
Debe ser el exagerado calor de estos primeros días del verano, que nos martiriza sin misericordia, dejándonos atolondrados, lo que motiva los comentarios y manifestaciones de ciertos personajes de la vida pública. Otra explicación no tiene. Y va a ser verdad lo del antiquísimo chiste sobre el reparto de bienes y propiedades para igualar el desequilibrio social, que promovía exageradamente un dirigente comunista al camarada que quería incorporarse a la disciplina de la agrupación, principalmente por asegurarse los jornales que manipulaban y concedían a su antojo. Y durante la entrevista para la aceptación en las filas le preguntaban por si sería capaz de repartir, de tenerlos, todos sus bienes materiales, entre la gente menos favorecida. Y así el encuestador decía “si tuvieras un castillo, ¿lo cederías al pueblo?” y el aspirante respondía con rotundidad, “pues claro”, “y si tuvieras una finca”, y el otro “para el pueblo”, y así fue nombrando toda una retahíla de posesiones ficticias, de patrimonios imposibles por su condición y fortuna, hasta que llegó la definitiva, la pregunta irrebatible, “y si tuvieras una bicicleta, ¿la cederías al partido para uso de los camaradas?” Entonces el pobre hombre se levantó abatido, y con el rostro compungido, tomó la puerta, no sin antes dirigirse al encuestador, “es que bicicleta sí que tengo”.
Pues algo parecido fue lo que aconteció ayer en el pleno del Ayuntamiento en el que se aprobaron, entre otros acuerdos, los salarios del Alcalde y Concejales, con los únicos votos en contra de Izquierda Unida.
Fue en el turno de intervenciones, cuando el ínclito D. Antonio Rodríguez Torrijos -¡qué daño está haciendo a los Rodríguez de toda la vida!- centró sus críticas en el excesivo gasto de altos directivos e hizo referencia a la compatibilidad de los cargos del Alcalde y del Portavoz del Partido Socialista, parlamentario andaluz y senador respectivamente, pidiendo ante la imposibilidad material de cumplir con ambos, la renuncia a éstos últimos. La respuesta, por alusiones y puesta a huevo, no se hizo esperar y fue D. Juan Espadas el que le tuvo que recordar que la ley les permite compatibilizar ambos cargos, haciendo mención a la especial “capacidad” que debe poseer su camarada de IU, D. Juan Manuel Sánchez Gordillo que es a la vez alcalde de Marinaleda y parlamentario andaluz. Silencio maestrante en el escaño- iba a decir bancada pero sería deslegitimizar la voz del pueblo- que aguanta al edil comunista. Mirada baja para cambiar el tercio y a otra cosa mariposa.
Debería saber el Sr. Torrijos que hay unos protocolos de actuaciones y antes de pronunciarse para recriminar y exigir la incompatibilidad de los cargos tener la información precisa para que no lo empitonen a uno durante los envites. También pudiera ser que pretendiera que los políticos aludidos en su perorata, obraran como no lo hacen los de su agrupación, en un claro y prepotente uso de la ley del embudo. Pero tirarse al ruedo sin muleta es un claro síntoma de la inquina que le corroe tras el pronunciamiento del pueblo en las urnas, que puso a cada uno en su sitio.
Su alusión a la compatibilidad de los cargos del Alcalde y el portavoz de la oposición mayoritaria viene a dejar claro que sólo le interesa el ejercicio del poder absolutista al que nos tenía acostumbrados. Cuando fue rebatido por el Sr. Espadas, dejándolo con el culo al aire, sólo le faltó espetar “ah, pero es que ése es de los míos”.
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