por nuestros pueblos y ciudades impunemente, riéndose de todos nosotros. Dejándoles en libertad a culpables sólo consiguen que se instaure, con el tiempo podemos verlo, la ley del talión. ¿Qué puede suceder, si un por un casual, un mal día se cruzan en la calle alguno de los encubridores y asesinos de Marta con sus padres? ¿De quién será la culpa, si por otro casual, Dios no lo quiera, ocurre una desgracia? ¿Se juzgará de la misma manera al padre, tío o abuelo, se aplicarán los atenuantes de perdida transitoria de razón o se cebará la justicia y dará público escarmiento a las hoy víctimas?

            Qué lástima de país, qué pena, penita pena, tener que ser la vergüenza de Europa, del mundo entero, porque hasta en los países más pequeños se aplica la ley con la justicia debida a quienes las incumplen. En ninguna jurisdicción de la comunidad económica europea se observan y se administran medidas condenatorias como las aplicadas ayer contra los asesinos y encubridores de Marta del Castillo, que por otro lado son las que se vienen ejecutando con todo tipo de asesinos, violadores, estafadores y corrupción política. Por eso somos el hazmerreir y el culo de Europa.

viernes, 13 de enero de 2012

La vanguardia, la web y la Hermandad de la Macarena


La Hermandad de la Macarena inició ayer un nuevo periplo en su constante y denodado empeño por acercar y  aproximar el verdadero significado de la Corporación a sus Hermanos. Este proyecto es el fruto consecuente del trabajo, pormenorizado y exhaustivo, que la comisión designada a ello ha venido realizando durante catorce meses. Por ello cabe reseñar la importancia y el valor de la ejecución de esta maquinaria, que se puso ayer en marcha, como una de las principales obras de la Hermandad de nuestros días y piedra angular para un futuro, una empresa que es consustancial al tiempo que vivimos y que viene a refrendar el carácter vanguardista por el que la Hermandad se ha señalando durante los siglos que la contemplan.  

Desde el primer instante en el que se cotejó la posibilidad de emprender una misión de esta envergadura, se propuso como requisito imprescindible y necesario, amén de la adecuación a estos tiempos de constante revolución tecnológica,  encontrar un medio en el que poder verter toda la información que genera nuestra Hermandad, que afortunadamente es mucha y variada, con el fin de sustituir al modelo que venía utilizándose hasta hace muy poco tiempo y que va a posibilitar, compaginada con la nueva publicación anual ESPERANZA NUESTRA, la certera comunicación  y la instantánea puesta en conocimiento de nuestros Hermanos de cuantos cultos y actos vengan a desarrollarse en el seno de la Hermandad.

La nueva página web no sólo será un excelente eje y centro de comunicación e información con los Hermanos sino que contempla entre sus contenidos la posibilidad de tener y mantener, a un clic de ratón, una somera pero más que suficiente idea de su historia, de quienes participaron destacadamente en ella, de quienes integrados en los diferentes grupos de la Hermandad, siguen haciéndola grande con su diaria dedicación. Quienes visiten la página podrán obtener una visión concisa y exacta de nuestras Imágenes Titulares, con fotografías y textos que resumen la idiosincrasia y los fundamentos que motorizan y dotan de vigor a nuestra Hermandad, cuales son el culto, la formación y la caridad. Entre sus contenidos, que cualquier visitante puede ir descubriendo conforme vaya familiarizándose con este nuevo vínculo a modo de producto 2.0, figuran numerosas utilidades y hemos de resaltar la posibilidad que tendrán los Hermanos de incluir sus colaboraciones literarias, como se realizaba en el antiguo formato del desaparecido boletín, escritos que se verán publicados en la sección mencionada y al que podrán acompañar el correspondiente poste fotográfico.

Por último hemos de hacer referencia a un nuevo soporte informativo digital, un boletín de carácter semanal, complementario a esta nueva página web, y que llevará un enlace a ella, que será enviado al correo electrónico de los Hermanos, en el que se referenciarán todos los cultos y actos que se desarrollen durante esos días en la Basílica y sus dependencias. Una manera ágil, cómoda y poco redundante de mantener informados a la totalidad de los Hermanos sobre los acontecimientos más inmediatos y que se ven ampliados en el calendario, donde se incluyen puntual y diariamente los eventos que organiza nuestra Corporación.

En resumen, unos contenidos que procurarán una exhaustiva y actualizada información, así como una mayor participación interactiva de los Hermanos, que podrán acogerse a los innovadores servicios de carácter administrativo y burocráticos que podrán realizarse online y que facilitaran la concreción de unas gestiones que hasta hoy sólo podían realizarse presencialmente.

