Las
distintas actuaciones que se vienen llevando a cabo en el sevillano barrio de Las
Tres Mil Viviendas, principalmente por parte de congregaciones y asociaciones
de carácter religioso, están motivando una reactivación de la conciencia sobre
la problemática social que se desarrolla en este distrito de la ciudad y la
recuperación de la dignidad que algunos, en décadas pasadas, quisieron
implantar creando un suburbio donde cualquier apego al civismo era castigado
por el desmán y el miedo.
Desde
hace unos años, las distintas corporaciones municipales, de todos los signos y
órdenes políticos, han intentando establecer unos planes de intervención con
los que recuperar la fisonomía primitiva de sus viviendas y sus núcleos
residenciales, restaurar jardines inutilizados para el disfrute por su toma indiscriminada
por delincuentes que acotaban sus espacios para el trapicheo y el desorden, sin
obtener más resultados que la recuperación estética de algunos de sus bloques –que
ya de por sí es un signo de avance para el logro de la convivencia- con la que
fueron diseñados, tras los devastadores ataques y desvalijamientos a los que
fueron sometidos por una turba de enfermos y maleantes, desestructurados víctimas
de las drogas y las mafias que entorno a su consumo, y las desgracias que provocan,
se hacen millonarias.
En
este barrio, y durante unos años, la convivencia se tornó casi imposible.
Luchas entre quienes querían imponer el caos y el desorden frente a una gran
mayoría de la vecindad que reclamaba una vida digna, humilde y sencilla tal
vez, donde poder disfrutar de sus espacios lúdicos y recreativos, de sus zonas
verdes, sin verse atosigados por la constante presencia de las fuerzas del
orden, cuando no de las pandillas de delincuentes que comenzaban a campar a sus
anchas intentado imponer la ley del miedo. Y a fe que lo fueron consiguiendo gracias
a la predisposición y valentía de algunos líderes vecinales que no dudaron en
poner en peligro su integridad física para conseguir el estado de paz de sus
hijos.
Y
entre tanto, en medio de las luchas, las instituciones ligadas a la Iglesia
comenzaban a establecer sus bases donde se las necesitaba. Congregaciones de
monjas que instauraban guarderías para acoger a los niños más pequeños mientras
sus padres acudían a cumplir sus compromisos laborales. Asociaciones adjuntas a
los núcleos parroquiales que preparaban actividades lúdicos deportivas con las
que retirar a los niños de las calles, alejándolos de una situación de constante
peligro, evitando su exclusión social con la instauración de escuelas talleres,
donde de impartir los conocimientos precisos con los que poder abrirse paso en
el mercado laboral, se les instruye en las normas fundamentales de la educación
cívica. Este establecimiento de Iglesia en zonas de alta conflictividad se ha
visto acompañada por otras instituciones que se han sumado a la iniciativa para
la reintegración de un espacio que habitan sevillanos, erigiendo escuelas de
adultos donde se alfabetiza a quienes no han tenido la oportunidad de hacerlo
en su momento, dándose la hermosa paradoja de unos padres que fueron instados a
inscribirse en estos cursos por sus propios hijos. Gracias a este trabajo, que la
mayoría veces pasa en el más absoluto desconocido para el conjunto de la
sociedad, se han podido concebir nuevas expectativas para la consecución
definitiva de erradicación de la marginalidad y posibilitar una zona normal
convivencia y respeto. Asentarse en la normalidad.
El
último peldaño de esta escalera que pretende salvar la pendiente más escarpada,
es el reconocimiento como agrupación parroquial de la asociación de fieles “Bendición
y Esperanza”, una cofradía que tiene su origen en el año mil novecientos
noventa y dos y que se erige al amparo de la comunidad salesiana que regenta
espiritualmente la parroquia, dándose la peculiaridad de la mayoría de los
enseres, así como la manufactura de los pasos donde procesionan las imágenes del
Cristo de Bendición y María Santísima de la Esperanza en su Soledad, están confeccionados
en las escuelas talleres que mantiene la citada comunidad religiosa.
Es
un motivo para alegría que -desde la solidaridad con quienes menos y más
necesitan del apoyo moral y formacional, no se puede basar todo en hechos de beneficencia
ocasionales y soluciones muy puntuales, en la ocasionalidad del momento- estas
asociaciones prodiguen su efectivo y moderno servicio a la comunidad con algo
tan extraordinario como es crear ilusiones para el día de mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario