El futuro del régimen que instauró el
partido socialista obrero español, esta denominación que dista tanto de la
agrupación que fundara Pablo Iglesias a finales del siglo XIX, en Andalucía
parece que tiene los días contados. La línea sucesoria parece que se ha
quebrado con los constantes enfrentamientos entre los altos dirigentes y tras
los malísimos resultados obtenidos en los comicios municipales del pasado mes
de mayo y las elecciones generales que se celebraron el veinte de noviembre
donde el rodillo popular les pasó por encima, devastando la escasa resistencia que
guardaba en sus almacenes nacionales.
Todo este desastre viene
condicionado por la malísima gestión, el desorbitado gasto, cuando no en el
caprichoso derroche y en el manejo irregular de los fondos públicos, de los que
presuntamente se han venido sirviendo para seguir engrasando los motores de una
maquinaria que suponían iba a seguir trasportándole, ya no se utilizan
caballos, por el páramo en el que han convertido el territorio andaluz.
Nunca es bueno, ni adecuado, la
generalización y ni culpabilizar al general por las actuaciones de unos pocos
sinvergüenzas que han montado sus propias tramas, una veces con fines
particulares con los que financiar sus lujos -¡en los tiempos que corren!- y
otras buscando apuntalar las finanzas del partido para seguir, manteniendo
estructuras desorbitadas para la gestión de los mismos. Y digo que la
generalización no imparte justicia porque sé de muchos hombres y mujeres
honradas que se han venido partiendo el pecho en la consecución de unas
condiciones de vida mejor para sus conciudadanos. Años de lucha que otros han
tirado por la borda porque hacían omisión, o lo que es peor, se aprovecharon de
la buena voluntad de sus correligionarios de base para envilecer sus idearios y
colocarse en la mejor posición para obtener y ofrecer favores.
Ni son todos los que están, ni están
todos los que son. Se muchos afiliados y adeptos, de los de la antigua guardia
del partido socialista, que caminan por las sendas de la derrota cabizbajos y
avergonzados por el comportamiento inadecuado de sus jefes, que son los que
precisamente están involucrados en los escándalos que se han venido produciendo
en los últimos años. Ven como sus esfuerzos, sus luchas en los tiempos en los
que se jugaban sus vidas por instaurar un régimen democrático, los
enfrentamientos con el poder dictatorial establecido, se ha ido a garate,
desprestigiando todo el esfuerzo y los sufrimientos que tuvieron que soportar.
Me gustaría a mi ver a éstos enfrentados a un tribunal militar y nuestras vidas
en el aire, me confesaba hace unos días un antiguo y destacado dirigente
sindicalista, con un halo de tristeza recorriendo su rostro. Las bases, los que
no se han desencantado, los que no han perdido la ilusión todavía, los que
mantienen que la lucha de clases continúa activa, deben ser separados de esta generalización
penal que se está realizando de manera indiscriminada. Han de ser cribados la
criminalización y sólo los responsables ser condenados. Claro, le contesté,
pero es que la lucha ya no es posible, querido amigo, porque estos socialistas
de bmw y mercedes, de gastos y lujos particulares a costa del contribuyente, de
deterioro en la moralidad y en la educación, se han encargado de destrozar las
clases sociales, estableciendo unos nuevos parámetros en la sociedad. Ahora
están ellos, y sus secuaces, y los otros, o sea la mayoría de los ciudadanos.
Se han encargado, querido amigo, de ir arrojando en el camino a quienes se dejaron
la vida y la sangre para establecer igualdades. Es más, cuando notaban que
alguien no reía sus gracias, o guardaba silencio, rompían con cualquier vínculo
de honestidad y ponían la cabeza de un caballo a los piés de su cama, destrozando
sus vidas sin mirar atrás, sin valorar los servicios y lealtades prestados.
Desde luego que son muchos los que
atesoran todavía valores y siguen luchando por un ideario que consideran
válido, aun en los días que sufrimos. No podemos resolver todas estas
cuestiones condenando a inocentes, como antes no se debió someter a autos de fe
y juicios populares a todos aquellos que participaron en las gestiones
gubernamentales de la época franquista porque había mucha honestidad y calidad
de servicio aprovechando los resquicios jurídicos y políticos que permitía la
época. De unos y otros hay muestras dignísimas que ambos bandos se guardaron
mucho de publicitar, no fuera a ser que cundiese el ejemplo y se consiguiera
bienestar e igualdades para todos.
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