Esta es la ventana a la que me asomo cada día. Este es el alfeizar donde me apoyo para ver la ciudad, para disfrutarla, para sentirla, para amarla. Este es mi mirador desde el que pongo mi voz para destacar mis opiniones sobre los problemas de esta Sevilla nuestra

lunes, 27 de junio de 2011

PROGRAMA DE ACOGIDA


Cuando llegó la primera noticia sobre el gran desastre que se le venía encima, ya era demasiado tarde. Los gobernantes no querían que le desposeyeran de su gran vanidad, de su arrogancia, de la falsa grandeza que habían creado en torno a los ideales comunistas, una falacia que les había superado y imagen que ya ni siquiera eran capaces de disimular de cara al exterior. Toda la podredumbre de la gran mentira comenzaba a desmembrarse con la caída de aquellos muros de hormigón que debían proteger el bienestar de la población. El edificio que albergaba el reactor número cuatro, de la central nuclear de Chernobil, saltaba por los aires, tras la fusión de su núcleo. El buque insignia de la tecnología atómica rusa se desmoronaba Era el 26 de abril de 1986. Una fecha que marcó el devenir y el futuro de millones de personas, especialmente los habitantes de Ucrania y sobretodo Bielorrusia.
La desintegración de la Unión Soviética descubrió las graves deficiencias sociales y económicas de los estados que la conformaban, una vez la gran madre Rusia se quedó con todas riquezas naturales y monetarias, asegurándose el suministro y explotación de los grandes emporios del combustible, dejando en el mayor de los desamparos a todas las naciones de su órbita que no tenían recursos propios para la subsistencia, más que su especial situación estratégica. Tal es el caso de Bielorrusia, donde para más inri, se empeñan en dar continuidad a un régimen político, continuista del soviético, que ha dado suficientes muestras de descomposición e ineficacia.
Este país, sobre el que cayó la gran nube tóxica, producto de la explosión, está padeciendo los rigores de su desgracia. La comunidad internacional en seguida se puso en manos de las asociaciones infantiles, que se crearon ex profeso, para dar salida a los niños de este país con el fin de sanear sus debilitadas defensas orgánicas y procurarles un futuro más saludable.
Desde hace años participamos este gran proyecto humanitario, a través de mi hermandad de la Macarena, acogiendo en nuestro hogar a una preciosa niña, de rasgos balcánicos, pero de alma sevillana pues no ha conocido más núcleo familiar que la que vive cada verano entorno a nosotros. Desde hace ocho años nos llega una niña que ya es parte de nuestra familia, que ha enraizado su vida en nuestras almas con sus marcadas risas, con sus exagerados aspamientos y pronunciamientos, con su bondad.
Ayer volvió para recordarnos la suerte que tenemos por haberla conocido, porque la Virgen nos la pusiera en nuestro camino. Gracias a ella conocemos otra visión de la vida, muy distinta a la plácida y cómoda que mantenemos aquí, por muy dura que esta crisis nos la esté poniendo, revalorizando nuestros sentimientos, divulgando con cada una de sus sonrisas la necesidad de sentirse querida, de ser apreciada por su valores y no por sus esfuerzos, de reconvertir ese espíritu de solidaridad nuestro en el apremio de contar cada minuto que pasamos junto a ella.
Alguna que otra vez, nos hemos planteado, si el beneficio del bien que le procuramos no se habrá reconvertido en adicción amorosa y paternal porque cuando se marcha sentimos el vacío de un hijo que parte, de una hermana que se aleja, y si no seremos nosotros los damnificados de esta catástrofe y ella la que nos colma, durante su estancia entre nosotros, de la dicha en la que participamos.

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