No es un problema nuevo y por ello
la literatura vertida sobre el tema es mucha y variada. Como no entraña ninguna
novedad tampoco puede ser razón para escandalizarse y mucho menos motivo para
la sorpresa. Según los últimos datos recabados por el ayuntamiento de Sevilla,
concretamente por el Comisionado para la rehabilitación del Polígono Sur, el índice de analfabetismo en
el referido barrio alcanza el 26 % del total de la población censada, y dado el
altísimo número de transeúntes que pululan por sus calles y ocupan edificios
abandonados, con un altísimo riego de exclusión social, pudiera ser que los
números alcancen cotas de verdadera tragedia.
Algo ha debido fallar durante las
diferentes actuaciones que se fueron acometiendo para la rehabilitación social
y urbanística de este barrio sevillano que durante las últimas décadas ha
estado dejado de la mano de Dios por las diferentes administraciones que han
ido gobernando la ciudad.
Los diferentes planes
gubernamentales para resarcir esta localización sevillana han ido estrellándose
en sus propios orígenes. Hay sectores de la barriada que son verdaderos focos
de delincuencia y donde es imposible la convivencia y el normal discurrir de la
cotidianidad, incluso hubo periodos legislativos en los que ni siquiera la
policía aparecía por sus calles, limitándose su actuación a la periferia de la
barriada de Murillo, popularmente conocida por las Vegas. Allí sólo se atrevían
a actuar algunas congregaciones religiosas que mantenían la esperanza entre
quienes habitaban entre muros de desesperación. Cáritas, la comunidad de Religiosas
de “Jesús y María”, los salesianos y las Hermanas de la Cruz conocen profusa y
profundamente de la necesaria ayuda que requieren, del auxilio que prestan, a sus
habitantes, muchos de ellos engullidos por el negro torbellino de la droga, un
hecho que los mantiene inmersos en el lodazal de la marginalidad. De no ser por
estas ayudas puntuales, que se mantuvieron cuando todos miraban hacia otros
lugares, la barriada no habría sostenerse y el deterioro aún hubiera sido mayor
y la posterior actuación del Comisionado hubiera naufragado en la misma orilla.
La simiente de la Esperanza comenzaba, tímida y lentamente, a germinar en las
conciencias de sus habitantes.
Con estas condiciones, las tareas de
los agentes sociales difícilmente pueden obtener mejores resultados. Es
cuestión prioritaria concienciar a las familias en la adecuada formación de sus
hijos para excluirse de la marginalidad. En el futuro, en los esfuerzos que se
dediquen para la educación de los niños, radica la solución a tan grave
problema. Como explicaba Rousseau, en su obra “Emilio”, el hombre nace inocente
y es la sociedad la que lo instruye en el mal.
Nos encontramos ante una de las
empresas más importante de la comunidad. Y los datos estadísticos están ahí.
Con su crudeza y realidad para que los revoquemos. Que la analfabetización de
la población de la Barriada de Murillo supera a la del Congo es un tristísimo
hecho que debiera hacernos reflexionar, especialmente a la clase política, que
en sus verborreas electorales siempre se han significado por tener la solución a
los problemas, de marginalidad y exclusión social, que vienen padeciendo, desde
el principio de la década de los setenta, los vecinos de esta noble
localización sevillana.
Ya es hora de centrar la atención, y
cuántos esfuerzos sean necesarios, para solventar, de una vez por todas, estos
problemas, que tienen su origen en la nula o escasa formación de sus
habitantes. Los planes de actuación, si hacen con rigor y seriedad,
inmiscuyéndose en las entrañas de las dolencias sociales que se presentan,
obtienen sus frutos. La observancia y vigilancia de estos planes de
alfabetización deben iniciarse en la propia familia, concienciando a los padres
del beneficio que se obtiene con la presencia de sus hijos en las aulas de los
colegios, y que redundarán en la erradicación del absentismo escolar. Si se
consigue sensibilizar a los cabezas de familia que sus esfuerzos redundarán en
el bienestar de sus hijos, se habrá adelantado mucho camino y tal vez las estadísticas
se tornarán y dejarán de equipararnos con sistemas educacionales del cuarto
mundo, al que también habrá que prestar atención en su momento.
Pienso que tiene razón. En este barrio, la educación deberia comenzar por los padres. Lo malo del asunto es, que muchos de los padres aún están en edad escolar.
ResponderEliminarPersonalmente he visto celebrar el compromiso y posterior boda de niños que sólo contaban con doce años de edad.
Chocamos tambien en este caso particular, y que nadie ha tenido en cuenta a mi modo de ver a la hora de estudiar mi barrio, con unas costumbres ancestrales que aunque estén muy arraigadas en la mayoria de las gentes que lo habitan, son totalmente obsoletas y condenan a muchos niños; en cuanto tienen edad para enamorarse por primera vez, se ven obligados por sus mayores a adquirir el compromiso del matrimonio, aceptando estas responsabilidades y dejando atrás las propias de su edad, como son los estudios. Por supuesto dada su juventud e inesperiencia, junto a la falta de formación, los hijos vienen pronto. Y digo hijos por que el segundo suele llegar demasiado pronto. Nos encontramos pues con niños educando a niños, creo que es un gran problema