Esta es la ventana a la que me asomo cada día. Este es el alfeizar donde me apoyo para ver la ciudad, para disfrutarla, para sentirla, para amarla. Este es mi mirador desde el que pongo mi voz para destacar mis opiniones sobre los problemas de esta Sevilla nuestra

sábado, 11 de junio de 2011

EL DÍA DEL CAMBIO


No conozco ninguna otra ciudad en el mundo, incluyendo los países africanos, en los que puedan acontecer hechos tan peregrinos como los que vienen repitiéndose en esta Sevilla nuestra.
Hoy toma posesión el nuevo Ayuntamiento. Un nuevo equipo de gobierno tomará las riendas de una ciudad sumida en el descontrol. Fácil, desde luego, lo tienen porque peor no se podrá hacer. Ayer mismo surgieron las urgencias para reabrir al tráfico el paso soterrado, que debía haberse construido en las obras de infraestructuras que se acometieron para la Exposición Universal de 1992, que se ha materializado en la intercepción de la avenida de Andalucía y la ronda del Tamarguillo. No querían dejar ningún honor para los que vienen detrás, como si la ciudad les perteneciese, como si el dinero tirado al sumidero de los desbarajustes y la mala cabeza, que no la mala conciencia porque hemos estado regidos por gente que le traía al pairo lo que pensasen de ellos, de sus malas actuaciones, del derroche caprichoso con el que pretendían tapar bocas y callar críticas. No entiendo, como desde algunos sectores de la prensa, se justificaban estas situaciones que han puesto al límite de la banca rota la economía de la ciudad, arrastrando a la desesperación a muchísimas familias, especialmente a la pequeña y mediana empresa, que han visto cómo se despeñaban sus sueños por los desfiladeros el mal gobierno.
Por fin se van. Y lo hacen con el talante con el que han venido gobernando, con la soberbia que han venido demostrando durante las tres legislaturas anteriores. Les cuesta irse de su “cortijo” con dignidad, con gallardía y caballerosidad, sin hacer mención a sus enormes errores, sin asumir el desgaste propio para desgracia de los ciudadanos. Ni siquiera tendrán la hombría de entregar, a quien le ha barrido en los últimos comicios municipales, el bastón de mando del Ayuntamiento. No estará presente D. Alfredo Sánchez Monteseirín en el traspaso de poderes. A lo mejor siente vergüenza por la dejación de funciones a la que ha sometido su máxima condición municipal asintiendo siempre a su socio de coalición, a quien le han impuesto la medalla de oro de la Asociación de Empresarios del Marisco, por muy estrambótica que fuera la propuesta. Cientos de millones de euros utilizados en el capricho de una mente perversa, a quien no le ha importado ir contra de los sentimientos y las opiniones de los sevillanos, con el argumento de crear -¿no existía Sevilla antes de ellos?- la ciudad de todos. Un mojón con la catedral. La Sevilla de unos pocos, querrían decir.
Ahora se abre una etapa de transición, un tiempo de esperanza para restituir la dignidad institucional, para que los sevillanos recuperen la confianza con una nueva gestión de gobierno, para que esta ciudad vuelva a lucir el esplendor del que siempre ha presumido sin el perder el tren de la modernidad, hecho que puede compaginarse sin tener que vaciar sus espacios históricos de contenidos, sin privarnos de la idiosincrasia que nos hace diferentes, no mejores como arengaba Luis León a sus costaleros macarenos. Esperamos diligencia en la gestión, compromiso con lo prometido, que los trámites emprendidos para la recuperación de la memoria de esta ciudad llegue a buen puerto. Por eso nos hemos decantado los sevillanos por este cambio, por eso hemos optado por una nueva opción política, por la verisimilitud de un programa que solo ofrece servicio y trabajo, dedicación y entrega. Si se cumple con estas premisas se obtendrá el producto. Si la línea de gobierno es ésta, estamos seguros que la ciudad emergerá de la desgracia a la que ha estado sometida. Tiene cuatro años con un respaldo de confianza como jamás se ha conocido en los últimos treinta años.

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