
Los medios técnicos con los que se
benefician, en la actualidad, las Hermandades potencian los aciertos y si acaso
éstos no concretan con la exactitud que se les pudiera exigir, siempre tenemos
la posibilidad de comprender que cualquier solución habrá sido consensuada en
una deliberación de los componentes de las diferentes Juntas de Gobierno y
siempre con la mejor de las intenciones.
Sacar una cofradía a la calle manteniendo
dudas sobre las posibilidades de lluvia es una opción respetable, máxime cuando
las incertidumbres atmosféricas prevalecen sobre las concreciones. Si en el
momento de la salida no llueve, y tras cotejar y estudiar los diferentes partes
meteorológicos e informaciones se decanta por realizar la estación de
penitencia y la mala fortuna sorprende a la comitiva durante su itinerario con
lluvia casi inesperada, es una cuestión de mala suerte. Se ha tomado una
decisión equivocada, un hecho que entra dentro la lógica sentimental. Hay
dirigentes cofradieros que se han manifestado públicamente, explicando de una
manera más o menos razonables, que ninguna alteración atmosférica debe impedir
la salida procesional ya que el fin último para el que fueron conferidas Sagradas
Imágenes y enseres no es más que la concreción de la estación de penitencia,
opinión que puede ser más o menos respetada, que tiene su debate y porfía de pareceres. Pero sacar la Cruz de
Guía a la calle, teniendo la certeza y constatando que una fuerte precipitación
riega las calles de la ciudad, en ese preciso momento, me parece una demostración
de irresponsabilidad, un hecho de inconsciencia, pues una estación de
penitencia no es un acto de rebeldía contra los elementos ni una revelación jerarquizada
de valentía y heroicidad, sino una expresión de protestación pública de la fe
que nos fue transferida, un acercamiento a Dios mediante la meditación interior
de la persona, que no requiere de hazañas públicas ni demostraciones de arrojo
y valor. Imagino que para ello sería preferible alistarse a la Legión.
Cuando una cofradía se pone en la calle
debe mantener ciertas garantías de seguridad para quienes conforman el cortejo,
que además son el mayor y mejor patrimonio de la Corporación, dejando aparte
las Sagradas Imágenes que tienen otros valores supra naturales. Los Hermanos
pueden manifestar su fe con otros comportamientos, con otras demostraciones
colectivas que pueden realizarse en el interior de los templos y que vienen contempladas
en las Reglas de las Hermandades cuando cielos se desploman sobre la ciudad,
pero no necesariamente superponiendo el sufrimiento a la espiritualidad porque
aquél puede traer aparejada indisposiciones físicas y tal vez con consecuencias
irreversibles. No olvidemos que en la cofradía participan Hermanos de todas las
edades, desde recién nacidos hasta personas mayores.
Es necesario tomar conciencia de la
importancia que conlleva pertenecer a la cúpula dirigente de las Hermandades y
saber distinguir la razón de la sentimentalidad, aunque ello conlleve un
esfuerzo en el ejercicio, y saber regular las emociones propias para conseguir
el beneficio de todos.
Tienen derecho a equivocarse pero
hay que ser consecuente con las circunstancias obvias. A veces bastaría con
sacar la mano por la ventana antes de tomar una decisión ante hechos como los
que estamos viviendo desgraciadamente y evaluar los pros y contras de la toma
de una decisión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario