Esta es la ventana a la que me asomo cada día. Este es el alfeizar donde me apoyo para ver la ciudad, para disfrutarla, para sentirla, para amarla. Este es mi mirador desde el que pongo mi voz para destacar mis opiniones sobre los problemas de esta Sevilla nuestra

sábado, 3 de marzo de 2012

Sangre de sangre macarena


            Ayer volvieron a dar la nota. Gracias a Dios se prodiga este espíritu para disfrute de los sentidos y sus sones volvieron a llenar los espacios del universo macareno, ese cielo donde cohabitan la Gracia dirigida por Dios a los humanos y el Dios que quiso encarnarse en Hombre y auspició la redención desde la humildad. No es fácil concentrar tanta hermosura. Son estas cosas que convergen en la locura cuando se mezcla la divinidad y el sentimiento, la belleza y la deidad, lo sobrenatural recogido en ese entrecejo que es capaz de conmover los más sólidos cimientos de la fragilidad humana y la musicalidad que brota del esfuerzo y la dedicación, de la entrega amorosa y la recepción que se enclaustra en el corazón con sólo y único conocimiento de saberse acogido en la retina del Señor. Para los legos en estas materias artísticas, entre los que me incluyo, supuso la consagración del sentir de la gente que busca respuestas en la mirada inocente del Reo, en la serenidad del semblante de este vecino que asume su condición humana para asumir el gran reto de la Salvación de los hombre, de este Dios de la Macarena que es capaz de transgredir los límites de la Basílica para incrustarse en el alma de estos jóvenes, de conferir unos nuevos conceptos teologales tan sólo por oír la sinfonía de oraciones que surgen de sus cornetas y tambores.
            Ayer retornaron para cumplir con el rito que establece la evocación, esa memoria de la emoción que transmitieron los que le acompañan siempre, artífices y protagonistas principales que restan horas al ocio y al tiempo libre para que sus vástagos proclamen hoy la ofrenda de estruendosa armonía a la devoción de sus mayores, los que sienten correr por sus venas esa misma sangre que ahora riega de emociones todos los rincones del templo que guarda el gran mensaje, que retiene en las hojarascas de sus altares, en el labrado de sus enseres litúrgicos y en el repujado argénteo de la ventana del cielo, por donde asoma cada mañana la Madre de Dios, la gran manifestación del amor. Es el desprendimiento filial que galopa sonoramente por los espacios que van conquistando al silencio, que esparcen en la inmensidad de la gloria donde han instituido el estrado desde el que muestran el orgullo que provoca saberse antecedente de la locura, de la denostación de la  realidad que se ve sorprendida por una nube que la desenfoca y que luego humedece y abona los campos de una mejilla para que florezca el reconocimiento afectivo que sólo es posible desde la paternidad.
            Ayer cuando toda la musicalidad marcial de estos pequeños pretores anunciaban su presencia en las inmediaciones de la vieja puerta, por la antaño entraban los reyes y ahora la sobrepasa la siempre bienaventurada Virgen, para aventar a los cielos de la ciudad el caudal de su Esperanza, ya estaban ellos aireando pétalos, removiendo el aire con sus proclamas, alfombrando el marmóreo atrio con las emociones que pendían de sus ojos, para poner en conocimiento del expectante pópulo que se aproximaban sus vástagos, que las melódicas sonoridades ya nos acercan a la argéntea claridad de Selene imponiéndose en el firmamento para pleitear con el azogue de los luceros, al escalofrío que se descubren en las primera horas de la madruga, al mensaje que van entonando estos heraldos de las emociones que están por presentarse para anunciar la ventura del tiempo, del que es y del vendrá.
            Son el adelanto de la alegría, el anuncio de la victoria de la vida sobre la muerte, de la verdad sobre la argucia, de la justicia sobre la iniquidad. Son el avance glorioso que mantiene enhiesto el pendón de la Esperanza. Llegaron los sones de la banda Juvenil de la Centuria reflejando ilusión, mostrando la alegría del sentir de la gente de la Macarena. Llegaron, vieron y vencieron. Tras ellos sus mentores, los padres y madres que hacen posible el milagro. ¡Gloria ellos! ¡Gloria a sacrificaron sus momentos para exultar nuestros sentimientos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario