¿Te
acuerdas del primer encuentro? Todavía no he sido vencido por el tiempo,
continúo prendido en el suspiro del instante, de este mágico lapsus que ya dura
treinta años. Aún sigo en la prisión del momento, encadenado al instante en el
que fugaz te cruzaste y reíste en aquel cielo o al menos a mí lo pareció en
aquel instante. Cielo es la tierra que se funde a tu paso, el aire que te
rodea, el tiempo que fue sorteando sus firmes cimientos hasta convertir en
eterno lo eventual del momento. Enseguida buqué tus ojos, una espesura de
sueños que venía recorriendo el espacio, atacando mis silencios, hurgando en
mis adentros, aunque los dos ignorábamos que prendía un fuego que arrasaría los
bosques en calma, los instantes de sosiego donde venían placiendo los deseos.
Siguen
pasando los años y sigue perenne el recuerdo, vivo como aquel día del fragor
primero, sigo saltando en el gozo de la mirada perdida, en el señuelo que el sino nos tendió para aunar nuestros
sueños, los fulgores que vagaban por el cosmos, que surcaban los caminos en
constante desenfreno, concentraron sus deseos hasta que unieron sus fuerzas e
hicieron huir despavoridos a los silencios.
Ahora que me
adelanto a la memoria y hundo mis recuerdos en la intemporalidad, en la
fatuidad de la condición vital que nos recorta la existencia, tan veloz, tan de
improviso, en esta luz de la primera hora de la mañana, en esta transparencia
luminosa que arrastra su carga dorada por las aceras y transporta las esencias
del pasado hasta la cumbre donde reposan los instantes de la felicidad, celebro
que la lucidez aún me inspira y recupero las horas para desposeerlas de su origen
y conducirlas al estrato donde habitan las emociones y las aletargo para
inhabilitarlas y adueñarme de las imágenes que mantiene encarceladas en la prisión
de su propio ser, que es el vínculo que construye y crea para instaurar el olvido.
¿Te acuerdas del
primer encuentro, de aquella primera canción que sirvió para conocernos? Yo aún
lo mantengo prendido en mi alma. Venciendo mi timidez, aquellos ojos, aquella
cara, aquel semblante que irradiaba tanto candor, logré sacar las palabras ¿Quieres bailar conmigo? Bajaste la mirada y
asintiendo con un gesto, sin saberlo, comenzamos a querernos. Aún no teníamos
constancia de los hechos con los que el futuro nos signaba, aún flotaban los sentimientos
en el universo que se preparaba para nosotros, un lugar donde los sueños de
cumplieran, donde asentar las vivencias, donde compartir el dolor, donde gozar
con la calma, donde disfrutar de la sangre que de la sangre nuestra brotara,
donde emerger a la fantasía, donde desprendernos del ansia, donde vivir la
locura, donde aunar las nostalgia, donde servir para amar sin tener que decir
nada.
Treinta años
hace hoy. Vencimos a la indiferencia cuando quiso instalarse en nuestra casa,
asaltamos las viejas murallas que se elevan para impedirnos gozar de la calma,
de este tiempo que nos une y nos ata, que nos delata frente al destino, que nos
engrandece el alma, que da sentido a la vida. Treinta años descubriendo
madrugadas, dibujando con nuestros actos la pintura del mañana, del presente y
del pasado. Treinta años compartiendo nuestros gestos, haciendo mías tus
lágrimas, tu alentando mis tristezas, dotándome de la alegría que me a veces me
falta, salvaguardando y alentando mis proyectos, aunque a veces se perdían en mis
desquicio, siempre tuviste palabras y unos besos para sanar mis desganas.
Siempre abriendo caminos, siempre sembrando ilusiones, siempre dispuesta al
esfuerzo, siempre atenta a la brega para quién osara enfrenarse a los que
llevan tu impronta, a los que sueñan contigo.
Treinta
años hace hoy. ¿Te acuerdas? Sigo bendiciendo este día en el que cruzamos
nuestros destinos. Sigo viendo tu sonrisa, sigo oyendo tu voz, sigo sufriendo y
gozando el amor que conseguimos, aquella tarde de julio, en aquel lugar de
improviso, donde ni tú ni yo teníamos que estar pero estuvimos. Qué suerte,
para mí, haber coincidido contigo, haber conocido la dicha y haber podido
compartir los mejores momentos de mi vida, que es tu vida. Treinta años hace
hoy. ¿Lo recuerdas? Claro que sí y lo haces conmigo, con esta declaración sobre
mis afectos. Te sigo queriendo, como el primer día del beso primero, sin
melancolías por el tiempo conseguido, sin remordimientos, con la inmensa
alegría de mis sentimientos. Te sigo queriendo, valga la osadía, con la misma fuerza
del primer momento.
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