Nos encontramos, así lo creo, porque los hitos no solo se consiguen con ladrillos ni salidas extraordinarias, ante una de las grandes obras de esta Hermandad en los últimos tiempos, en los que las constantes revoluciones tecnológicas cambian las formas de actuación ante la vida, los modelos de información y la comunicación. Y la Hermandad de la Macarena ha vuelto a apostar por las excelencias y las virtudes que Dios pone en nuestras manos para seguir difundiendo la Esperanza.

jueves, 12 de enero de 2012

La Fuente de la Dignidad

Cuenta Luis Mateo Díez, en su novela “La fuente de la edad”, las peripecias que corren, durante los penosos años cincuenta en una ciudad de provincias sumida en la penuria y el olvido, los integrantes de una peculiar Cofradía -más encaminada a lo etílico y a lo esotérico que a los rigores de la penitencia- cuando inician una noche una disparatada aventura, dirigida al hallazgo de una mítica fuente de aguas virtuosas, de la que un día bebió, a lo que parece, un eximio canónigo de dilatada memoria y que procura la longevidad vital. La aventura de los idealistas personajes marcará la línea simbólica a partir de la cual se abrirá una vía de escape del mundo estrecho y ramplón que les rodea. Los quijotescos soñadores intentan desprenderse de sus anodinas vidas con la marcha hacia la inmortalidad y durante la expedición cada uno elucubra en lo que dedicará ese tiempo suplementario que la nigromancia les adjudicará.
Todavía hoy, en esta ciudad que bien pudiera ser la misma que el escritor leonés describe en su novela, continúa algunos creyendo que a estos políticos, que tan mal gobiernan Andalucía, les queda credibilidad y guardan todavía ese respeto por quienes depositaron un día su confianza y sus idearios. El tiempo, este largo periodo andaluz que han convertido en régimen, al más puro estilo de una república bananera, ha venido a certificar la defunción de los idearios políticos, especialmente aquéllos que se sustentaban en los movimientos de masas obreras y populares. Ya no quedan, excepto cuatro nostálgicos que siguen buscando la fuente de la felicidad, movimientos de lucha para reafirmar el socialismo –que en paz descanse- pues sus dirigentes se han encargado de apuntillarlo en el ruedo ibérico.
Hace unos días, un destacadísimo dirigente nacional del partido que todavía rige, para desgracia nuestra, los designios de Andalucía, manifestó públicamente, sin tapujos, que su partido era la formación de la clase media alta española y se quedó tan pancho. Resulta que entre las siglas que definen la ideología del partido al que representa figura una “O”, aféresis de obrero, movimiento del que definitivamente se desvinculan para acercarse, cada vez más y de manera más latente, a otros más acorde con su proceder metodológico. Esta afirmación rubrica la necesidad de la recolocación ideológica que está sufriendo el partido en mención y que reafirma la podredumbre que viene azotando sus más firmes estructuras.
Todavía, digo, quedan unos pocos románticos que mantienen firmes sus bases ideológicas y cegados por ellas, los árboles no les dejan verle bosque. Algunos conozco a los que el cimbronazo de las últimas golferías los ha dejado descolocados, cuando no con el culo al aire. Incluso utilizan ya términos para conferir alguna respetabilidad de los políticos en los que se miraban.
Se ha enmohecido la maquinaria propagandística y no tienen coartadas para demostrar su inocencia. Sin más, el ínclito e inculpado ex director general de Trabajo, con los últimos estertores, amenaza a sus antiguos compañeros de partido y juergas, digo perdón, de fatigas con tirar de la manta si no es readmitido en el cuerpo de funcionarios de la administración autonómica antes de acceder a la alcaldía de El Pedroso.
Tras estos esperpentos y tomaduras de pelo, las bases socialistas deberían organizar una expedición para encontrar la fuente de la dignidad perdida y comenzar una nueva lucha para reivindicar la reposición de la realidad y no continuar viviendo en la inopia, en la creencia de que aún quedan dirigentes, en sus organigramas, con la decencia y la formación humana suficiente para no sucumbir a los oropeles y relumbrones que se sirven, en bandeja de plata, desde las consejerías de la Junta de Andalucía
No podemos consentir este engaño y este fraude a la sociedad andaluza, ni dejar que nos confundan con sus enjuiciamientos sobre la realidad y la ficción, sobre la lucha de este disparate que está robando la inocencia a una sociedad que comienza a perder de vista la grandeza de la imaginación.